Pulso entre El Cid y Victorino
Los toros de Victorino siempre cumplen las promesas. No miente el bravo, no miente el manso y no miente la alima?a. En igualdad de condiciones, la lidia se convierte en un duelo sin reservas. En una noble lucha, en la que nunca se sabe bien qui¨¦n es el m¨¢s fuerte. Y ayer, en la corrida hubo toros para todos los gustos.
El toro de menos apariencia fue el tercero, mas la seriedad la guardaba en su juego, en acciones e intenciones. El Cid despej¨® dudas nada m¨¢s tomar la muleta. Firm¨®n, con mucho mando y seguridad, una faena de impecable temple; de mucho fondo y lucidas formas. En el sexto trag¨® por tener compensaci¨®n. Por la izquierda, al igual que en el anterior, rubric¨® lo mejor, con tanto riesgo como confianza.
Mart¨ªn / Uceda, Miura, Cid
Toros de Victorino Mart¨ªn, desiguales. Uceda Leal: saludo tras aviso, y oreja. D¨¢vila Miura: silencio tras aviso, y divisi¨®n. El Cid: oreja y vuelta. Plaza de Castell¨®n, 3 de abril , 7? de feria. Casi lleno.
La nobleza y calidad del primero por el lado izquierdo dej¨® a un ceremonioso Uceda respetar la norma cl¨¢sica, una faena por naturales, en series espaciadas, est¨¦ticos y de dibujo largo. Una obra muy viva, que se muri¨® de mala manera con la espada. Astifino, con estilo en varas y un feo gesto al escarbar, fue el cuarto. Tambi¨¦n de frenazo en seco. Uceda no cedi¨® terreno y mostr¨® el lado pele¨®n de un toreo cl¨¢sico.
Un susto fue la faena de D¨¢vila Miura al segundo, que lo prendi¨® dos veces. El quinto fue la alima?a de la corrida. La lucha fue desigual, siempre con ventaja para el toro.
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