9 d¨ªas confundida como narcotraficante
La periodista espa?ola Isabel G¨®mez Benito quer¨ªa recorrer el camino inca y conocer el Machu Picchu, pero s¨®lo pudo aprender c¨®mo buscarse la vida en una c¨¢rcel de Per¨². Su pesadilla, como ella misma lo denomina, comenz¨® el d¨ªa 4 de abril cuando su vuelo aterriz¨® en el aeropuerto de Lima, ciudad en la que hab¨ªa imaginado unas agradables vacaciones de Semana Santa. Pero fue del aeropuerto al calabozo, y del calabozo al centro de reclusi¨®n de mujeres de Santa M¨®nica. Su delito: llamarse exactamente igual que una narcotraficante sobre la que pesan 11 ¨®rdenes de busca y captura de la Interpol desde hace 10 a?os. "Cuando me detuvieron en el aeropuerto y comprobaron que mi nombre y apellidos coincid¨ªan con los de esa persona reclamada por la justicia, los polic¨ªas temblaban porque pensaban que yo era esa peligrosa fugitiva". Al principio estaba tranquila porque no daba cr¨¦dito a lo que estaba ocurriendo: "Pens¨¦: '?D¨®nde est¨¢n las c¨¢maras ocultas?'. No me lo pod¨ªa creer". Sigue, e incluso a veces se recrea en su relato: "Intent¨¦ convencerles de que yo no era la persona que buscaban. Incluso tecle¨¦ mi nombre en Internet para que vieran que lo que les contaba era cierto". Nada de eso funcion¨®. Se queja de que no contrastaran sus huellas, ni los rasgos f¨ªsicos, ni nada. El delito de la otra Isabel G¨®mez era haber recibido en 1994 dos sobres con coca¨ªna en su direcci¨®n de M¨®stoles (Madrid). No hab¨ªa m¨¢s datos. La pena: ocho a?os de c¨¢rcel. Tras algunas comprobaciones, la familia de Isabel descubri¨® que en Espa?a hab¨ªa otras cinco personas con el mismo nombre y apellidos. El susto lleg¨® cuando sali¨® de la ratonera, donde estuvo 48 horas sin comer ni beber: "Me llevaron ante un magistrado que fij¨® el juicio para el d¨ªa 21 de abril y firm¨¦ un documento en el que me daba por enterada de mi ingreso en prisi¨®n". En la c¨¢rcel de Santa M¨®nica "me metieron con las que yo llamo mis queridas raterillas, mujeres de todo tipo con sus historias y sus delitos m¨¢s o menos graves". En un "zulo con olor a pis" de 25 metros cuadrados y un solo ba?o se hacinaban 70 almas cargadas de pobreza. "No te f¨ªes de nadie, ni siquiera de m¨ª. Est¨¢s entre ladronas", le dijo una de las reclusas. Cuenta que all¨ª alguna de las historias roza la ficci¨®n: "Una mujer ya mayor era conocida en la prisi¨®n por haber matado a sus dos hijos y haberlos guisado para el almuerzo de su marido". Su salida de Per¨², el d¨ªa 13 de abril, fue tan accidentada como la llegada: "Tuve que marcharme de forma ilegal porque en los juzgados hab¨ªan perdido mi expediente".
Esta madrile?a de 33 a?os, que dirige el departamento de Comunicaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Bucaramanga, en Colombia, no tuvo oportunidad ni ganas de conocer el Machu Picchu, pero s¨ª al presidente Alejandro Toledo. "Me dijo que se sent¨ªa avergonzado por lo que hab¨ªa sucedido, pero que Per¨² era una democracia y que ¨¦l no ten¨ªa poder sobre el judicial. Despu¨¦s me pidi¨® disculpas".-
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