Rajoy: ¡°?Qu¨¦ est¨¢ pasando?¡±
El viernes 12 por la ma?ana, Interior convoca expresamente a los expertos en terrorismo ¨¢rabe
El viernes amanece con una llamada pendiente. La noche anterior, dos expertos de la UCI-1 (un grupo de ¨¦lite de la Guardia Civil especializado en la lucha contra ETA) se han quedado plantados a la puerta de un despacho del complejo de Canillas, donde el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa est¨¢ organizando la b¨²squeda de los criminales. El viernes, el general Varela, jefe de los grupos de informaci¨®n de la Guardia Civil, llama desde su despacho de la calle de Guzm¨¢n el Bueno a Jes¨²s de la Morena, su hom¨®logo en la polic¨ªa:
- Jes¨²s, anoche dejasteis plantados a dos de mis hombres.
De la Morena, hombre afable, con una larga experiencia en puestos de responsabilidad, se disculpa abiertamente, sin recurrir a subterfugios. Le anuncia al general que esa misma ma?ana se celebrar¨¢ otra reuni¨®n y que por supuesto que quiere que la Guardia Civil est¨¦ presente:
El alcalde llama al arzobispo Rouco y le pide sacerdotes para el Ifema
- Eso s¨ª, hoy no me mandes gente de la UCI-1. M¨¢ndamelos de la UCI-2.
La UCI-2 es el grupo que lucha contra el terrorismo ¨¢rabe. A esta hora, diez de la ma?ana del viernes 12 de marzo, la polic¨ªa ha dejado de buscar a terroristas de ETA. Las pesquisas se centran abiertamente en el terrorismo de origen isl¨¢mico. Sin embargo, el presidente del Gobierno, a las 11.30, en una comparecencia ante la prensa posterior al Consejo de Ministros, s¨®lo apunta en una direcci¨®n:
- Esta organizaci¨®n terrorista est¨¢ hecha para matar todo lo que puede y eso es lo que hace y a veces lo consigue. ?Acaso no sab¨ªamos que dispon¨ªa de documentos internos que consideraba a los medios de transporte objetivo de la organizaci¨®n?
Aznar, con traje oscuro, corbata negra y un semblante muy serio, se refiere a ETA, pero nunca la llega a mencionar. Da rodeos del tipo:
El general al comisario: "Jes¨²s, anoche dejasteis plantado a dos de mis hombres"
- La banda terrorista bien conocida en nuestro pa¨ªs.
O, m¨¢s tarde:
- Una organizaci¨®n terrorista que tanto conocemos aqu¨ª...
Y tambi¨¦n:
- Esa organizaci¨®n terrorista...
Las filtraciones incomodan al Gobierno, que pierde capacidad de maniobra
Pero cuando un periodista le pregunta directamente por cu¨¢l de las hip¨®tesis se inclina el Gobierno, el presidente responde:
- Estamos ante un atentado terrorista terrible. No me pidan que juegue a las quinielas.
A esa hora, en el Ifema, donde muchas familias llevan un d¨ªa entero esperando noticias, algunos afectados reciben asistencia religiosa. Alberto Ruiz-Gallard¨®n hab¨ªa hecho, personalmente, una gesti¨®n la tarde anterior. Llam¨® al arzobispo de Madrid, monse?or Rouco Varela, y le pidi¨® que enviara a unos cuantos sacerdotes. En unas horas aparecen por el Ifema. Hombres j¨®venes en su mayor¨ªa, con trajes negros y alzacuello. Ninguno con sotana.
No est¨¢ siendo una ma?ana f¨¢cil en los despachos de la polic¨ªa. Hay ¨®rdenes del Ministerio del Interior para que la investigaci¨®n, que hasta ayer fue liderada por la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid, pase a depender de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n. Es una orden que, l¨®gicamente, no gusta a Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ranca?o, el jefe superior de Madrid, un hombre con fama de duro.
