Los rusos sin patria del B¨¢ltico
Medio mill¨®n de habitantes de Letonia y cien mil de Estonia carecen de ciudadan¨ªa y derecho al voto
Cien mil habitantes de Estonia y casi medio mill¨®n de Letonia carecen en la actualidad de nacionalidad. Son los llamados no ciudadanos, los que tienen pasaportes grises. ?tnicamente rusos, tienen limitados sus derechos pol¨ªticos -no pueden votar en las elecciones generales ni locales en Letonia y s¨®lo en estas ¨²ltimas en el caso de Estonia - y el acceso a determinadas profesiones como abogado, notario o funcionario del Estado.
M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de la independencia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica de ambas rep¨²blicas b¨¢lticas, la integraci¨®n de las minor¨ªas rusas -alrededor de un tercio de la poblaci¨®n en los dos pa¨ªses- sigue siendo uno de los principales desaf¨ªos de sus gobiernos. Un reto que se complica por el peso que Mosc¨² ejerce a¨²n en la regi¨®n. A las frecuentes expulsiones de diplom¨¢ticos acusados de espionaje y a los contenciosos fronterizos todav¨ªa pendientes se une la sospecha de buena parte de la sociedad b¨¢ltica hacia todo lo que proceda de Rusia, sea dinero o influencia pol¨ªtica.
"Si los 'no ciudadanos' de origen ruso votaran, algunos partidos podr¨ªan perder representaci¨®n"
El propio ministro de Integraci¨®n Social de Letonia, Nils Muiznieks, reconoce que existe un gran temor a permitir que los no ciudadanos voten: "Primero, porque si pudieran votar los incentivos para adquirir la ciudadan¨ªa ser¨ªan m¨¢s d¨¦biles de lo que ya son. La segunda raz¨®n es que algunos partidos pol¨ªticos, sobre todo de la derecha, podr¨ªan perder representaci¨®n".
Desde la independencia y bajo la presi¨®n de la Uni¨®n Europea, Letonia ha ido enmendando su Constituci¨®n para facilitar el acceso de la minor¨ªa rusa a la ciudadan¨ªa. Los requisitos que se exigen ahora son un examen elemental de let¨®n, una prueba tipo test de historia y pagar una tarifa de 20 lats (unos 30 euros).
Muiznieks insiste en aclarar que la minor¨ªa rusa de Letonia "no est¨¢ establecida en regiones o zonas concretas", sino en las grandes ciudades como Riga, la capital; "que el factor decisivo es el idioma" -el let¨®n, que es la lengua oficial, s¨®lo es hablada por el 60% de la poblaci¨®n- y que
la raz¨®n principal de quienes no se han naturalizado a¨²n es de ¨ªndole "psicol¨®gica". En este sentido, a?ade que desde la aprobaci¨®n en refer¨¦ndum de la entrada en la UE, que despeja las dudas sobre el lugar de Letonia en el futuro, las naturalizaciones van mucho m¨¢s r¨¢pido, con tasas de 1.700 personas al mes".
Pese a ello, a¨²n quedan 480.000 habitantes de Letonia (el 21% de la poblaci¨®n) sin ciudadan¨ªa. El ministro lo explica porque no tenerla tiene sus ventajas: "Muchos hombres, unos cien mil, esperan a cumplir los 27 a?os para naturalizarse y evitar as¨ª hacer la mili. Tambi¨¦n porque viajar a Rusia, donde tienen familia o negocios, si no eres ciudadano es cuatro veces m¨¢s barato". El resto, en su opini¨®n, son gente mayor de 50 a?os, "presa de la vieja mentalidad sovi¨¦tica" y personas que no saben let¨®n ni tienen necesidad de aprenderlo.
El pr¨®ximo septiembre entrar¨¢ en vigor en Letonia una nueva ley de ense?anza que establece que el 60% de las materias en las escuelas p¨²blicas se impartir¨¢n en let¨®n. Letonia hered¨® de la URSS un sistema de ense?anza segregado y la reforma ha hecho que la minor¨ªa rusa haya puesto el grito en el cielo, desde quienes invocan el derecho a ser escolarizado en su lengua materna a los que sostienen que no hay suficientes profesores capacitados para ense?ar materias de ciencias en let¨®n.
