Madres y padres
En Francia, donde no todo es pol¨ªtica en los debates, ha brotado recientemente una discusi¨®n sobre el papel de la maternidad y de la paternidad en la formaci¨®n del ni?o. El pediatra Aldo Nouri publica Les P¨¨res et les M¨ºres (Odile Jacob) como manifiesto contra el protagonismo abrumador que han tomado muchas madres en la conformaci¨®n de la infancia. Ciertamente en Francia se dispone de instituciones hist¨®ricas que amparan la maternidad y, por tanto, no puede trasladarse directamente la pol¨¦mica a Espa?a, donde ayer se conoci¨® que un viudo hab¨ªa sido autorizado a asumir los mismos derechos maternales que su fallecida esposa y, por si faltara poco, el PSOE proyecta un permiso de paternidad especial para los hombres. En los dos supuestos, sin embargo, franc¨¦s o espa?ol, el centro del debate viene a ser igual: la acumulaci¨®n de padres y madres bajo el esp¨ªritu de la maternidad. Las madres son protegidas en atenci¨®n a su aportaci¨®n matriz y los padres son invitados a lo mismo como seres paramaternales. Para Nouri toda esta aglomeraci¨®n conduce a producir seres que alargan su infancia intoxicados de protecci¨®n. Demasiada madre, demasiado tiempo. Aunque tambi¨¦n, podr¨ªa decirse, demasiada simplificaci¨®n de lo heterosexual.
Siendo cabales, no debe aceptarse que la mujer gane menos que el hombre por igual trabajo. Pero tambi¨¦n, siendo cabales, ser¨ªa error aceptar que ganara lo mismo: deber¨ªa cobrar bastante m¨¢s. La fan¨¢tica adoraci¨®n a las leyes de la democracia han arrollado demasiadas diferencias importantes, incluidas las de la maternidad y la paternidad. No es equivalente la aportaci¨®n de un progenitor y otro en la gestaci¨®n de un hijo y, en consecuencia, la deriva de su tratamiento econ¨®mico y social. Puede que el var¨®n sea m¨¢s productivo para una empresa contando las horas de trabajo pero, tomando la aportaci¨®n en el conjunto de la sociedad, ?puede sostenerse que el hombre contribuye en mayor medida e importancia a la colectividad? Porque ?cu¨¢ntas horas productivas de m¨¢s deber¨ªa aportar un hombre para igualar la contribuci¨®n natalicia de la mujer?
La idea de repartir iguales derechos y obligaciones a toda costa se corresponde con la etapa industrial de la producci¨®n seriada. Iguales objetos; iguales sujetos. Sexos igualados en niveles pol¨ªticos, educacionales o retributivos sin otra consideraci¨®n. Lo pernicioso, no obstante, de esta convicci¨®n es que se atora en el monocultivo sin atenerse a las innumerables variantes de la equivalencia. Los padres no son las madres ni viceversa porque los ni?os tampoco son indiferentemente concebidos por uno u otro cuerpo. Como consecuencia de aquel simplismo, reflejado en la cuota igual o en la inercia hist¨®rica de la democracia elemental la imaginaci¨®n se atasca. Los ni?os tienen una particular necesidad de madre pero ni de tanta madre como para quedar empachados de protecci¨®n uterina ni menos de padres maternizados, hechos sujetos epicenos para soslayar el miedo a la discriminaci¨®n.
La sociedad actual dista de haber logrado la igualdad pero ser¨ªa reaccionario ignorar los derechos a la diferencia. M¨¢s bien si la igualdad se persegu¨ªa antes bajo una inspiraci¨®n democr¨¢tica ramplona, la democracia hoy no puede ser aut¨¦ntica sin ser compleja porque as¨ª como es empobrecedor para una escuela (francesa o no) la prohibici¨®n de los signos religiosos diferenciales, es negativa en la educaci¨®n de un ni?o la sobreactuaci¨®n de la madre, sea personalmente o por c¨®nyuge interpuesto.
En las colectividades mestizas, en los colegios mixtos, en las coproducciones cinematogr¨¢ficas o en los equipos de f¨²tbol, el producto resultante triunfa nutri¨¦ndose de las cualidades distintas. De igual modo, ni la norma a imagen y semejanza, ni el patr¨®n general o universal de valor resuelve el problema. Lo caracter¨ªstico de nuestra ¨¦poca es precisamente la diseminaci¨®n del valor, el arcoiris del sexo, las religiones de todas las formas o los helados paralelos de mil gustos.
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