Catalu?a, atr¨¦vete
La ¨²ltima reuni¨®n del Consejo Europeo, que se celebr¨® en Bruselas los pasados d¨ªas 25 y 26 de marzo, ha confirmado el cambio de clima que ha producido en el seno de la Uni¨®n Europea, y m¨¢s all¨¢, en toda la situaci¨®n pol¨ªtica internacional, la victoria de Rodr¨ªguez Zapatero en las recientes elecciones generales. Hemos visto, por una parte, la frialdad con que se ha producido la despedida de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y por otra, el anuncio de Bertie Ahern, presidente actual del Consejo, de que, eliminada la posici¨®n de bloqueo que encabezaba el Gobierno espa?ol y ante la posici¨®n negociadora anunciada por el futuro presidente, el clima de consenso para aprobar el proyecto de Constituci¨®n es general y ¨¦sta puede ser un hecho en los pr¨®ximos meses.
No hay duda de que esta nueva situaci¨®n afecta a las posibilidades de Catalu?a en sus aspiraciones a intervenir en la pol¨ªtica europea y que obliga a hacer una nueva lectura del proyecto de Constituci¨®n que tenga en cuenta, al mismo tiempo, la capacidad de compromiso del futuro Gobierno del PSOE y los acuerdos firmados por el tripartito catal¨¢n con relaci¨®n a la pol¨ªtica europea, sin olvidar la declaraci¨®n de Salzburgo adoptada por la IV Conferencia de Presidentes de las Regiones con Poder Legislativo del pasado mes de noviembre.
Es obligado considerar que, razonablemente, un proyecto de Constituci¨®n elaborado por consenso por una convenci¨®n de 105 miembros representativos de gobiernos, parlamentos estatales, Parlamento Europeo y Comisi¨®n Europea s¨®lo pod¨ªa ser fruto de mutuas concesiones, tanto m¨¢s por cuanto se trabajaba abri¨¦ndose paso en un proceso hist¨®rico que durante m¨¢s de 50 a?os han hegemonizado los gobiernos de los Estados miembros. Unos Estados que, si bien pierden en el proyecto de Constituci¨®n una parte importante de su poder, siguen manteniendo en sus manos la llave para abrir la puerta que permita a las regiones europeas con poder legislativo intervenir directa y efectivamente en los centros de decisi¨®n de la Uni¨®n Europea. Pero, ante un texto marco que globalmente significa un paso adelante en la democratizaci¨®n de la Uni¨®n Europea, que comienza por conferirle personalidad jur¨ªdica y que incorpora, por ejemplo, el texto de la Carta de los Derechos Fundamentales, ser¨ªa probablemente un error que Catalu?a no intentara elaborar una posici¨®n com¨²n que, encabezada por el tripartito y con la voluntad de sumar todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales posibles -como se pretende con el nuevo Estatut-, definiera unos principios generales para presentarlos ante el Gobierno del Estado y llevarlos a las dem¨¢s regiones europeas con poder legislativo. Una posici¨®n com¨²n que evitara en lo posible que un texto tan fundamental se convierta en instrumento esquem¨¢tico de utilizaci¨®n meramente electoralista y que diera por sentado que no se establecen limitaciones al leg¨ªtimo derecho de cada fuerza pol¨ªtica a defender sus propias posiciones diferenciadas
expresadas a trav¨¦s de las propuestas program¨¢ticas que ofrecer¨¢n a los ciudadanos en las pr¨®ximas elecciones al Parlamento Europeo del 13 de junio.
En resumen, la din¨¢mica constituyente europea se ha recuperado gracias al resultado electoral del 14 de marzo en Espa?a, lo cual es, en principio, un hecho positivo que permite pensar que dentro de pocos meses podemos contar con un proyecto de Constituci¨®n aprobado en primera instancia por los gobiernos de los Estados. Y esta perspectiva invita a toda la sociedad catalana a definir y a defender unida su posici¨®n com¨²n ante la pol¨ªtica europea del nuevo Gobierno del Estado y a transmitirla tambi¨¦n a las instituciones europeas. Con realismo, s¨ª, pero sin claudicaci¨®n ni demagogia, evitando frustraciones y conscientes del sentido de responsabilidad que exige una etapa del proceso de construcci¨®n europea que, sin exageraci¨®n y sin caer en el t¨®pico, entre todos podr¨ªamos hacer que fuera hist¨®rica.
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