Lugare?os
Todos somos lugare?os. Todos de un lugar de La Mancha, aunque unos m¨¢s que otros, la verdad. En los lugares peque?os, hasta no hace tantos a?os, se estigmatizaba al que no iba a misa. Era de insensata valent¨ªa mostrarse librepensador, peligroso ser agn¨®stico e imposible declararse ateo. Eran otros tiempos. En esta semana de tantos libros libres, de alegr¨ªas primaverales, de plegarias atendidas, de Quijotes y Sanchos cabalgando sin tener miedo a toparse con la Iglesia, parece que tampoco todos -incluso aunque sean de familia de demostrada hidalgu¨ªa- pueden caminar tan seguros de no toparse contra alguna vieja/nueva inquisici¨®n. Ejemplo, ??igo Ram¨ªrez de Haro -?no es mal nombre para empezar a hablar!-, peculiar arist¨®crata de la corriente ¨¢crata, elegante que nunca viaja en metro, intelectual sin cargo, cu?ado de la presidenta madrile?a, Esperanza Aguirre y Gil de Biedma -?tampoco est¨¢ mal!-, se est¨¢ dando de cara y cruz contra la Iglesia, sus fieles y algunos reconocidos infieles. ??igo posiblemente sea, adem¨¢s de un interesante autor teatral, una excepci¨®n cultural, pero tambi¨¦n tiene su corazoncito, aunque no mantenga un alma blanqueada por los confesionarios. Seguramente es un provocador. Pero sin provocaci¨®n, sin libertad de pensamiento y obra, nuestra cultura no avanzar¨¢ por m¨¢s aceler¨®n excepcional y afrancesado que nos prometa la flamante lugare?a, la moderna del nuevo gabinete zapater¨ªa, la egabrense vestida de cosmopolita reconstruida, Carmen Calvo. No conozco la obra pol¨¦mica de Ram¨ªrez de Haro, s¨ª recuerdo su paso por la Casa de Am¨¦rica, su habilidad para las buenas relaciones internacionales, su intercambio de cromos con gentes del mundo cultural. Dicho eso prometo ver Me cago en Dios en el teatro Bellas Artes si la presi¨®n a la contra, los insultos que recibe por tierra, mar y aire, no hacen que la retiren del cartel antes de que me d¨¦ tiempo a salir de casa. El d¨ªa de su estreno estuve con doblete en el mismo lugar de su crimen. Por un lado presentaba la lugare?a -leonesa, por supuesto- Olga Rodr¨ªguez su mirada apasionada a una ciudad sin ley, a un pa¨ªs que vive en el caos, a un infierno llamado Bagdad. En compa?¨ªa de Gabilondo, lugare?o del casco viejo de Donosti, nos acerc¨® a ese mundo lleno de furia y de rabia, a ese lugar al que nunca quisimos ir, al mismo del que ahora otro lugare?o de La Mancha, Jos¨¦ Bono, nos tendr¨¢ que sacar con toda la prudencia y legalidad que de un ministro con esp¨ªritu sanchopancesco debemos esperar. Otra cosa son sus formas expositivas, su concepto plural de la recepci¨®n, sus creencias y su esp¨ªritu patri¨®tico. Me gusta su defensa del padre. No me importa si fue falangista, comunista, cat¨®lico o librepensador.
Adem¨¢s del libro de Olga, a la hora del estreno sin medios de Ram¨ªrez de Haro, tambi¨¦n se llen¨® otra presentaci¨®n, la novela ganadora del Premio Alfaguara, Delirio, de esa lugare?a de Bogot¨¢, una mujer que nos traslada la sensaci¨®n de estar ante una dulce compa?¨ªa a pesar de haber viajado por todos los infiernos. Inteligente, de la rama culta del trotskismo, conocedora de muchas miserias del terrorismo, permanente revolucionaria tranquila, que no cree que desde la derecha se tengan mejores soluciones para terminar con el terror. Una lecci¨®n de pensamiento cuerdo y libre, nos dijo la escritora como homenaje primaveral, hab¨ªamos dado los espa?oles frente al terrorismo y con los votos. Un placer escucharla, un gozo leerla.
Tambi¨¦n all¨ª, en ese espacio central de lugare?os y universales quijotescos, donde cada a?o se lee ese libro de Paco Rico, escrito en colaboraci¨®n con otro lugare?o llamado Cervantes, El Quijote. La lectura la comenz¨® Gonzalo Rojas, gran quijotesco que naci¨® en un lugar de Chile, en un pueblo de cuyo nombre quiere acordarse, Lebu, donde conviv¨ªan mineros, pescadores, madereros y hombres propensos al relato y la mitolog¨ªa. Con ¨¦l comimos en la Residencia de Estudiantes; presentaba su libro de poemas en su voz, una joya llena de erotismo y vida, de mujeres hermosas que desde los tiempos de los fenicios han pasado por la ancha cama del poeta y premio Cervantes. Despu¨¦s del premio, despu¨¦s de visitar el lugar de Alcal¨¢, se ir¨¢ a Argel, otro lugar cervantino, de hermosas mujeres veladas que seguramente intentar¨¢ desvelar nuestro poeta de erotismos juveniles as¨ª que casi cumpla 90 a?os. ?Se habr¨¢ dado cuenta Gonzalo Rojas que una de las hermosas con poder y palabras es su vecina en la Residencia? S¨ª, tambi¨¦n en la famosa residencia de esa colina de los Chopos est¨¢ viviendo Carmen Calvo. No me extra?a, tal como est¨¢ la vivienda en un lugar de La Mancha llamado Madrid
Me voy a las Ramblas. Huyendo de rumores, intentando ni negar ni creer, no queriendo toparme con ninguna Iglesia. No digo yo eso de Ram¨ªrez de Haro de que la religi¨®n -como el whisky- deber¨ªa estar prohibida hasta los 18 a?os, pero que no nos persigan por discrepar con el p¨²lpito. Faltar¨ªa m¨¢s, ?para esto hemos muerto un mill¨®n de espa?oles!, como bien dijo mi admirado Eugenio Su¨¢rez. Me voy, por si tengo la suerte de encontrarme entre libros y rosas a ese libre lugare?o llamado Juan Mars¨¦. Hablar de mujeres m¨ªticas y, tambi¨¦n, de bellacos, desalmados y chorizos que todav¨ªa salen por televisi¨®n. Salgo de casa con la ilusi¨®n de encontrar un pa¨ªs donde, como quer¨ªa Lichtenberg, la religi¨®n no pase de ser, para quien as¨ª lo quiera, un asunto de domingo. La educaci¨®n es otra cosa.
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