El hombre que aprende a hablar turco
Cuando Ronaldinho marca goles su campo ruge de satisfacci¨®n, porque ese futbolista escurridizo y m¨¢s h¨¢bil que nadie es su mascota, el hombre que ha salvado de la tristeza al F¨²tbol Club Barcelona. Hay entre todos esos que se levantan entusiasmados un hombre habitualmente triste que abandona el banquillo, salta al c¨¦sped riendo y se abraza a s¨ª mismo como si el gol lo hubiera metido ¨¦l, aunque su oficio sea el de portero.
Ese hombre es Rust¨¹, el portero suplente del Bar?a, turco de nacionalidad y de lengua, que vino al equipo azulgrana con la intenci¨®n de ser el titular absoluto... Las desgracias del f¨²tbol se cebaron sobre ¨¦l, y algunas actuaciones desafortunadas lo recluyeron en la situaci¨®n en la que est¨¢ ahora... Pero aunque no juega, le brillan los ojos especialmente cuando acierta Ronaldinho y hace diana en la puerta contraria. Cuando Rust¨¹ expresa as¨ª su alegr¨ªa, que enfocan las c¨¢maras para demostrar que es un hombre que tambi¨¦n r¨ªe, lo que hace el turco es agradecer, entre otras cosas, un gesto que define la manera de ser del mejor jugador que ha tenido el Bar?a desde Cruyff.
Y es que Ronaldinho, que a¨²n no habla catal¨¢n, ya dice algunas palabras en turco. Las ha aprendido para convertirse en interlocutor de Rust¨¹, cuya lengua es la m¨¢s alejada de todas las lenguas que se hablan en el banquillo. El club le ha ofrecido a Ronaldinho aprender catal¨¢n, pero ¨¦l no quiere ir a clase; se cri¨® en la calle, jugando al f¨²tbol, y fue la mascota de su equipo (Gremio, de Porto Alegre) en el que se hicieron su padre (un portero frustrado) y su hermano Roberto As¨ªs; y en la calle es donde ¨¦l quiere seguir aprendiendo, catal¨¢n o cualquier cosa.
Pero dice palabras en turco para que Rust¨¹ no est¨¦ solo. Esa no es una an¨¦cdota. Algunos futbolistas tienen una imagen en el campo (alegres, e incluso simp¨¢ticos), pero en privado luego son hoscos, engre¨ªdos, firman los aut¨®grafos como si estuvieran rascando la piel de los fans... Pero Ronaldinho es ese que ustedes ven, no tiene doblez. Cuando salta al campo -o cuando se va de los aviones, o de los autobuses, o cuando va al cine- es siempre el ¨²ltimo en salir; no es divismo, es man¨ªa: quiere saber que no falta nadie, y que, por tanto, ¨¦l puede andar tranquilo. Una vez en el campo, si se trata de eso, se dirige uno a uno a todos sus compa?eros, los besa en la frente, los abraza, les habla (a uno en turco) y los anima en lo que ¨¦l considera la situaci¨®n m¨¢s grave de un hombre: un partido de f¨²tbol. Y despu¨¦s reza o se persigna todo el tiempo. Y habla sin parar, como hac¨ªan Cruyff o Guardiola. Invoca a Dios, mira a lo alto antes de abrazar despu¨¦s de un gol.
El ¨²ltimo domingo marc¨® un tanto extraordinario, ante la Real Sociedad, en el antepen¨²ltimo minuto. Y antes hab¨ªa fallado desde la misma posici¨®n una falta igual. En esta ocasi¨®n se le pudo ver en la posici¨®n en la que no hab¨ªa tenido ¨¦xito, hablando para s¨ª mismo y haciendo gestos de agrimensor con sus manos nervios¨ªsimas: estaba calculando en qu¨¦ hab¨ªa consistido su fallo. Lo corrigi¨® luego; como Juan Rulfo, Ronaldinho escribe corrigiendo. Una semana antes, en Murcia, su compa?ero Overmars (marginado muchas veces por los entrenadores) le facilit¨® un gol perfecto: ¨¦l se dirigi¨® a Overmars (otro hombre triste del banquillo), lo levant¨® en peso y le dedic¨® su alegr¨ªa. Poco antes, Pedro Javier Saviola marc¨® su gol: fue hacia ¨¦l como una flecha, y debi¨® decirle: "Hoy no se celebra". Era el fin de semana del dolor por las v¨ªctimas de los atentados de Madrid. Y se cabrea, claro: cuando el entrenador Rijkaard le quit¨® de un partido contra el Zaragoza, cuando adem¨¢s se dispon¨ªa a lanzar un c¨®rner, rode¨® el campo para marcharse y mir¨® al banquillo taladr¨¢ndolo de rabia...; a diferencia de otros astros, ¨¦ste luego no tom¨® venganza alguna. Y es que Ronaldinho siempre quiso creer que todos los hombres (incluso los entrenadores) son sus hermanos, y est¨¢ dispuesto, para llevar alegr¨ªa a los que est¨¢n a su lado, incluso a aprender turco. Su n¨²mero es el 21 (naci¨® un 21 de marzo), y los gui?oles dicen que su palabra, siempre, es fiesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.