Espect¨¢culo en Bruselas
Gaddafi ha hecho con su visita a Bruselas su gran entrada por la puerta europea despu¨¦s de 15 a?os de oscuridad. El extravagante l¨ªder libio recoge con ella, de la mano de Romano Prodi, los primeros dividendos pol¨ªticos en la UE tras su reciente decisi¨®n de reintegrarse a la legalidad internacional y eliminar sus arsenales de destrucci¨®n masiva. El viraje de Gaddafi hacia la respetabilidad ya tuvo la semana pasada la recompensa de EE UU, en forma de suavizaci¨®n de sanciones, justo un d¨ªa antes de que Libia acordase la primera venta de petr¨®leo en 20 a?os a una firma estadounidense.
Gaddafi ha utilizado el altavoz de Bruselas para reconvenir a Europa por su infamante pasado colonialista. El dictador libio -al que Amnist¨ªa Internacional acaba de recordar el lamentable estado de los derechos humanos en su pa¨ªs- se ha presentado, sin embargo, como un agente de paz a ambos lados del Mediterr¨¢neo. Anuncia que quiere incorporarse al di¨¢logo iniciado en Barcelona en 1995, en el que est¨¢n los pa¨ªses ¨¢rabes de la cuenca sur e Israel con el prop¨®sito de abrir el comercio a trav¨¦s del norte de ?frica, un proceso del que Tr¨ªpoli espera sustanciales beneficios econ¨®micos.
En la medida que vaya adquiriendo cuerpo y continuidad, al margen de los grandes gestos que adora, la reconversi¨®n de Gaddafi ser¨¢ un hecho positivo. Pero el dirigente libio es un personaje ejemplarmente confuso. Quiere que la UE contribuya a la modernizaci¨®n libia, pero a rengl¨®n seguido advierte de que Tr¨ªpoli sigue dispuesto a abanderar a los "combatientes de la libertad" -eufemismo para patrocinar a dinamiteros de toda laya- si se viera empujado a ello por un hipot¨¦tico rechazo occidental.
El tiempo dir¨¢ si el r¨¦gimen dictatorial libio est¨¢ dispuesto a convertirse en factor de entendimiento entre Europa y el norte de ?frica. De momento ser¨ªa bienvenida la implicaci¨®n activa de Gaddafi, que todav¨ªa conserva alg¨²n predicamento entre el radicalismo ¨¢rabe, en la lucha contra el creciente terrorismo islamista. Atentados como el del martes en Damasco, con todas las marcas de Al Qaeda, confirman una vez m¨¢s que incluso los pa¨ªses f¨¦rreamente controlados y te¨®ricamente seguros son blanco vulnerable del fanatismo global m¨¢s destructivo de nuestro tiempo.
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