Alejandro Ulloa, una voz en octos¨ªlabos
Fue uno de los grandes actores del verso cl¨¢sico espa?ol: Alejandro Ulloa, de la escuela catalana en castellano (Borr¨¢s), aunque nacido en Madrid (1910), pertenec¨ªa a la generaci¨®n de quienes presum¨ªan de mantener la tradici¨®n del gran teatro del Siglo de Oro y todo el ¨¦nfasis con que escribieron luego el posrom¨¢ntico Echegaray, el modernista Marquina -Ulloa se adelantaba hacia el p¨²blico y declamaba el hero¨ªsmo del hidalgo: "?Espa?a y yo somos as¨ª, se?ora!"- o con el que se tradujeron los versos de Rostand en Cyrano.
Los que a¨²n recuerdan aquel tiempo lo mantienen en dos grandes etapas: la del Tenorio -del que hac¨ªa una representaci¨®n especial para las modistillas, por la ma?ana, creo que del d¨ªa de San Antonio-y, luego, cuando mucho m¨¢s adelante hizo el personaje inolvidable de Max Estrella, dirigido por Tamayo, que hab¨ªa rescatado de la incuria espa?ola tradicional la gran obra Luces de Bohemia: lo que tengo en el recuerdo de aquella representaci¨®n es todo excelente, incluyendo su actuaci¨®n.
Alejandro Ulloa vio su larga vida truncada en episodios: hasta la Guerra Civil en Barcelona, luego en la acogida de Am¨¦rica con su propia compa?¨ªa, con la actriz Paquita Ferr¨¢ndiz. Volvi¨® a Espa?a, hizo cine -?Abre tu fosa, amigo, llega S¨¢bata!, un spaguetti-western hispano-italiano, por Iquino: lo m¨¢s recordable es el t¨ªtulo fanfarr¨®n- , prest¨® su voz a Robert Taylor en los doblajes, recit¨® a los poetas m¨¢s sonoros, el Rafael Duyos de La Chata, cielos qu¨¦ cosa.
Y creo que lleg¨® a ser el Tenorio m¨¢s anciano que se recuerda, y yo recuerdo a muchos que no pod¨ªan cargar con Do?a In¨¦s en la escena del convento y era ella la que les remolcaba ayudada por Br¨ªgida.
A¨²n trabaj¨® a fines del a?o pasado en Tarragona, recitando unos poemas. Para los coleccionistas: grab¨® discos de poes¨ªa muy bien dicha (entonces: no s¨¦ como sonar¨¢ a los o¨ªdos de hoy) y quiz¨¢ se encuentren en los archivos de RNE.
Un divo: ya no los hay. Llenaban ellos los teatros, dijeran lo que dijeran: aplastaban con su voz y sus ademanes a los dem¨¢s de la compa?¨ªa; arrebataban a las damas. Merece su homenaje y su gran recuerdo al morir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.