Las nuevas venas abiertas de Am¨¦rica Latina
En el a?o 1971 se public¨® un libro que formar¨ªa intelectualmente a miles de personas sobre una forma de entender el subcontinente americano: Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina, de Eduardo Galeano. Decenas de ediciones han sido testigos del ¨¦xito del escritor uruguayo. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos, Am¨¦rica Latina casi ha desaparecido del escenario geopol¨ªtico mundial. El denominado patio de atr¨¢s de EE UU ha sido sustituido en la atenci¨®n de la superpotencia mundial -y por su influencia, en el resto del mundo- por otras zonas estrat¨¦gicas: Oriente Pr¨®ximo, China, las antiguas rep¨²blicas asi¨¢ticas sovi¨¦ticas, etc¨¦tera. Seguramente una de las causas centrales de esa subalternidad de Latinoam¨¦rica tiene que ver con un hecho positivo: en su territorio no se tiene al terrorismo como asunto central de la vida p¨²blica.
El promedio regional de la renta 'per c¨¢pita' media de los latinoamericanos no ha variado de forma significativa en los ¨²ltimos 20 a?os
M¨¢s del 40% de los ciudadanos estar¨ªa dispuesto a pagar el precio de un cierto grado de corrupci¨®n con tal de que las cosas funcionasen mejor
Todos los pa¨ªses de la regi¨®n son m¨¢s desiguales que el promedio mundial. Y 16 de los 18 pa¨ªses son catalogados como sumamente desiguales
Siete de cada 10 puestos de trabajo creados desde el a?o 1990 corresponden a la econom¨ªa sumergida y no tienen ning¨²n tipo de protecci¨®n social
Fuerte tensi¨®n entre la democracia y los niveles de pobreza y exclusi¨®n, lo que planea un escenario de reg¨ªmenes vulnerables a los poderes f¨¢cticos
M¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s de Las venas abiertas... el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha abierto un debate sobre los problemas pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales de la zona a comienzos de siglo, con el lanzamiento del informe La democracia en Am¨¦rica Latina: hacia una democracia de los ciudadanos, presentado esta semana en Lima por el administrador del PNUD, el brit¨¢nico Mark Malloch Brown. El informe -que se une a los habituales de Naciones Unidas sobre desarrollo humano, a los de desarrollo del mundo ¨¢rabe y a los de Centroam¨¦rica- es el resultado del trabajo exhaustivo de un numeroso grupo de soci¨®logos, economistas, t¨¦cnicos y pol¨ªticos latinoamericanos, liderados fundamentalmente por tres personas: la cubana Elena Mart¨ªnez, directora del PNUD para Am¨¦rica Latina y el Caribe; el argentino Dante Caputo, director intelectual del proyecto; y el espa?ol Carmelo Angulo, representante de Naciones Unidas en Buenos Aires.
Otra Am¨¦rica Latina
En el periodo de estas tres d¨¦cadas que oscilan entre la primera edici¨®n del libro de Galeano y el informe del PNUD, Am¨¦rica Latina es otra. Hace un cuarto de siglo, de los 18 pa¨ªses incluidos en el informe s¨®lo Colombia, Costa Rica y Venezuela eran democracias; hoy, todos los pa¨ªses cumplen con el m¨ªnimo com¨²n denominador de reglas del juego para ser llamados democracias. En este periodo la regi¨®n se ha alejado de los riesgos de violentas quiebras institucionales, pero surgen otras fragilidades: las democracias parecen perder vitalidad a chorros; en general se prefiere la democracia como r¨¦gimen pol¨ªtico, pero se desconf¨ªa de su capacidad para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos; los partidos pol¨ªticos est¨¢n en el nivel m¨¢s bajo de la estima p¨²blica (seg¨²n el Latinobar¨®metro de 2002, s¨®lo el 14% de los latinoamericanos tienen confianza en las formaciones pol¨ªticas cl¨¢sicas); el Estado es mirado con expectativa y recelo a la vez; y, en algunos casos, el ¨ªmpetu democr¨¢tico que caracteriz¨® las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX parece debilitarse. Perspectivas nada alentadoras, que definen una democracia de baja intensidad.
