Viaje a la historia en cinco monumentos
El Colegio de Arquitectos publica una obra sobre la historia y el proceso de rehabilitaci¨®n de edificios emblem¨¢ticos
Las torres de Serranos sustituyeron a otra puerta de la ciudad de Valencia llamada Bab Al-Qantara, la puerta del puente. Las torres y otros cuatro monumentos: la iglesia de Santa Catalina, en Valencia; la Seu-Colegiata de Gandia; el Palau de la Generalitat; y la iglesia del Salvador de Burriana, tienen en com¨²n desde hace siglos ser ejemplos de la mejor arquitectura valenciana. En tiempos m¨¢s recientes, la relaci¨®n se estrech¨® al ser declarados Bien de Inter¨¦s Cultural, y ser rehabilitados de forma simult¨¢nea. Estos procesos de recuperaci¨®n se recogen ahora en un libro editado por ICARO, departamento del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV), bajo el nombre de Patrimonio monumental: intervenciones recientes.
La obra es un estupendo tratado para los especialistas en la materia, pero es tambi¨¦n algo m¨¢s; permite asomarse a la intimidad de los monumentos, y conocer c¨®mo y por qu¨¦ fueron construidos. Se sabe as¨ª que las torres de Serranos recibieron este nombre por "los primeros colonos cristianos" que poblaron sus inmediaciones, llegados desde "la serran¨ªa aragonesa"; que "quiz¨¢" debieron tener el color rojizo de la almagra; o que su funci¨®n defensiva, pensada frente a musulmanes y castellanos, desapareci¨® virtualmente al ser convertidas en prisi¨®n.
An¨¦cdotas parecidas se cuentan del resto de monumentos. "Est¨¤ molt enana", dejaron escrito los responsables de la iglesia de Santa Catalina al ver su dise?o original. Y ordenaron que fuera alargada "huit palms". La finalizaci¨®n de esta construcci¨®n barroca fue dura debido a las "dificultades econ¨®micas" que sufrieron sus promotores. La mayor sorpresa, sin embargo, se la reserv¨® Santa Catalina a los propios restauradores. Cuando levantaron las tejas azules y blancas que adornaban la c¨²pula, descubrieron que debajo hab¨ªa "una sola hoja de piedra tallada" que la recubr¨ªa entera. Un caso extraordinario que s¨®lo se da en "dos o tres lugares de Espa?a", explica Francisco Taberner, presidente del CTAV.
Taberner hace hincapi¨¦ en que adem¨¢s de devolverles belleza exterior, los procesos de restauraci¨®n realizados por la consejer¨ªa de Cultura eran imprescindibles para la supervivencia de algunos monumentos. En Santa Catalina, "los espacios que hab¨ªa entre las piedras permit¨ªan meter la mano entera, y podr¨ªa haberse ca¨ªdo en cualquier momento".
En La torre Vella del Palau de la Generalitat era igualmente necesario actuar sobre los forjados de madera que sostienen los techos.
Los cinco monumentos -el m¨¢s antiguo de ellos, las torres de Serranos, fue construido en el siglo XIV bajo la direcci¨®n de Pere Balaguer- hab¨ªan acumulado todo tipo de achaques. Durante siglos hab¨ªan sido erosionados por el aire y por la lluvia, y ennegrecidos por el polvo y la contaminaci¨®n. En sus fachadas hab¨ªan proliferado los l¨ªquenes y las plantas, y en su interior trabajaban lenta pero devastadoramente las termitas. A estos y otros males naturales, hay que sumar la mano del hombre. Despu¨¦s de a?os de "descuido y menosprecio", muchos edificios valencianos fueron objeto de rehabilitaciones bienintencionadas desde mediados del siglo XIX. En muchos casos a?adieron al original materiales superfluos o poco adecuados que tambi¨¦n han sido eliminados.
El libro da a conocer c¨®mo se realizan las labores de restauraci¨®n. "Un misterio" para la mayor¨ªa de los ciudadanos, indica Taberner, quien conf¨ªa en que ser¨¢ de mucha utilidad para los profesionales de este campo.
La limpieza, recuperaci¨®n y estudio de las construcciones ha requerido de tantos profesionales de tantas disciplinas que parece un ej¨¦rcito de especialistas: arquitectos; ingenieros; historiadores del arte; f¨ªsicos; ge¨®logos; arque¨®logos; bi¨®logos; escultores; ingenieros en cartograf¨ªa y geodesia; expertos en carpinter¨ªa, cerrajer¨ªa y policrom¨ªas...
El hilo de uni¨®n de los cinco monumentos es que fueron declarados oficialmente bienes de inter¨¦s cultural y que est¨¢n en la Comunidad Valenciana. Taberner apunta a otros edificios de la capital que deber¨ªan seguir los pasos de esta avanzadilla: la Lonja, cuya limpieza ya ha empezado; la iglesia de San Andr¨¦s y la de los Santos Juanes; el convento del Carmen; o el Mercado Central, cuyo comienzo es inminente.
El libro, patrocinado por la consejer¨ªa de Cultura, es el resultado de unas jornadas organizadas por el Colegio Territorial de Arquitectos. Se presenta en una cuidada edici¨®n llena de dibujos -alguno de los cuales se remonta a 1499- y fotograf¨ªas, que reflejan la evoluci¨®n de las construcciones, pero tambi¨¦n los cambios de los paisajes urbanos, especialmente los de la ciudad de Valencia. Una oportunidad de acercarse a cinco hitos arquitect¨®nicos y, de su mano, dar una vuelta alrededor de la historia valenciana al precio de 25 euros.
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