"Siempre supe que por meter goles no era un dios"
Se sabe Gabriel Omar Batistuta (1969, Reconquista (Santa Fe, Argentina) due?o de un extra?o don. Naci¨® dice, para conseguir lo que pretendiese. Le ofrecieron salir del pueblo donde naci¨® pag¨¢ndose a goles la carrera de medicina y sin darse casi ni cuenta, entr¨® en la historia del f¨²tbol argentino. En 78 partidos con la selecci¨®n meti¨® 56 goles. Nadie ha logrado m¨¢s que ¨¦l. A su padre, Osamar, sigue sin gustarle el f¨²tbol y ¨¦l sigue sin entender c¨®mo lo ha logrado, m¨¢s all¨¢ de su reflexi¨®n: "Me empe?¨¦ en conseguir lo que nunca imagin¨¦ lograr y lo hice". En Qatar, pese a los problemas f¨ªsicos que arrastra, ha firmado 23 goles en 20 partidos de la Liga en la que ha recalado como fin de trayecto. Lo suyo tuvo m¨¦rito en Boca, en el Fiorentina y lo tendr¨¢ donde quiera que haya una porter¨ªa y un bal¨®n.
"Crec¨ª escuchando que ten¨ªa que estudiar. Por eso jugando al f¨²tbol nunca me sent¨ª seguro"
"En 1998 estuve tan cerca del Bar?a que pregunt¨¦ por la casa de Ronaldo para comprarla"
Pregunta. ?C¨®mo sienta ser pichichi en Qatar?
Respuesta. Me divierto jugando aqu¨ª. Los dos ¨²ltimos a?os en Italia fueron duros, porque no pod¨ªa pero, ?c¨®mo no iban a pedirme que pudiera con lo que mueve all¨ª un gol? Ahora se trata de jugar y la cabeza siempre manda. Estoy tranquilo, feliz, aunque los tobillos me recuerdan demasiado las patadas que me dieron toda mi vida. Fui un cabeza dura, ese fue el problema. Jugu¨¦ tantas veces cuando el cuerpo no me daba que ten¨ªa que acabar as¨ª. Pero entonces me daba igual y ahora no hay remedio. Otros por un dolorcito se quedaba fuera, yo no sab¨ªa hacerlo.
P. ?Es lamento o queja?
R. No, no me quejo. No puedo. La pena es que no supe disfrutarlo en su momento y fue culpa m¨ªa. Me lo gan¨¦. Cuando se me mete algo en la cabeza voy y lo hago. Pero me he pasado la carrera en lucha continua conmigo mismo, peleando para mejorar, mejorar, mejorar. Por eso llegaba una hora antes y me iba dos horas despu¨¦s. Lo malo es que luego no disfrutaba, llegaba a casa cabreado el d¨ªa que met¨ªa tres goles porque hab¨ªa fallado el cuarto. No supe festejar en su momento.
P. ?No ser¨¢ consecuencia de que nunca so?¨® ser lo que fue?
R. ?C¨®mo pod¨ªa? En Argentina, a los 16 o 17 a?os, los futbolistas debutan en Primera. A los 18, yo estaba probando por un equipo de una ciudad de 500.000 habitantes. ?Sab¨¦s qu¨¦ es eso? No era un pibe que so?ara hacerme famoso jugando al f¨²tbol, nunca, no pod¨ªa. Crec¨ª en una ciudad m¨¢s chica que ¨¦sta, un sitio que no existe, un pueblo peque?o. Jugaba en un equipo donde si llov¨ªa no te entrenabas para que el domingo pudiera jugarse el partido. Y a mi padre no le gusta el f¨²tbol.
P. Debe ser el ¨²nico argentino al que no le da por ah¨ª.
R. No, s¨¦ de otro. Me inculcaron que la manera de prosperar era el estudio. Y no hab¨ªa plata, as¨ª que que para ir a la universidad necesitaba ganar dinero y en el f¨²tbol se dio la ocasi¨®n. Tuve suerte, me fich¨® Newell's y a los 19 a?os debut¨¦ en Primera. Me vendieron a River y fue un desastre. Medio campeonato y me fich¨® Boca. Y ah¨ª se li¨® todo.
P. Apareci¨® Latorre.
R. S¨ª, fue terrible la que montamos juntos. El Fiorentina le fich¨® a ¨¦l, ?sab¨ªa? Despu¨¦s, cambiaron de idea y le dijeron a Boca que me llevaban a m¨ª a Italia. Tres a?os despu¨¦s de empezar en serio, a los 21, me fui de Argentina.