Las ideas fuerza recogidas en el informe del PNUD son las siguientes: la conquista de la democracia en Am¨¦rica Latina debe preservarse y avanzar a partir de lo construido; los problemas de la democracia se corrigen con m¨¢s democracia. Las reformas econ¨®micas de los a?os noventa, sustentadas en el neoliberal Consenso de Washington, no han producido los resultados esperados: el sacrificio de la gente para seguir las pol¨ªticas de rigor macroecon¨®mico no fue correspondido. No se ha pasado del estadio de la democracia electoral (en la que se vota) a la democracia ciudadana (en la que se participa). Reivindicaci¨®n de la pol¨ªtica como el m¨¦todo m¨¢s adecuado para arreglar los problemas pendientes, desconfiando de los free-riders que, de manera irresponsable, ofrecen resolver las demandas sociales mediante propuestas oportunistas de corto plazo, y que a largo plazo multiplican el desconcierto y el desasosiego general. La democracia es la condici¨®n del desarrollo econ¨®mico, sostenible y equitativo (siguiendo las tesis del premio Nobel de Econom¨ªa Amartya Sen): no hay competitividad con exclusi¨®n social. Naciones Unidas insiste mucho en que lo conquistado no est¨¢ asegurado; que aument¨® el n¨²mero de pa¨ªses que se a?adieron a la oleada democratizadora, disminuyendo las violaciones de los derechos humanos, pero no de modo acorde ni suficiente a la difusi¨®n democr¨¢tica que vive la regi¨®n; y que las reformas econ¨®micas contempor¨¢neas al restablecimiento de la democracia exacerbaron los problemas ancestrales de las sociedades de Am¨¦rica Latina, por la concentraci¨®n de la riqueza, la ampliaci¨®n de las brechas sociales, la desaceleraci¨®n del Estado y la p¨¦rdida de autonom¨ªa en la gesti¨®n estatal (a trav¨¦s de los grupos de inter¨¦s y de los poderes f¨¢cticos que han visto facilitada su acci¨®n en el marco de referencia de la globalizaci¨®n). Las reformas estructurales de la econom¨ªa avanzaron de forma sostenida, provocando grandes expectativas ciudadanas; la evoluci¨®n de los hechos marc¨® severos contrastes con las expectativas: el promedio regional del PIB per c¨¢pita no vari¨® de modo significativo en los ¨²ltimos 20 a?os; los niveles de pobreza en t¨¦rminos relativos disminuyeron en algunos pa¨ªses (Brasil, Chile o M¨¦xico), pero aumentaron en el Cono Sur, los pa¨ªses andinos y en Am¨¦rica Central; creci¨® el n¨²mero de habitantes situados por debajo de la l¨ªnea de pobreza en t¨¦rminos absolutos; y el ¨ªndice de desigualdad de la regi¨®n en la distribuci¨®n del ingreso es el m¨¢s alto del mundo. "El desarrollo", dice el PNUD, "es mucho m¨¢s que el crecimiento. La democracia es mucho m¨¢s que un m¨¦todo de elegir y ser elegido".
La calidad de la democracia
El m¨¦todo seguido por Naciones Unidas para analizar los avances, retrocesos o estancamientos de la calidad de la democracia en la zona ha sido el de desarrollar el concepto de democracia ciudadana, siguiendo los esquemas de T. H. Marshall: "La ciudadan¨ªa es aquel estatus que se concede a los miembros de pleno derecho de una comunidad; sus beneficiarios son iguales en cuanto a los derechos y obligaciones que implica". Marshall distingue tres tipos de ciudadan¨ªa: la civil (que comprende los derechos para la libertad individual, libertad de la persona, de expresi¨®n de pensamiento y religi¨®n, derecho a la propiedad y a establecer contratos v¨¢lidos, derecho a la justicia. Las instituciones directamente relacionadas con los derechos civiles son los tribunales de justicia). La ciudadan¨ªa pol¨ªtica comprende el derecho a participar en el ejercicio del poder pol¨ªtico como miembro de un cuerpo investido de autoridad pol¨ªtica o como elector de sus miembros. La instituci¨®n cl¨¢sica es el Parlamento. La ciudadan¨ªa social comprende desde el derecho a la seguridad y a un m¨ªnimo de bienestar econ¨®mico, al de compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de un ser civilizado conforme a los est¨¢ndares predominantes en la sociedad; las instituciones favoritas de esta ciudadan¨ªa social son el sistema educativo y la Seguridad Social.