Estonia concedi¨® la ciudadan¨ªa autom¨¢ticamente a todos los rusos que viv¨ªan en el pa¨ªs antes de 1944. All¨ª la situaci¨®n es menos controvertida, pero como dice Dmitri, hijo de un oficial del Ej¨¦rcito Rojo, "a nadie le gusta convertirse en inmigrante en su propio pa¨ªs. A mucha gente mayor nadie les dijo que hac¨ªa falta aprender otro idioma. En los viejos tiempos todo era en ruso".
La sombra del antisemitismo
La reciente aparici¨®n de una serie de art¨ªculos en el diario de Vilnius Respublika con el titular "?Qui¨¦n gobierna el mundo?" e ilustrado en primera p¨¢gina con una caricatura de un jud¨ªo y un homosexual sosteniendo el globo terr¨¢queo ha vuelto a despertar el fantasma del antisemitismo en Lituania.
Las autoridades lituanas, preocupadas por la imagen exterior del pa¨ªs, condenaron la publicaci¨®n de los art¨ªculos y el Parlamento decidi¨® cerrar el grifo de la informaci¨®n oficial al diario, pero el director del peri¨®dico, Vitas Tomkus, que ya ten¨ªa antecedentes, ha removido aguas profundas en la sociedad lituana.
Simonas Alperavicius, presidente de la comunidad jud¨ªa de Lituania, comenta que el antisemtismo es "como una ola, que crece y se desvanece". "Ahora tenemos una ola alta". Pese a ello, Alperavicius dice que actualmente la situaci¨®n es mejor - "hace diez a?os el mismo peri¨®dico hizo una cosa parecida y apenas hubo protestas"- y explica el caso por la ignorancia de la gente. "Dicen que los jud¨ªos son malos y no saben por qu¨¦. No jugamos ning¨²n papel pol¨ªtico en Lituania. No tenemos un s¨®lo diputado en el Parlamento".
Los jud¨ªos de Lituania, cuya presencia en el pa¨ªs se remonta a la Edad Media, llegaron a ser 250.000 antes la II Guerra Mundial. El terror "racial", como dice Alperavicius, y "social" de los sovi¨¦ticos, han dejado su n¨²mero en la actualidad en s¨®lo unos 4.000.
Las huellas de los cr¨ªmenes est¨¢n a¨²n vivas. Unos 35.000 fueron fusilados por los nazis en el bosque de Paneriai; 7.000 deportados a Siberia; del centenar de sinagogas s¨®lo queda una en pie y el viejo cementerio jud¨ªo fue convertido en los a?os cincuenta en un estadio. "Hay 200 lugares en este pa¨ªs donde se exterminaron jud¨ªos", dice Alperavicius, que recuerda que miles de ellos - se calcula que unos 6.000- se marcharon a Israel durante los a?os de la perestroika.
Tambi¨¦n est¨¢ vivo el tab¨² del colaboracionismo. "La mayor¨ªa de los lituanos no quieren hablar de la colaboraci¨®n. No niegan su participaci¨®n en el Holocausto, pero s¨ª la quieren reducir. Existe una teor¨ªa absurda de que todos los jud¨ªos eran comunistas, que fueron ellos quienes mataron a los lituanos en 1941 y que por eso se vengaron en ¨¦poca nazi", a?ade.
Un situaci¨®n similar existe en Letonia, pa¨ªs en el que la comunidad jud¨ªa -unas 90.000 personas- fue virtualmente borrada del mapa durante la ocupaci¨®n nazi. Tambi¨¦n all¨ª grupos y publicaciones de extrema derecha avivan el antisemitismo y el odio racial. Las autoridades de Riga han llevado a algunos de sus responsables ante los tribunales. Sin embargo, han arrastrado los pies en los ¨²ltimos a?os para atender los casos de los criminales de guerra denunciados por el Centro Wiesenthal. Han pasado m¨¢s de 60 a?os y muchas cosas han cambiado. Entre ellas, como dice Alperavicius, que ahora la voz de los jud¨ªos del B¨¢ltico se oir¨¢ en Occidente.
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