De sus 54 a?os de edad, ha pasado 32 en la polic¨ªa y ha tocado con eficacia todas las teclas hasta que, el verano pasado, recala en Madrid procedente de Barcelona. Es la apuesta de la polic¨ªa para poner orden en una ciudad con la tasa de delincuencia disparada, cada d¨ªa m¨¢s cerca de Bogot¨¢ y m¨¢s lejos de Par¨ªs. Fern¨¢ndez Ranca?o se intenta resistir, quiere conservar la investigaci¨®n. Han sido sus hombres y mujeres los que, durante la negra jornada del jueves, se han ocupado de interrogar al ¨²nico testigo, de localizar y hacer explotar las mochilas de dinamita, de rastrear las huellas de la furgoneta...; de jug¨¢rsela.
Pero hoy no tiene ¨¦xito. Las ¨®rdenes vienen muy de arriba. Le quitan el mando de la investigaci¨®n.
En el Palacio de la Moncloa, el presidente Aznar est¨¢ a punto de concluir su conferencia de prensa. La mayor parte de las preguntas han buscado una respuesta del presidente: ?ETA o Al Qaeda?
Finalmente, aprovecha la ocasi¨®n para enviarle un mensaje a Jos¨¦ Blanco, secretario de Organizaci¨®n del PSOE, que unas horas antes ha puesto en duda, en diversas emisoras, que el Gobierno est¨¦ ofreciendo toda la informaci¨®n disponible.
- El Ejecutivo ha dado toda la informaci¨®n. No hay ning¨²n aspecto que conozca el Gobierno que no se haya puesto en conocimiento de la opini¨®n p¨²blica.
Lejos, muy lejos de la disputa pol¨ªtica, en las plantas superiores de los pabellones 8, 9 y 10 del Ifema, Javier Quiroga, responsable de la central de comunicaciones del Samur, recibe el encargo de avisar a las familias. Hay centenares de personas concentradas por m¨¢s de 30 salas. Demasiada gente que exige una informaci¨®n r¨¢pida. No hay tiempo para hacerlo de otra manera: toma un meg¨¢fono y anuncia los nombres de las familias. Una por una. Por delante de Quiroga desfilan 118 familias. Despu¨¦s, son psic¨®logos como Bego?a Ajates quienes se encargan de completar el trabajo de Quiroga.
La manifestaci¨®n no llega al final: las autoridades se retiran desordenadamente
- Tengo que comunicaros lo que est¨¢is esperando, que es el fallecimiento de vuestro familiar.
A medida que se van recitando nombres y m¨¢s nombres a trav¨¦s del meg¨¢fono, los familiares empiezan a captar el mensaje. Han llegado a un punto en el que no necesitan m¨¢s explicaciones. Basta con la mirada del psic¨®logo.
La polic¨ªa tiene encima de la mesa algo m¨¢s que indicios. Pruebas. Una furgoneta que no tiene la matr¨ªcula doblada, huellas dactilares, ropa usada por los terroristas, detonadores, 10,2 kilos de dinamita Goma 2-Eco que estaban dentro de una bolsa de basura azul, un tel¨¦fono m¨®vil con tarjeta prepago, un modus operandi. Los expertos en terrorismo ¨¢rabe trabajan a pleno rendimiento.
Una bolsa de basura azul, por ejemplo.
Detalles como ¨¦ste se difunden fuera de los estrictos l¨ªmites del complejo policial de Canillas. Algunas de las conclusiones, tambi¨¦n. En la sede del PSOE de la calle Ferraz se maneja informaci¨®n de que todos los caminos de la investigaci¨®n apuntan hacia el terrorismo isl¨¢mico. De la existencia de esas filtraciones tiene tambi¨¦n conocimiento el ministro del Interior. Ese hecho incomoda al Gobierno, que empieza a perder capacidad de maniobra ante la opini¨®n p¨²blica. Los hechos se suceden de forma vertiginosa.
Quedan seis horas para que se celebre una manifestaci¨®n contra el terrorismo. Espa?a sigue consternada por los efectos del atentado y la campa?a electoral est¨¢ definitivamente suspendida. Pero el ambiente pol¨ªtico est¨¢ muy lejos de vivir en una situaci¨®n de calma chicha. El Gobierno insiste en mantener viva la hip¨®tesis de ETA como prioridad en la investigaci¨®n. Los otros partidos comienzan a ponerlo en duda y a exigir que diga lo que realmente sabe.