P. ?Con susto?
R. ?Feliz? Salir de Argentina, en aquel momento, era salvarme. El pa¨ªs estaba peor que ahora. En Italia comprend¨ª que estaba donde merecieron llegar otros antes que yo, muchos futbolistas a los que vi quedarse en el camino por lesiones, mala suerte... y decid¨ª aprovecharlo. Y yo, que s¨®lo quer¨ªa estudiar medicina, estaba all¨ª. No s¨¦, crec¨ª escuchando que ten¨ªa que estudiar, ser¨¢ por eso que jugando al f¨²tbol nunca me sent¨ª seguro.
P. ?Por eso se encerr¨® siempre en el vestuario, fue esquivo con los medios y hasta con los hinchas?
R. No necesit¨¦ nada de fuera de la cancha. Me sent¨ªa demasiado normal. "No soy dios porque meto goles", pensaba siempre. Y no quise que me llenaran la cabeza con esa idea. Sab¨ªa lo que me costaba meter un gol, lo que me esforzaba y no necesit¨¦ ni elogios ni entrevistas ni nada. Y fui feliz as¨ª.
P. ?Ese fue el problema de Diego, que vivi¨® en el centro de la idolatr¨ªa absoluta?
R. A Diego le iban a ver jugar 10.000 personas cuando s¨®lo ten¨ªa 10 a?os. Y a los 10 a?os no eres nada, pero ¨¦l ya lo era todo. Creci¨® dentro de un grupo que siempre le trat¨® as¨ª y no conoci¨® otra cosa nunca a su alrededor. Diego no tuvo otra opci¨®n, no pudo elegir. Le convirtieron en dios y punto. Le entiendo, aunque yo no har¨ªa nunca cosas que ¨¦l ha hecho.
P. ?Qu¨¦ incidencia puede tener el dinero en la carrera de un futbolista, la fama, la idolatr¨ªa extrema?
R. El dinero hasta cierto punto est¨¢ bien, pero a cierto nivel, m¨¢s o menos ya no me importa demasiado, eso creo. Hay cosas que importan m¨¢s. Lo di todo por el Fiorentina y me fui peleado con los dirigentes. Dije las cosas como las vi y me tuve que ir por no ser pol¨ªtico. Ahora la gente se dio cuenta. Del f¨²tbol he sacado cosas mejores que el dinero, seguro. Los amigos,
P. ?Y que le falt¨®?
R. Ganar un Mundial, pero eso me ha pasado a m¨ª y a mucha gente en este mundo... Jugu¨¦ en el 94. Terrible. Pero a¨²n fue peor en Jap¨®n. En 2002 ¨¦ramos los mejores antes de empezar, no hab¨ªa duda. Y salimos los peores, ning¨²n equipo jug¨® tan mal como nosotros. Lo que pas¨® all¨ª no ser¨¢ f¨¢cil de superar para el f¨²tbol argentino. ?ramos dos amantes, el pueblo y la selecci¨®n, unidos como nunca se vio. Y les traicionamos, fallamos, se rompi¨® de golpe ese amor.
P. Su amor con la albiceleste habla de r¨¦cord.
R. Lo m¨ªo con la selecci¨®n fue incre¨ªble. El feeling con la camiseta fue terrible. Me da hasta verg¨¹enza cada vez que pienso que marqu¨¦ el doble que Diego. Era pura obsesi¨®n: si me pon¨ªa la camiseta, ten¨ªa que marcar.
P. Pese a ser tan exigente, nunca se prob¨® en Espa?a.
R. En 1998 estuve muy, muy cerca del Bar?a. Pas¨¦ las vacaciones hablando por el m¨®vil con mi representante. Tal era la sensaci¨®n de que me iba a Barcelona que hasta me inform¨¦ de d¨®nde estaba la casa de Ronaldo, que se acababa de marchar, para ir a vivir en esa zona. Y me qued¨¦ en Italia.
P. Donde viv¨ªa Ronaldo vive ahora Ronaldinho. ?Le ha visto jugar, qu¨¦ le parece?
R. Si soy sincero, le he visto en la publicidad. En los anuncios, t¨¦cnicamente es un fen¨®meno. No veo f¨²tbol. Antes me pasaba casi lo mismo. Una vez le pregunt¨¦ a un compa?ero en la selecci¨®n por el t¨¦cnico nuevo de su equipo. "Me fui hace a?o y medio de all¨ª, Bati ?qu¨¦ s¨¦ yo!", me contest¨®.
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