Fenicios de medio pelo
Al amor de la Feria del Libro, de Valencia, foro estacional para el reencuentro de lectores, escritores y asimilados, un buen periodista e ilustre en ciernes propon¨ªa estos d¨ªas, con la mirada puesta en la pr¨®xima edici¨®n del certamen, la recopilaci¨®n de un surtido de reproches a Catalu?a y a los catalanes, concebido y expresado desde la raigal identificaci¨®n, e incluso debilidad por los parientes del norte.
Una especie de memorial familiar de agravios, desinhibido y sazonado con la vena escatol¨®gica o sal gruesa que se nos otorga, y no sin raz¨®n, a pesar de las nuevas promociones de fabuladores ind¨ªgenas que se expresan en un castellano extra?amente comedido y as¨¦ptico. Tan es as¨ª que, en ocasiones, cuesta creer que son del terreno, con el que acaso no tengan m¨¢s que un v¨ªnculo circunstancial, como el de la vicepresidenta del Gobierno, pongamos por caso.
De llegar a ramos de bendecir esta iniciativa, vetada obviamente a blaveros y bien pensantes de derecha, al decir del aludido emprendedor, nos parece que junto a los zurriagazos y ajustes de cuentas se podr¨ªa tambi¨¦n intercalar alguna flor, aleccionadora cuando menos. Ser¨ªa el caso del llamado Forum de Barcelona, del que se habla sin parar y cuyas im¨¢genes virtuales ya se nos han grabado en la retina. Sin embargo, pocos individuos saben de qu¨¦ va la cosa. A todos nos suena como algo espectacular e ins¨®lito, y nos basta con que luzca la garant¨ªa de quienes pusieron en lo m¨¢s alto el list¨®n de las Olimpiadas. S¨®lo los perspicaces han captado la ambiciosa renovaci¨®n urban¨ªstica que conlleva el evento, con la sutil programaci¨®n de instalaciones incineradoras y recicladoras de residuos en el mismo marco citadino del invento.
Eso es saber vender la cabra y revalidar el master de fenicios, que tan a menudo, y ya con poco fundamento, se nos adjudica a los valencianos. Asombra contemplar c¨®mo de la nada, o poco menos, han puesto de nuevo a Barcelona en ¨®rbita, relegando a un lejano plano -y esperemos de ¨²nicamente por el momento- a la muy famosa y millonaria Copa del Am¨¦rica, sumida al parecer en una larga y misteriosa vigilia preparatoria. No quiero decir que la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, y su equipo copero est¨¦n mano sobre mano. Dicen que ya se han visto un par de barcos y sus tripulaciones en nuestras aguas, adem¨¢s de describirnos cada semana c¨®mo quedar¨¢ la reforma de la d¨¢rsena del puerto y sus accesos. Algo es algo, y hasta cabe que no haya alternativa a esta labor sorda y organizativa.
Pero es, precisamente, lo que decimos: que con muchos menos mimbres los primos del norte est¨¢n vendiendo un cesto descomunal, y nosotros, con tan impresionante fasto y pretexto n¨¢utico, no nos sacamos la pasta de los dedos, sembrando dudas acerca de nuestra capacidad para asumir el reto. Y no queremos pensar qu¨¦ hubiera pasado por estos vecindarios municipales si al anunciar el acontecimiento se nos hubiera dicho, como a los barceloninos, que la renovaci¨®n de la fachada mar¨ªtima inclu¨ªa una planta para el tratamiento de basuras. Con el precedente poco menos que delictivo de fervasa y el desmadre que se prolonga en punto a la eliminaci¨®n de residuos urbanos de Valencia, asusta imaginar el grito de los salvem y el conflicto. Por fortuna, si el desenlace de la Copa no es brillante, podremos alegar que ellos, los catalanes, son los fenicios. Nosotros, como mucho, de medio pelo.
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