Desde el mediod¨ªa, la l¨ªnea de comunicaci¨®n entre el Gobierno y el PSOE se ha cortado. Aznar no vuelve a informar a Zapatero. Dedica la tarde a visitar a las v¨ªctimas ingresadas en el hospital Cl¨ªnico.
La rumana Stefania Stupuru, de 24 a?os, ve desfilar a las familias por delante del meg¨¢fono. Lleva 30 horas sin saber nada de su marido Alin Stupuru, de su misma edad. Stefania ya ha probado toda clase de tilas y sueros. La polic¨ªa la llam¨® ayer para que informase de la ropa que llevaba su marido la ¨²ltima vez que lo vio.
Stefania, sentada en una silla, observa c¨®mo cada vez quedan menos personas en el Ifema. Los psic¨®logos van comunicando las muertes y la gente se va marchando a sus casas. Ella no entiende bien el idioma pero se da cuenta de que la mayor¨ªa de los que esperan reciben malas noticias. Stefania comparte un piso de 70 metros con diez personas. De repente, a las cinco de la tarde, la introducen en una sala. Una amiga ejerce de int¨¦rprete:
La ecuatoriana Nilsa ha tardado 24 horas en encontrar a su hija de tres a?os: est¨¢ viva
- Alin est¨¢ vivo. Se encuentra en el hospital Gregorio Mara?¨®n.
Despu¨¦s del primer alborozo, ella y sus amigas se enteran mejor de lo que les dicen. Hay un herido en el Gregorio Mara?¨®n que podr¨ªa ser su marido. Pero no es seguro. Despu¨¦s de recorrer la ciudad con el coraz¨®n encogido, Stefania llega al hospital, entra en una habitaci¨®n y..., efectivamente, Alin yace inconsciente. Tiene las piernas y la cara quemadas. Pero est¨¢ vivo.
A las seis de la tarde, ?ngel Acebes, ministro del Interior, anuncia una nueva comparecencia para las 18.30. Hace casi 24 horas que se descubri¨® una mochila bomba. No puede retrasar por m¨¢s tiempo el anuncio de un descubrimiento tan importante, m¨¢xime cuando este hallazgo se ha filtrado. Por si fuera poco, se acaba de producir una llamada al diario Gara y a la radio televisi¨®n p¨²blica vasca (EITB):
- "La organizaci¨®n ETA quiere hacer saber que no tiene ninguna responsabilidad en los atentados ocurridos ayer en Madrid".
Acebes hace una detallada exposici¨®n de las pruebas en manos de la polic¨ªa y reconoce que se "abren nuevas posibilidades en la investigaci¨®n". Pero su l¨ªnea argumental no se aparta un mil¨ªmetro de la expuesta en sus ¨²ltimas intervenciones:
- ETA sigue siendo la principal l¨ªnea de la investigaci¨®n.
Llueve sobre Madrid. No ha dejado de hacerlo durante todo el d¨ªa. La ciudad est¨¢ parada. El paseo de la Castellana comienza a vislumbrar una riada de ciudadanos con paraguas. Los comercios cierran ordenadamente. Los medios p¨²blicos de transporte transportan gratuitamente a miles de vecinos hacia el punto de reuni¨®n: la plaza de Col¨®n. Acebes teme no llegar a tiempo para el comienzo de la gran manifestaci¨®n. Su jefe de gabinete le ofrece ir en moto.
Un escalofr¨ªo, en forma de pregunta, recorre Madrid:
- ?Qui¨¦n ha sido?
Manifestaci¨®n a las ocho de la tarde. A las siete, ya no cabe ni un paraguas m¨¢s en el paseo de la Castellana. El recogimiento que durante casi una hora preside el recorrido previsto de la manifestaci¨®n -desde Col¨®n hasta la plaza de Atocha- se rompe y estalla en un grito cuando llega el presidente Aznar:
- ?Qui¨¦n ha sido?, ?qui¨¦n ha sido?
