?Qu¨¦ culpa tendr¨¢ Cervantes?
Lo del beato Jos¨¦ Bono clama al cielo, pero no me digan que el Rajoy que se alza varias veces del esca?o para saludar a los suyos tras su intervenci¨®n no incurre en gesto propio de una Sara Montiel gallega
Quijotes todos
Un amplio sector del nacionalismo perif¨¦rico la tiene tomada con Don Quijote, como si Cervantes hubiera ganado en altura de haber escrito en euskera. Mentes muy cualificadas, que conocen a Proust al dedillo y disfrutan lo indecible con Shakespeare, tienen sus m¨¢s y sus menos, m¨¢s bien sus menos, con la novela mayor jam¨¢s escrita en castellano y con un autor de vida turbulenta en todo ajeno a la dudosa construcci¨®n de mitos nacionalistas que se forjaban a su alrededor. Ese lugar de La Mancha donde arranca la novela es un Macondo de m¨¢s envergadura, y no se sabe que ninguno de los que desde?an a Cervantes desprecie a Garc¨ªa M¨¢rquez. Incluso perdonan a Vargas Llosa sus posiciones pol¨ªticas en nombre de su poderosa narrativa, cuando el peruano es un aprendiz de escritor al lado de Cervantes, quien, por otra parte, no era precisamente un Jon Juaristi cualquiera.
La hora del teatro
Parece que al fin se impone cierta cordura en el dise?o de lo que habr¨¢ de ser el modelo institucional para los teatros p¨²blicos valencianos. Despu¨¦s de unos a?os en los que cualquier antojo millonario encontraba aqu¨ª su asiento ante el desbordante entusiasmo apasionado de Consuelo Ciscar (a quien su r¨²stica afici¨®n a los grandes retos por cuenta ajena parece haberle jugado una mala pasada), las aguas esc¨¦nicas empiezan a clarificarse. Contar con la colaboraci¨®n de la profesi¨®n valenciana en ese intento ser¨¢ todo lo pertinente que se quiera, siempre que no reduzca todo a eso. A fin de cuentas, el Principal de Valencia, lo mismo que el de Alicante y de su hom¨®logo en Castell¨®n, requieren para su buen funcionamiento de una dieta algo m¨¢s nutritiva que las suministradas por el teatro local. No s¨®lo de la escena m¨¢s pr¨®xima vive el espectador.
Terra P¨ªrrica
Tanto vociferar y con tan malas maneras contra el episodio Rold¨¢n en el ¨²ltimo gobierno de los socialistas (al fin y al cabo, un chorizo de calzoncillos floreados, como en las pelis de Tarantino; esa clase de r¨²stico listillo que amarga la vida incluso en las mejores familias) para acabar implicando a las Cajas en un negocio de tan mala pinta como Terra M¨ªtica. Esa apuesta personal del ex presidente de la Generalitat y ahora bocazas de la oposici¨®n en el Congreso estaba condenada al fracaso desde su mismo planteamiento, como afirm¨® tanta persona solvente sin que se le hiciera el menor caso. En realidad, la vida pol¨ªtica de ese personaje ha marchado de victoria en victoria hasta la derrota final, y no abundan los personajes p¨²blicos de tanta responsabilidad que hayan construido su carrera destrozando paso a paso y a conciencia sus expectativas de futuro. Lo mismo el tipo merece una aproximaci¨®n del tipo del fracaso en el ¨¦xito, tan caro a Freud.
El ensayo local
Antes de que todos los escritores locales que rondan la cincuentena se dispongan a publicar sus Dietarios, habr¨¢ que decir que el g¨¦nero propiamente dicho obedece m¨¢s a la necesidad de expresar una cierta acumulaci¨®n de experiencias que al prurito de dar por sentado que el lector espera con ansiedad lo que el escritor de corto recorrido tenga que decir sobre la melancol¨ªa del atardecer en los d¨ªas lluviosos del oto?o. Conservar la nota escrita de lo ocurrido en el d¨ªa, y darlo a la luz seg¨²n una selecci¨®n variable, es lo m¨¢s parecido a la inanidad de esos Diarios de Andy Warhol, donde lo m¨¢s interesante es la minuciosa anotaci¨®n de lo que le cuesta el taxi que le lleva de vuelta a casa. Ese ensayismo del yo no s¨®lo muestra una variante tediosa de la vanidad impostada. Lo peor es que rara vez se atreve a ensayar en serio una interpretaci¨®n de las condiciones de posibilidad de lo que efectivamente ocurre m¨¢s all¨¢ de la obscena querencia por uno mismo.
Menudo ministro
No se sabe bien de qu¨¦ nos defender¨¢ Jos¨¦ Bono, aparte de acatar la orden de retirada de las tropas espa?olas de Irak, que ¨¦l de natural nunca habr¨ªa dado. Pero es posible que tengamos que defendernos de un sujeto semejante, ya sea en calidad de ministro ex¨®tico o como baronazo, varonazo o simple balonazo del socialismo desbordante de dulce testosterona. El urbi et orbi de este labriego manchego que con nadie quiere enemistarse, y al que lo mismo le da Raphael que Rappel, Concha Velasco que Perico de los Palotes, no llegar¨¢ a matrimoniar a sus v¨¢stagos en El Escorial, siempre que el mont¨ªculo de El Pardo no se encuentre disponible, y alardea de una mezcla de vanidad infundamentada y desparpajo populista que recuerda a un Mill¨¢n Astray algo m¨¢s entero y con muchas medallas en su alma de consenso. Este tipo es que se repentiza en el c¨®nclave cardenalicio y le hacen Papa.
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