El verdadero agujero negro de las democracias latinoamericanas est¨¢ en la ciudadan¨ªa social. En las democracias originarias del planeta, la vigencia del Estado de derecho, de diversos derechos civiles e incluso de algunos derechos sociales generalmente precedieron al logro de los derechos pol¨ªticos para todos los ciudadanos, y con ellos la plena instauraci¨®n de la democracia pol¨ªtica. En cambio, en buena parte de Am¨¦rica Latina los derechos pol¨ªticos abrieron camino a la vigencia de los derechos civiles y sociales. De esta secuencia distinta nacen las fragilidades y las necesidades singulares de la regi¨®n. En el primer caso, la democracia garantiz¨® derechos ya bastante extendidos; en Am¨¦rica Latina compete ahora a la democracia garantizar y extender todos esos derechos civiles y sociales.
El tri¨¢ngulo
Nace as¨ª el tri¨¢ngulo caracter¨ªstico de Am¨¦rica Latina, compuesto por democracia, desigualdad y pobreza. Todos los pa¨ªses de la regi¨®n son m¨¢s desiguales que el promedio mundial, y 16 de 18 pueden ser catalogados como sumamente desiguales; en 15 casos, m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n vive bajo la l¨ªnea de pobreza, y en siete, la proporci¨®n de pobres supera el 50%. Con excepci¨®n de Chile, Costa Rica y Uruguay, los pa¨ªses de la zona se caracterizan por presentar una fr¨¢gil situaci¨®n de los derechos sociales; los casos m¨¢s agudos son los de Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Per¨² (obviamente, el PNUD no ha contemplado en todo el informe el caso de Cuba).
El desempleo ha aumentado (la tasa de paro promedio en 2002 fue del 9,2%, el nivel m¨¢s alto desde que existen estad¨ªsticas fiables) y la desigualdad tambi¨¦n, o, en el mejor de los casos, se ha estancado.
El informe reconoce que el empleo constituye el v¨ªnculo m¨¢s importante entre el desarrollo econ¨®mico y el desarrollo social, por cuanto es la principal fuente de ingreso de los hogares (genera el 80% del total). La exclusi¨®n y la segmentaci¨®n derivadas de la falta de empleos de calidad son, por ende, factores determinantes de la pobreza y las desigualdades sociales que se reproducen en el tiempo, expresados en la elevada y persistente concentraci¨®n del ingreso que prevalece en la regi¨®n. Pues bien, el empleo ha perdido calidad y fuerza como medio de inserci¨®n social. ?Por qu¨¦? Los datos son elocuentes: siete de cada 10 nuevos empleos creados en la regi¨®n desde 1990 corresponden al sector sumergido; s¨®lo seis de cada 10 nuevos empleos generados desde esa fecha en el sector legal de la econom¨ªa tienen acceso a alg¨²n tipo de cobertura social. Por lo que, adem¨¢s de contemplar las carencias actuales, la gran pregunta es que ocurrir¨¢ con esa gran bolsa de desprotecci¨®n cuando los j¨®venes trabajadores de hoy lleguen a la edad de jubilaci¨®n. ?Qu¨¦ clase de mundo estamos haciendo?
El informe del PNUD actualiza las nuevas venas abiertas en Am¨¦rica Latina a principios del siguiente milenio.
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Una democracia an¨¦mica
EL APOYO QUE LOS CIUDADANOS dan a la democracia es un componente clave de su sustentabilidad. La historia nos ense?a que las democracias fueron derribadas por fuerzas pol¨ªticas que contaban con el apoyo (o al menos la pasividad) de una parte importante, y en ocasiones mayoritaria, de la ciudadan¨ªa. Las democracias se tornan vulnerables cuando, entre otros factores, las fuerzas pol¨ªticas autoritarias encuentran en las actitudes ciudadanas terreno f¨¦rtil para actuar. De ah¨ª la importancia de conocer los niveles de apoyo con que cuenta la democracia en Am¨¦rica Latina.
La primera lectura es preocupante: en Latinoam¨¦rica existe un nivel comparativamente bajo de preferencia por la democracia en relaci¨®n con otras zonas del mundo. M¨¢s preocupante a¨²n es que ese nivel no ha ido en aumento. En tercer lugar, la preferencia por la democracia puede no implicar necesariamente un firme apoyo: muchas personas que dicen preferir la democracia frente a otros reg¨ªmenes tienen actitudes poco democr¨¢ticas respecto a diversas cuestiones sociales. Casi la mitad de la poblaci¨®n entrevistada en 18 pa¨ªses de Am¨¦rica Latina (el 48,1%) prefiere el desarrollo econ¨®mico a la democracia; y un porcentaje semejante (44,9%) apoyar¨ªa un gobierno autoritario si ¨¦ste resolviera los problemas econ¨®micos de su pa¨ªs.
