Abril suena a pandereta
En casa de mi t¨ªo Alfonso se relata a menudo la an¨¦cdota de una insoportable ni?a que apareci¨® una Navidad con una pandereta mortificando a los presentes mientras sus padres le re¨ªan la gracia a la criaturita. Alguien con sentido com¨²n aprovech¨® el primer despiste de la ni?a, cogi¨® la pandereta y la tir¨® a la chimenea. Cuando la ni?a se percat¨® de que su pandereta hab¨ªa desaparecido, se puso tan insoportable que los padres no tuvieron m¨¢s remedio que marcharse de la casa, con lo que desapareci¨® la amenaza del estridente instrumento.
Ojal¨¢ fueran as¨ª de sencillo acabar con el panderitismo.
En estos d¨ªas de abril, la televisi¨®n se ti?e de sainete de los hermanos ?lvarez Quintero. En los programas de entretenimiento ellas se visten de faralaes y ellos se embuten en traje corto y sombrero cordob¨¦s, y todos imitan un acento andaluz que m¨¢s que resultarnos agradable nos parece degradante. La importancia que se le da a esta fiesta es tal que en los informativos se le dedican extens¨ªsimos reportajes de gente bailando, bebiendo manzanilla y comiendo langostinos, algo tan "inusual" que se realizan conexiones en directo desde el Real de la Feria de Sevilla para que podamos constatar el j¨²bilo. Si esta imagen de la Espa?a de Fraga, que llevamos lastrando desde las pel¨ªculas de Imperio Argentina, se repitiera tan s¨®lo por estas fechas, no ser¨ªa m¨¢s que un mal menor. El problema es que este retrato que se dibuja desde nuestros organismos p¨²blicos act¨²a como el mayor y m¨¢s efectivo generador de prejuicios que el resto de espa?oles tiene de los andaluces. Por eso la mayor¨ªa de personajes andaluces que tienen trascendencia p¨²blica alimentan el descojone nacional: bufones profesionales, analfabetos tabernarios, presidentes de algo con serios problemas de dicci¨®n, concursantes de telerrealidad (lo de la pareja gay de "la casa de tu vida" viene a demostrar que hay una creencia generalizada de que para ser gaditano y rico hay que pasar unos meses de reclusi¨®n en Guadalix)...
Pero terminar con esta imagen de los andaluces no corresponde s¨®lo a las instituciones, sino a todos los que la sufrimos. Me gustar¨ªa pedir a todo aquel que haya padecido alguna vez en sus carnes estos prejuicios declare la guerra al estereotipo para que alg¨²n d¨ªa podamos quemar la "jo¨ªa pandereta" y reinventar esta bendita tierra.
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