El privilegio ejecutivo de los asesores del presidente
La Casa Blanca no cambi¨® de opini¨®n sobre la comparecencia de Condoleezza Rice hasta que un grupo considerable de expertos legales y pol¨ªticos argumentaron con el peso de la historia la debilidad de las justificaciones constitucionales empleadas para defender esa negativa. Basta repasar la lista de "invitados" en comisiones de investigaci¨®n de las dos o tres ¨²ltimas d¨¦cadas para encontrar sobradas excepciones a una regla que ni siquiera es obligatoria.
El derecho constitucional establece la obligaci¨®n de comparecer ante comisiones legislativas para los cargos p¨²blicos cuyo nombramiento haya contado con la confirmaci¨®n del Senado. Es el caso de los secretarios de Estado y Defensa, Colin Powell y Donald Rumsfeld, respectivamente, que comparecieron bajo juramento la semana pasada. En cambio, los consejeros personales del presidente (que no est¨¢n sometidos a la aprobaci¨®n del Senado porque son de designaci¨®n directa) est¨¢n amparados por las prerrogativas del "privilegio ejecutivo", una especie de inmunidad redactada para proteger la confidencialidad de conversaciones entre el presidente y sus consejeros.
En nombre del privilegio ejecutivo se ha justificado el secretismo de muchos contactos y conversaciones que pod¨ªan perjudicar a varios presidentes. Es, por ejemplo, el mismo argumento que emplea el vicepresidente, Dick Cheney, para negarse a facilitar no s¨®lo la transcripci¨®n de los contactos, sino incluso el nombre de las personas con las que se reuni¨® para dise?ar la pol¨ªtica energ¨¦tica del Gobierno. El contenido de las reuniones puede tener ramificaciones hacia los pol¨¦micos contratos con la empresa Halliburton en Irak, que ¨¦l mismo presid¨ªa. Los encuentros se celebraron en mayo de 2001.
Tribunal Supremo
El Tribunal Supremo ha aceptado dictaminar qui¨¦n tiene raz¨®n en este debate jur¨ªdico, aunque Cheney cuenta con ventaja. Por un lado, es el mismo tribunal que le permiti¨® ser vicepresidente al parar el recuento de votos en Florida; por otro, Cheney ha hecho excursiones de caza con uno de los jueces del Supremo, algo que a la mayor¨ªa de los juristas les parece escandaloso. El juez, Antonin Scalia, se niega a recusarse en el caso.
Existe la posibilidad de que un consejero presidencial se acoja al privilegio ejecutivo para negarse a testificar. Lo que no existe es la obligaci¨®n a negarse a hacerlo. Es una decisi¨®n voluntaria. Rice se negaba en defensa de la separaci¨®n de poderes, "aunque nada me gustar¨ªa m¨¢s que poder testificar", dec¨ªa en las entrevistas, lo que daba a entender que no pod¨ªa hacerlo.
Existen m¨²ltiples precedentes que justifican lo contrario. Sandy Berger, consejero de Bill Clinton, compareci¨® en 1997 ante una comisi¨®n que investigaba la financiaci¨®n de los dem¨®cratas. Zbigniew Brzezinski, consejero de Jimmy Carter, tambi¨¦n compareci¨® en 1980 acerca de los negocios de un hermano del presidente con Libia. Y varios asistentes y consejeros de Richard Nixon ayudaron a desentramar -bajo juramento- los entresijos del caso Watergate.
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