Yo soy aquel negrito
A mediados de los sesenta, Maribel Mart¨ªn era una adolescente atrapada en la vida pero con un mont¨®n de sue?os por delante. En la cocina de su casa, a eso de las cinco, sonaba por entonces la voz ¨ªntima de Roberto Rizzo entonando la popular Canci¨®n del Colacao. La historia ven¨ªa de lejos, de mucho antes de que ella naciera. All¨¢ por el 46, los empresarios catalanes Ignacio Ferrero y Jos¨¦ Mar¨ªa Ventura sacaron al mercado esos polvos que convert¨ªan la leche en estupendo batido de chocolate. En aquellos a?os de posguerra y cartilla de racionamiento, el producto result¨® un fracaso. Hasta que alguien tuvo la idea de recurrir a la publicidad e impulsar las ventas con cu?as radiof¨®nicas. De este modo, la SER emiti¨® por primera vez en 1955 el anuncio del Colacao, con m¨²sica y letra de Aureli Jordi Dotras.
A Maribel Mart¨ªn, sin embargo, la vida no la trat¨® con igual fortuna. Los sue?os de aquella adolescencia con merienda y canciones del ?frica tropical se desvanecieron de pronto, encaden¨® fracasos y acab¨® busc¨¢ndose el sustento por locales de alterne. Trabaj¨® de camarera detr¨¢s de una barra, de muchacha de compa?¨ªa y de ramera sin m¨¢s. Hace un a?o, debido quiz¨¢ a las secuelas del tiempo en su carne herida, la echaron del Club Costa Rica de Granollers. Ella, no obstante, pidi¨® la carta de despido y esquiv¨® la amenaza. Luego denunci¨® el abuso y no cej¨® hasta lograr dos sentencias favorables que han obligado a los due?os del local a abonar 9.578 euros de cotizaci¨®n por el ¨²ltimo a?o trabajado. Lo supo el pasado lunes, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a -era el primer caso- reconoci¨® sus derechos laborales como chica de alterne.
Ahora se enfrenta a un mundo de puertas cerradas y una sola alternativa: hacer la calle con precio a convenir. Le duele aceptar que nadie le dar¨¢ trabajo, como tambi¨¦n le ha dolido la noticia de que un hist¨®rico de Nutrexpa, Jordi Dotras, el compositor de la melod¨ªa del Colacao, muri¨® en Barcelona el pasado domingo. Con ¨¦l se iba ese trozo de inocencia que ella guardaba en su bolso desde hac¨ªa algo as¨ª como cuarenta a?os.
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