El informe de Naciones Unidas para el Desarrollo distingue tres grandes orientaciones hacia la democracia: dem¨®cratas, no dem¨®cratas y ambivalente. Los dem¨®cratas son personas que en todos los asuntos consultados dan respuestas favorables a la democracia; prefieren la democracia ante cualquier otra forma de gobierno y apoyan la aplicaci¨®n de las reglas democr¨¢ticas en la gesti¨®n de gobierno, aun en ¨¦pocas de dificultades. Los no dem¨®cratas son quienes en todos los asuntos consultados expresan opiniones contrarias a la democracia, y prefieren en principio un r¨¦gimen autoritario a uno democr¨¢tico. Los ambivalentes son personas con opiniones ambiguas, sino contradictorias; las opiniones que expresan son en general consistentes con concepciones delegativas de la democracia; est¨¢n en principio de acuerdo con la democracia, pero creen v¨¢lido tomar decisiones antidemocr¨¢ticas en la gesti¨®n del gobierno si las circunstancias lo merecen. En consecuencia, en algunos temas comparten las opiniones de los dem¨®cratas y en otros las de los no dem¨®cratas.
Pues bien, seg¨²n el Latinobar¨®metro 2002, elaborado sobre una muestra de unas 15.000 personas, los dem¨®cratas son la orientaci¨®n m¨¢s extendida, pero no alcanzan la mayor¨ªa (43%). Para alcanzar apoyo mayoritario a la democracia se depende de los ambivalentes, que son la segunda opci¨®n m¨¢s difundida (30,5%). Finalmente, los no dem¨®cratas son todav¨ªa el 26,5% de los entrevistados.
Cada subregi¨®n muestra una situaci¨®n distinta: ventaja para los dem¨®cratas, equilibrio y polarizaci¨®n. En Centroam¨¦rica y M¨¦xico, los dem¨®cratas son casi la mitad de la poblaci¨®n, superan en m¨¢s del doble a los no dem¨®cratas y tienen amplia ventaja sobre los ambivalentes. En los pa¨ªses de Mercosur y Chile hay una situaci¨®n polarizada: las orientaciones m¨¢s difundidas son las opuestas, los dem¨®cratas y los no dem¨®cratas. La diferencia de magnitud entre ambos es, adem¨¢s, estrecha. Finalmente, en la regi¨®n andina existe un equilibrio entre las tres orientaciones: la diferencia entre los dem¨®cratas y los ambivalentes es peque?a y ninguna logra una ventaja amplia sobre los no dem¨®cratas.
?Qu¨¦ opina ese amplio porcentaje de no dem¨®cratas de las condiciones pol¨ªticas en las que se desenvuelve la regi¨®n?: tienden a creer que su problema prioritario no se est¨¢ solucionando, o que el pa¨ªs va para atr¨¢s en su soluci¨®n; perciben que el sector pol¨ªtico al que pertenecen no tiene igualdad de condiciones para llegar al poder; conf¨ªan menos que los dem¨¢s en las instituciones y sus actores; y entienden con m¨¢s frecuencia que el resto de los ciudadanos que los pol¨ªticos mienten con tal de ganar las elecciones.
Curioso: dem¨®cratas, ambivalentes y no dem¨®cratas coinciden en escoger a los problemas de pobreza y desempleo como los m¨¢s importantes.
Los poderes f¨¢cticos
UN PROBLEMA TRADICIONAL de los pa¨ªses latinoamericanos ha sido el divorcio entre los poderes institucionales y los poderes f¨¢cticos; si bien los textos constitucionales otorgan gran peso al poder ejecutivo y una importante capacidad de acci¨®n al legislativo y al judicial, el poder real suele residir en instituciones a las que las normas asignan otras funciones (como fue el caso, en el pasado, de las fuerzas armadas) o en grupos que no forman parte del orden pol¨ªtico institucional (familias tradicionales, grupos econ¨®micos,
etc¨¦tera).