Uno de los altos cargos del PP que vive ese momento en la cabecera de la pancarta explica la zozobra que embarga a los principales dirigentes del partido:
- Aznar, serio, encerrado en s¨ª mismo, sin hablar con nadie, con la cara congestionada. A su lado, el pr¨ªncipe Felipe y las infantas, pas¨¢ndolo muy mal; unos pasos atr¨¢s, Ana Botella, llorando como una Magdalena; Rodr¨ªguez Zapatero, con un punto de indignaci¨®n contenida en la mirada; y Mariano Rajoy, que pregunta una y otra vez: "?Qu¨¦ est¨¢ pasando?".
La pregunta en s¨ª es una respuesta. El candidato del PP ha estado todo el d¨ªa de emisora en emisora, haciendo declaraciones, sosteniendo las tesis del Gobierno, alejado, en cualquier caso, de lo que se est¨¢ cociendo en la calle y de lo que est¨¢ pasando en Interior. Su peque?o c¨ªrculo de colaboradores tiene m¨¢s informaci¨®n de lo que est¨¢ sucediendo en la opini¨®n p¨²blica por gente ajena al Partido Popular.
La ecuatoriana Nilsa Arrobo sigue buscando a su hija de tres a?os. Antes de la explosi¨®n la llevaba en sus brazos. Ha pasado m¨¢s de un d¨ªa y no la encuentra. Se llama Jeniffer, es morena con el pelo rizado y vest¨ªa una casaquita rosa el 11-M. En el caos del atentado, Mar¨ªa Dolores, otra mujer ecuatoriana, la cogi¨® entre sus brazos y declar¨® ante las c¨¢maras de Telemadrid: "Hasta que su mam¨¢ aparezca, yo la cuidar¨¦ como si fuera m¨ªa". El viernes por la tarde, Nilsa Arrobo encuentra por fin a su hija, ingresada en el hospital de La Paz.
Once millones de espa?oles se han echado a la calle en distintos puntos del pa¨ªs. Se percibe una mezcla de desconcierto y pena, de miedo y de indignaci¨®n por no saber contra qui¨¦n hay que lanzar los gritos de protesta. En la de Madrid, unas mujeres ¨¢rabes se pasean con un cartel que dice en ¨¢rabe y en castellano:
- Sufrimos con vosotros.
Al llegar a la manifestaci¨®n, el presidente y su Gobierno piensan que los pitos y los abucheos de "?qui¨¦n ha sido?" no son espont¨¢neos, que proceden de alg¨²n grup¨²sculo organizado. Se sorprenden cuando observan que la protesta no amaina seg¨²n avanzan, como tampoco lo hace una lluvia tan copiosa y persistente como incapaz de acobardar a los madrile?os.
La intensidad de la pena no consigue apartar las rivalidades pol¨ªticas. En Euskadi, donde se viven las mayores concentraciones de gente de la historia, los pol¨ªticos acuden separados. Unos, tras la pancarta cuyo lema ha impuesto el Gobierno. El resto, m¨¢s atr¨¢s. En Catalu?a, la cosa pasa a mayores. Los ministros Rodrigo Rato y Josep Piqu¨¦ son abucheados durante todo el recorrido. Al final, sus escoltas los tienen que sacar, pr¨¢cticamente en volandas, por el t¨²nel de un aparcamiento p¨²blico.
La cabeza de la manifestaci¨®n de Madrid, en la que participan mandatarios europeos como Prodi, Raffarin, Berlusconi o Dur?o Barroso, se acerca a Atocha. S¨®lo quedan unos 20 metros para llegar al final. La tensi¨®n es evidente. La crispaci¨®n contenida no ha cesado. De pronto, el delegado del Gobierno, Javier Ansu¨¢tegui, nota que la indignaci¨®n va en aumento y que lo mejor es sacar a las personalidades de all¨ª lo antes posible.
Se produce una desbandada de autoridades. No hay tiempo para despedidas, para el protocolo. Polic¨ªa y escoltas act¨²an con la profesionalidad de costumbre. La pancarta queda en el suelo y alguien se ocupa de soltar la cuerda que la sostiene. La multitud sigue gritando un reproche en forma de pregunta:
- ?Qui¨¦n ha sido?
A las nueve de la noche, de todos los barrios de la ciudad sigue lloviendo gente.
MA?ANA "?P¨¢salo!" Relato del 11-M desde las 7.00 del s¨¢bado a las 24.00.
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