Ciutadans pel Canvi: punto y aparte
Entre tantas iniciativas pol¨¦micas de Pasqual Maragall, se cuenta el impulso a la creaci¨®n de Ciutadans pel Canvi. A juicio de algunos, naci¨® como simple montaje de mercadotecnia electoral. En opini¨®n de otros, arrancaba como intento renovador de dif¨ªcil clasificaci¨®n. A los cinco a?os de su creaci¨®n, Ciutadans pel Canvi ha ido bastante m¨¢s all¨¢ de ese tipo de operaci¨®n. Es discutible hasta d¨®nde ha llegado, y est¨¢ por ver hasta d¨®nde puede llegar. Es hora, pues, de marcar un punto y aparte. Es lo que pretende la Convenci¨®n 2004 como ejercicio anual de balance y debate de la asociaci¨®n. En esta ocasi¨®n (Mollet del Vall¨¨s, 27 de marzo), intentar¨¢ responder a las preguntas sobre su inmediato pasado y su inminente futuro.
La Convenci¨®n 2004 marcar¨¢ un punto y aparte en Ciutadans pel Canvi, y planificiar¨¢ su inminente futuro
?En qu¨¦ contexto se desarrolla este ejercicio? Est¨¢ claro que el escenario ha cambiado mucho desde 1999. Se va asentando el Gobierno catalanista de izquierdas que preside Maragall y se est¨¢ procesando el resultado del 14-M que dar¨¢ lugar a un Gobierno socialista dirigido por Zapatero. No es poco: ambos hechos marcan un cambio de ciclo pol¨ªtico. Pero el contexto est¨¢ marcado tambi¨¦n por fen¨®menos m¨¢s profundos, cuyos efectos han aflorado estos ¨²ltimos a?os.
De modo muy esquem¨¢tico, puede decirse que se ha manifestado la potencia de combinar movilizaciones ciudadanas con actividad institucional y, m¨¢s en concreto, con la acci¨®n electoral. A quienes sostienen que las manifestaciones y otras movilizaciones ciudadanas tienen poco impacto en la vida pol¨ªtica, hay que responderles que sin tales movilizaciones -contra el PHN, contra la guerra de Irak, en pro de otra globalizaci¨®n y de otra Europa- no se habr¨ªa creado el clima de opini¨®n que dio lugar al vuelco electoral del 14-M. Y a quienes afirman la inutilidad del voto -para algunos, s¨ªmbolo desprestigiado de la democracia representativa- hay que se?alarles que, sin acudir a las urnas, las movilizaciones en la calle no habr¨ªan bastado para conseguir el cambio de mayor¨ªa y de Gobierno.
La lecci¨®n es que hay que moverse en el ¨¢gora y en las instituciones. En el ¨¢gora -en la calle- se discute, se protesta y se propone. En las instituciones se escenifican los acuerdos y se les da fuerza de obligar a todos. Aminorar la distancia creciente que separa la calle de las instituciones ha sido empe?o fundacional de Ciutadans pel Canvi, que no ha renunciado a trabajar en los dos ¨¢mbitos. Ha pretendido poner de manifiesto que un aut¨¦ntico ejercicio de ciudadan¨ªa democr¨¢tica no puede abandonar lo uno por lo otro: quedarse en la calle o encerrarse en las instituciones, a sabiendas de las dificultades que comporta este equilibrio y de las ambig¨¹edades y suspicacias que genera entre propios y extra?os.
Pero hay tambi¨¦n otras dimensiones de fondo que han dado sentido a lo que podemos denominar proyecto Maragall, un discurso gradual y fragmentado que desborda etapas electorales. Ciutadans pel Canvi se entiende tambi¨¦n en relaci¨®n con aquellas dimensiones.
En una primera dimensi¨®n se sit¨²a la pol¨ªtica socioecon¨®mica. Su objetivo es la cohesi¨®n social y territorial, a partir de la lucha contra desigualdades y desequilibrios entre individuos, grupos y territorios. La persecuci¨®n de este objetivo no puede confiarse a la eficacia de una actuaci¨®n solitaria o dominante del sector p¨²blico. Tampoco cabe abandonarla a una presunta libertad del mercado. S¨®lo la acci¨®n concertada entre lo p¨²blico y lo privado puede hacernos avanzar en cohesi¨®n social, con una doble participaci¨®n que requiere equilibrios complejos y que no est¨¢ exenta de riesgos.
Una segunda dimensi¨®n resalta lo nacional, pero excluyendo el nacionalismo o, mejor, lo que he llamado a veces el "nacional-estatismo". Catalu?a debe afirmarse como una comunidad nacional, abierta y solidaria con los pueblos de Espa?a y de Europa. A trav¨¦s de una libre declaraci¨®n de interdependencia, Catalu?a expresa la reivindicaci¨®n de participar en todas las decisiones que la afectan y, a la vez, manifiesta la voluntad de comprometerse -por la v¨ªa de un federalismo solidario- en las comunes iniciativas espa?olas y europeas.
Finalmente, una tercera dimensi¨®n parte de la idea de que -a la izquierda del espectro pol¨ªtico- el sistema catal¨¢n de partidos responde a divisorias hist¨®ricas, respetables pero poco operativas en el siglo XXI. La diversidad de acentos debe ser compatible con otras formas de concertaci¨®n entre colectivos sociales y pol¨ªticos: en lo electoral, en la acci¨®n del Gobierno, en la comunicaci¨®n y elaboraci¨®n de pol¨ªticas. A partir de la incipiente expresi¨®n del tripartito, hay que pensar en una constelaci¨®n progresista, que no se uniformice ni burocratice y que sirva de nuevo instrumento de movilizaci¨®n c¨ªvica, de participaci¨®n electoral y de apoyo cr¨ªtico a la acci¨®n de gobierno.
Son estas tres dimensiones las que encuadran el proyecto de Ciutadans pel Canvi: reforzando lo social, compartiendo lo nacional, sobrepasando fronteras de secta o de partido. La Convenci¨®n 2004 ser¨¢ un ejercicio de libre debate entre asociados y contar¨¢ con las aportaciones de personas externas al propio movimiento. Las resoluciones de la Convenci¨®n ser¨¢n el punto y aparte del que depender¨¢ el futuro de Ciutadans pel Canvi y la renovaci¨®n del compromiso c¨ªvico de todos sus miembros.
Josep M. Vall¨¨s es presidente de Ciutadans pel Canvi (correu@pelcanvi.org).
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