Calder-Mir¨®, en movimiento
LA PRIMERA obra que Alexander Calder vio de Joan Mir¨® fue en Par¨ªs, en 1928. Se trataba de un collage titulado Bailarina espa?ola, fruto de la uni¨®n entre una pluma, un corcho y una aguja sobre un cart¨®n. "Me qued¨¦ perplejo", coment¨®, "aunque no me parec¨ªa que fuera arte". Mir¨®, t¨ªmido, siempre impecablemente vestido, muy conservador. Calder, expansivo, con pantalones vaqueros negros, camisa roja, botas. Pero debajo de aquellos atuendos tan diferentes hab¨ªa dos hombres con mirada de ni?o, que adoraban el espacio, las fantas¨ªas, el azar y el circo. Fueron amigos entra?ables hasta la muerte de Calder, en 1976. La Fundaci¨®n Beyeler recuerda a trav¨¦s de 60 piezas de Mir¨® y 70 mobiles y stabiles de Calder aquella relaci¨®n tan particular que se despleg¨® en estrategias y m¨¦todos de trabajo similares: visiones org¨¢nicas a trav¨¦s de formas abstractas y biom¨®rficas que hicieron aquella amistad m¨¢s fuerte y fecunda.
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