"El deprimido molesta"
Pregunta. ?A qu¨¦ se llama depresi¨®n?
Respuesta. A la tristeza, a la falta de ganas.... Esos parones que uno tiene a veces durante segundos y otras veces durante d¨ªas o ¨¦pocas. La depresi¨®n es un afecto. No es exactamente una enfermedad, no es un s¨ªntoma, sino algo que puede acompa?ar a situaciones muy variadas tanto felices como infelices. Tras conseguir una meta ansiada durante mucho tiempo viene un baj¨®n, porque no era la meta, sino el camino hacia ella lo que hac¨ªa mantenerse con ganas.
P. ?Por qu¨¦ nos deprimimos m¨¢s que nunca?
R. Porque reflexionamos menos acerca de esos momentos de depresi¨®n que tenemos cotidianamente y buscamos r¨¢pidamente una soluci¨®n a trav¨¦s de una adicci¨®n: el deporte, las drogas, la televisi¨®n... La depresi¨®n actualmente es muy r¨¢pidamente tratada con medicamentos. Eso hace que mejoremos de los s¨ªntomas, pero luego volvemos a caer a partir de cualquier acontecimiento que recuerde en sus elementos a aqu¨¦l que est¨¢ en el origen de la depresi¨®n y que no fue considerado.
P. ?Esto, si se cura, c¨®mo se cura? ?Hablando?
R. No se cura. Siempre vamos a estar mal en alg¨²n momento. La depresi¨®n es aquello contra lo que lucha la vida. El tema est¨¢ en una r¨¢pida recuperaci¨®n. Hay que entender a qu¨¦ se debe y eso requiere un tiempo. Hay mucha gente que no le gusta verlo ni mostrarlo. Hay mucha gente muy triste que no lo parece,pero padece una depresi¨®n o una melancol¨ªa, y lo ¨²ltimo que piensa es que se le puede ayudar.
P. A lo largo de la historia la ayuda ha sido nefasta.
R. Los m¨¦dicos m¨¢s antiguos han aplicado m¨¦todos que persegu¨ªan causar una molestia al paciente, infringir un castigo f¨ªsico. L¨®gicamente porque el deprimido molesta.
P. ?No se considera enfermedad por motivo econ¨®mico?
R. El hecho de que sea una enfermedad hace que est¨¦ cubierta por los seguros. Tambi¨¦n est¨¢ la presi¨®n de la industria farmac¨¦utica, que considera enfermedad cualquier afecto, incluso la timidez. Pero considerar que la salud mental tiene car¨¢cter org¨¢nico contribuye a mantener el orden social. Implica que hay que conformarse a una norma y no modificar las circunstancias sociales que producen esos estados. Si alguien pierde el trabajo, est¨¢ deprimido, y si se le dan antidepresivos continuar¨¢ sin trabajo y tranquilo.
P. Dice en su libro que en la modernidad el hombre mir¨® a la ciencia como una soluci¨®n para el mundo, mientras que ahora espera que le solucione su problema.
R. El comunismo y el socialismo no han triunfado. Ni como doctrina econ¨®mica ni como un ideal alcanzable por otros caminos liberales. Esa igualdad que pudiera producir que nadie tuviera mala conciencia en el mundo se termin¨®. Y en lugar de cambiar el mundo, queremos cambiarnos el aspecto.
P. ??se es el producto de una depresi¨®n tambi¨¦n?
R. El contacto con el exterior nos ha dejado la idea de que no podemos cambiar nada. Somos impotentes y cada acto que hagamos es fallido. El deprimido busca un acto perfecto en ¨²ltima instancia. El suicidio lo es. Y el suicidio altruista es algo que ha arraigado en ciertas culturas: un acto perfecto que lleva al para¨ªso. En realidad no hay tanta diferencia entre lo social, lo individual. Los m¨¦todos utilizados para aliviar la situaci¨®n social de pa¨ªses que pudieran ser fuente de individuos peligrosos para las sociedades occidentales son los bombardeos, y para nada se tiene en cuenta lo que pasa all¨ª. Lo mismo pasa con la depresi¨®n: se le bombardea con medicamentos.
EN DOS TRAZOS
Francisco Calvillo Samada (Valencia, 1959) acaba de publicar 'La depresi¨®n, entre mitos y rumores' (Biblioteca Nueva), un libro en el que aborda con amenidad y novedosa perspectiva esta afecci¨®n social que padece una de cada cuatro personas. Estudi¨® en el colegio Castellanos con profesores rojos y depurados, entre pandilleros e hijos de progres, obtuvo la licenciatura de medicina en Valencia y luego se especializ¨® en psiquiatr¨ªa en Montpelier.
Desde 1996 pertenece al consejo cient¨ªfico de la Fundaci¨®n Europea para el Psicoan¨¢lisis.
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