Piezas de un autorretrato
No hay muchos ejemplos semejantes al de un artista que haya desarrollado una trayectoria de m¨¢s de dos d¨¦cadas y que la haya concentrado en los ¨²ltimos a?os de su vida, cuando ya contaba con 60 a?os. John Coplans (Londres, 1920-Nueva York, 2003) lo hizo. Comenz¨® interes¨¢ndose por el arte a trav¨¦s de la pintura, con cuya pr¨¢ctica coquete¨® durante alg¨²n tiempo. Pronto la abandon¨® para dedicarse a eso que los fil¨®sofos llaman el "mundo del arte", de su discurso cr¨ªtico, sus instituciones muse¨ªsticas y expositivas. Le cupo el honor de ser uno de los fundadores de la revista Artforum, dirigi¨® galer¨ªas, museos, escribi¨® ensayos y libros. Sin embargo, en 1979 decidi¨® dejar a un lado todas esas actividades para inscribirse en el "mundo del arte" como artista.
JOHN COPLANS
Galer¨ªa Visor
Corretgeria, 26. Valencia
Hasta el 20 de abril
No es de extra?ar que estas fotos hayan sido saludadas desde el flanco de los defensores de un arte comprometido con la part maudite y la est¨¦tica de lo abyecto
Ya esto resulta bastante extra?o. Desde cierto punto de vista, podr¨ªa entenderse como el producto de un cansancio, incluso de una cierta desconfianza respecto de la validez o el inter¨¦s de todo ese inmenso mar de palabras en el que navega (y, se dir¨ªa, muchas veces naufraga) el arte contempor¨¢neo. Pero tambi¨¦n podr¨ªa tratarse de una especie de voluntad de radicalizaci¨®n interventiva, de una provocaci¨®n conscientemente orientada a proponer caminos por la v¨ªa m¨¢s inmediata.
De hecho, llama la atenci¨®n el contraste entre su trayectoria como cr¨ªtico y su itinerario como artista. La primera fue m¨¢s bien ambivalente, casi siempre oscilante entre el formalismo y el pop (Judd y Warhol), entre la abstracci¨®n y la fotograf¨ªa (Still y Weegee), entre el arte serial y la experiencia inconmensurable (Smithson). Como artista, sin embargo, Coplans no ha podido ser m¨¢s directo y elocuente. Su opci¨®n ha sido la fotograf¨ªa. Siempre en forma de autorretrato, primeros planos ampliados, a menudo en forma de d¨ªpticos o tr¨ªpticos de gran formato, de partes de su propio cuerpo. Primero fueron sus manos y sus dedos, m¨¢s tarde sus pies, luego sus piernas y su torso. Nunca, por cierto, la cabeza.
Ha sido Jean-Fran?ois Ch¨¦vrier quien ha subrayado las conexiones entre el trabajo de Coplans y las im¨¢genes tard¨ªas de Philip Guston, tan llenas de carga personal y autobiogr¨¢fica, de una peculiar intemporalidad, de juego entre la descripci¨®n objetiva, la narraci¨®n y la fantas¨ªa on¨ªrica, de autoparodia y de provocaci¨®n, de apelaci¨®n a la capacidad emp¨¢tica del espectador. Con raz¨®n se habla a este prop¨®sito de una rehabilitaci¨®n del concepto de lo grotesco.
Grotesco, en efecto, tiende a parecer a primera vista el empe?o en presentar una y otra vez, con todo detalle, esas im¨¢genes fe¨ªstas de trozos del cuerpo desnudo de un vejestorio, ofrecidas adem¨¢s en los t¨¦rminos de unas cualidades t¨¢ctiles emparentadas con la tradici¨®n de la escultura. El propio Coplans ha reconocido ese car¨¢cter pasablemente monstruoso que impregna la mayor parte de sus fotograf¨ªas, de un organicismo descompuesto que nos confronta desde un mundo sin historia, de un cuerpo cuya vida se nos antoja escasa, extra?a, incluso parad¨®jica.
De alg¨²n modo, ese cuerpo
fragmentado tiene algo de regresivo. A trav¨¦s de su violenta abstracci¨®n, incluso a trav¨¦s de su estructuraci¨®n en forma de montaje de elementos yuxtapuestos que se reflejan los unos a los otros, nos vuelve a remitir a aquel cuerpo originario del que hablaba Lacan como el propio del infans anterior a la fase del espejo, cuando todav¨ªa no es capaz de reconocerse como una totalidad individual. Parece como si ese cuerpo envejecido volviera a contemplarse, pr¨®ximo a la muerte, como un amasijo de carne y de miembros inarticulados, de nuevo camino de lo Real que se halla del otro lado de la Ley. No es de extra?ar que estas fotograf¨ªas hayan sido saludadas desde el flanco de los defensores de un arte comprometido con la part maudite y la est¨¦tica de lo abyecto. Esa epidermis endurecida, ajada y peluda, ese feo culo, esos test¨ªculos colgantes, ese decr¨¦pito torso masculino que se ofrece a la manera de una odalisca... En 2002, despu¨¦s del 11-S y poco antes de morir, un aterrorizado Coplans le comunicaba a Ch¨¦vrier lo que por entonces ve¨ªa: "Nada m¨¢s que muerte y guerra, y bombas estallando". En cualquier caso, en esa especie de retrato del artista como cuerpo viejo no deja de resonar sordamente el antiguo mensaje: tua res agitur.
![Imagen de la serie 'Body parts, n¨²mero 2' (2001-2003), de John Coplans, que se exhibe en Valencia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Z4L7N26VIQLXEJL7ZXQ2N6OB3E.jpg?auth=460cb5dc399b7a55efe264ae6cb8ceebfa305555fb6cca1f8e55a15fae5ed7f3&width=414)
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