La retirada
No siempre puede contarse toda la verdad ni de modo precipitado a los ciudadanos cuando se trata de la seguridad nacional, asuntos complejos de Estado, o agendas transversales cuyos correspondientes desenlaces no deben ser aireados si con ello se arriesga un bien colectivo mayor. De ah¨ª a mentir sistem¨¢ticamente media un abismo.
Los grandes asuntos de Estado suelen ser participados por el Gobierno (en nuestro caso, por su presidente) al l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n, e incluso a algunos presidentes de CCAA, y, por supuesto, al Rey, con el inalienable compromiso de guardar el secreto y no delatar lo que se conoce, incluso cuando se est¨¢ en desacuerdo. Ese principio de confianza limitada del Gobierno en la leal oposici¨®n, que afecta a los arcana imperii, debi¨® fallar estrepitosamente entre Aznar y Zapatero, porque este ¨²ltimo, en respuesta, rompi¨® con la inveterada regla del sistema parlamentario seg¨²n la cual el partido alternativa no duplica su oposici¨®n llev¨¢ndola del parlamento a la calle y de la calle al parlamento seg¨²n le convenga, pues en algunos temas de especial entidad, el PSOE se asi¨® a todas las pancartas callejeras, mientras ejerc¨ªa con parejo entusiasmo una oposici¨®n parlamentaria que mantuvo en jaque al gobierno durante los dos ¨²ltimos a?os.
Lo sucedido los primeros d¨ªas del nuevo Gobierno con el anuncio de la salida de las tropas espa?olas de Irak sin esperar a comprobar de modo fehaciente que no habr¨¢ nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU, o que no haya dudas de que la cobertura militar de Irak no estar¨¢ bajo las ¨®rdenes de la ONU en el plazo que se plasm¨® en el programa del PSOE, nos devuelven a ese tipo de conjeturas sobre decisiones que est¨¢n relacionadas con datos que s¨®lo el gobierno maneja, y que, hasta el momento, no ha compartido con la oposici¨®n. Unos datos que, quiz¨¢s, se empezaron a reunir en aquella visita ins¨®lita del entonces todav¨ªa no nombrado ministro de Defensa a EE UU para hablar con Rumsfeld, no sabemos exactamente de qu¨¦.
El anuncio de una r¨¢pida retirada que sorprende a todos, irrita a los aliados, y desconcierta a cuantos entendemos que un error no se corrige con otro de mayor entidad (el 11-M debi¨® ser le¨ªdo con m¨¢s detenimiento y responsabilidad que el programa electoral del PSOE), no puede ser fruto de una intenci¨®n tramposa (digo esto, pero hago aquello), ni la simple amortizaci¨®n de la promesa electoral, sino la consecuencia de algo que no podemos conocer todav¨ªa, o que vamos a conocer en una comparecencia del presidente (la primera), donde, con toda seguridad, har¨ªa bien en explicarla ¨ªntegramente y con anterioridad al l¨ªder del PP, para que lo que se debata, despu¨¦s, resulte razonable y no emponzo?e m¨¢s el asunto. Es decir, que si de las reuniones de Bono con Rumsfeld, de las conversaciones de Solana y Moratinos con Powell, y de las de nuestro presidente con el de EE UU, se ha deducido claramente que EE UU en ning¨²n caso va a ceder su mando militar en Irak y, adem¨¢s, ahora mismo prepara un asalto sin contemplaciones a las ciudades donde diferentes insurgentes se han hecho fuertes en Irak, y que, al menos, en una de ellas (Nayaf), est¨¢n afectadas las tropas espa?olas ("Si van a marcharse, h¨¢ganlo ya", les dijo Powell, d¨¢ndoles prisa), es f¨¢cil entender que esta retirada no pueda explicarse todav¨ªa con la referencia a la pura y estricta verdad de que presumen los honestos, pues la responsabilidad les dicta otra cosa.
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