En el coraz¨®n de Europa
Suelen indignarse los checos cuando se habla de su pa¨ªs como parte de Europa oriental. Ellos se consideran el centro del continente y Praga se ve a s¨ª misma como el aut¨¦ntico coraz¨®n de Europa. Si los caf¨¦s, los tranv¨ªas y la pasi¨®n por la m¨²sica y el arte definen algunos rasgos del alma centroeuropea, Praga alcanza sin duda la categor¨ªa de s¨ªmbolo. Fundada en el siglo VIII a orillas del r¨ªo Valtava, esta bell¨ªsima ciudad, escenario literario de grandes narradores como Franz Kafka y Milan Kundera, tuvo la fortuna de sobrevivir indemne a los conflictos b¨¦licos que devastaron la regi¨®n durante el siglo XX. Las dos guerras mundiales se quedaron a sus puertas y esta circunstancia ha permitido que Praga, con un mill¨®n y medio de habitantes, sea un espl¨¦ndido museo viviente de estilos arquitect¨®nicos, desde el arte medieval al modernismo pasando por el g¨®tico y el barroco.
Durante cerca de tres centurias, del XVII a comienzos del XX, Praga ejerci¨® como una de las tres ciudades m¨¢s importantes del Imperio austroh¨²ngaro, junto con Viena y Budapest. A partir de la creaci¨®n de Checoslovaquia como Estado independiente en 1918, Praga fue su capital hasta la ocupaci¨®n nazi. Concluida la Segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia se integr¨® en el bloque sovi¨¦tico y el brillo de Praga se oscureci¨® tras el tel¨®n de acero y el aislamiento de los pa¨ªses comunistas.
Despu¨¦s de dos d¨¦cadas de silencio la capital checa volvi¨® a recobrar en 1968 su protagonismo hist¨®rico con la llamada primavera de Praga, cuando un sector de comunistas, con Alexander Dubcek a la cabeza, intent¨® desarrollar un "socialismo de rostro humano" que fue aplastado por los tanques sovi¨¦ticos en im¨¢genes que dieron la vuelta al mundo. Praga y el resto de Checoslovaquia tuvieron que esperar otros 20 a?os para que estallara la pacif¨ªca "revoluci¨®n de terciopelo" al socaire de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989.
A partir de esa fecha una efervescencia democr¨¢tica y nacionalista inund¨® el pa¨ªs, que se dividi¨® en dos en 1993. Praga recuper¨® su papel central en Europa y se convirti¨®, como no pod¨ªa ser de otro modo, en una de las ciudades m¨¢s visitadas y admiradas del continente. Por donde antes pasaron los blindados nazis y los tanques sovi¨¦ticos, ahora desfilan multitudes de turistas que comprueban el orgullo de los praguenses de ser centroeuropeos.
![El puente Carlos, en Praga, capital de la Rep¨²blica Checa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4AUU2GR43EOEYOVIQW77ELFR6M.jpg?auth=2182f25bd1ae8f87c47450990f602e0dda7461dbfdcfa964b5d5397f0af49394&width=414)
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