Una de las piezas m¨¢s significativas del informe del PNUD es la ronda de consultas que se ha hecho a 231 l¨ªderes latinoamericanos, entre los que se incluyen 41 presidentes y vicepresidentes presentes o pasados. Dicha ronda se celebr¨® entre julio de 2002 y junio de 2003, en tres estamentos: los citados l¨ªderes pol¨ªticos, protagonistas sociales (l¨ªderes sindicales, empresarios, acad¨¦micos, periodistas, religiosos, dirigentes de movimientos sociales, etc¨¦tera) y miembros de las fuerzas armadas. En el sondeo se manifiesta que la tensi¨®n entre los poderes institucionales y los poderes f¨¢cticos sigue estando presente en la realidad, a pesar del fortalecimiento de los primeros en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Sin embargo, los poderes f¨¢cticos son m¨®viles. El primero de ellos durante mucho tiempo, las fuerzas armadas, se ha debilitado mucho excepto en pa¨ªses como Guatemala y la Rep¨²blica Dominicana, y en menor medida Ecuador, Chile y Venezuela.
Los l¨ªderes consultados identifican tres tipos de riesgos principales que podr¨ªan amenazar el buen funcionamiento del orden democr¨¢tico:
1. Seg¨²n los l¨ªderes de los pa¨ªses m¨¢s grandes y de aquellos con tradiciones democr¨¢ticas m¨¢s arraigadas, las limitaciones provienen de dos or¨ªgenes: en lo interno, de la proliferaci¨®n de controles institucionales inadecuados, as¨ª como de la multiplicaci¨®n de grupos de inter¨¦s (en especial, empresariales) que funcionan como poderosos lobbies; en lo externo, las limitaciones provienen del comportamiento de los mercados internacionales (en especial, pero no exclusivamente, de los financieros), de la vigilancia de las calificadoras de riesgo y del papel de los organismos internacionales de cr¨¦dito.
En los pa¨ªses peque?os o con menos tradici¨®n democr¨¢tica se destaca tambi¨¦n a los grupos de inter¨¦s (particularmente empresarios y terratenientes), pero los m¨¦todos empleados ya no son s¨®lo los lobbies, sino tambi¨¦n pr¨¢cticas tales como la compra de votos y la fabricaci¨®n de candidatos; tambi¨¦n agregan la desmesurada influencia de las empresas extranjeras.
2. La amenaza del narcotr¨¢fico. La importancia que los l¨ªderes asignan a este factor est¨¢ directamente ligada al grado de desarrollo que tiene el fen¨®meno en sus respectivos pa¨ªses. El narcotr¨¢fico implica un doble desaf¨ªo. Es un desaf¨ªo directo porque intenta controlar parte del aparato estatal y partes significativas del territorio, al tiempo que crea fuertes incentivos para el pasaje de la econom¨ªa formal a la sumergida. El narcotr¨¢fico crea asimismo desaf¨ªos indirectos, entre los que se destacan dos: al atraer la atenci¨®n del Gobierno de EE UU genera nuevas formas de presi¨®n externa que limitan a¨²n m¨¢s la esfera de acci¨®n de los Gobiernos nacionales; el segundo tiene que ver con la corrupci¨®n: el dinero sucio tiene efectos devastadores sobre el comportamiento de una parte de los dirigentes pol¨ªticos y sobre el funcionamiento de las instituciones.
3. El tercer factor al que se le atribuyen limitaciones al poder de las instituciones pol¨ªticas son los medios de comunicaci¨®n, cuya influencia es vista como parte del aumento de los controles que han permitido democratizar el ejercicio del Gobierno, pero tambi¨¦n como una restricci¨®n al proceso democr¨¢tico. Los medios tienen capacidad de generar agenda, de predisponer a la opini¨®n p¨²blica a favor o en contra de diferentes iniciativas y de erosionar la imagen de los hombres p¨²blicos mediante la manipulaci¨®n. Los medios siempre han tenido mucha influencia; lo nuevo es que han pasado a formar parte de grupos econ¨®micos con intereses muy diversificados.
Los l¨ªderes consultados opinan que los partidos pol¨ªticos sufren una seria crisis: el 59% de los encuestados cree que no cumplen de modo adecuado su funci¨®n y expresan fuertes cr¨ªticas a su corrupci¨®n, su distanciamiento respecto a los intereses sociales y su b¨²squeda del poder como afianzamiento de intereses particularistas. Las iglesias siguen teniendo influencia, aunque decreciente respecto al pasado; se destaca que la expansi¨®n de las iglesias evang¨¦licas est¨¢ minando el poder tradicional de las cat¨®licas.
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