El ocaso de una relaci¨®n privilegiada
La expulsi¨®n del embajador cubano en M¨¦xico, Jorge Bola?os, y la retirada de la embajadora mexicana en La Habana, Roberta Lajous Vargas, sit¨²a las relaciones bilaterales en su peor momento, a pocos d¨ªas de celebrarse el 102? aniversario de su establecimiento. Por m¨²ltiples motivos, el deterioro de estas relaciones hist¨®ricamente excelentes, tiene una significaci¨®n especial para el Gobierno de Fidel Castro: M¨¦xico no s¨®lo fue el pa¨ªs que Castro escogi¨® para organizar desde el exili¨® la insurrecci¨®n guerrillera de Sierra Maestra; fue, adem¨¢s, la ¨²nica naci¨®n latinoamericana que en los a?os sesenta estuvo en contra de la expulsi¨®n de Cuba de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), la ¨²nica del continente que no respet¨® desde un inicio el embargo de Washington y, probablemente, la que m¨¢s firmemente defendi¨® a la isla en los foros internacionales durante casi cuatro d¨¦cadas.
Las palabras de la discordia pronunciadas por Castro en la plaza de la Revoluci¨®n el 1 de mayo, reflejaban el "desencanto" cubano por el cambio de pol¨ªtica de M¨¦xico, cada vez en mayor sinton¨ªa con Washington, desde que Fox lleg¨® al poder. Sin embargo, el enfriamiento de las relaciones cubano-mexicanas no comenz¨® con el Gobierno del Partido de Acci¨®n Nacional (PAN), sino en la etapa del ¨²ltimo Ejecutivo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el de Ernesto Zedillo. En 1999, durante la Cumbre Presidencial Iberoamericana de La Habana, Zedillo pronunci¨® un duro discurso en el que critic¨® a su antiguo amigo, sus d¨¦ficit democr¨¢ticos y en materia de derechos humanos. Y en aquella cumbre se produjo, adem¨¢s, un hecho ins¨®lito: la reuni¨®n de un ministro de Relaciones Exteriores de M¨¦xico -Rosario Green- con miembros de la disidencia cubana, algo que no hab¨ªa ocurrido jam¨¢s.
La Habana consider¨® el hecho una traici¨®n y tambi¨¦n que con ese gesto M¨¦xico estaba rompiendo unas reglas del juego -no escritas- que rigieron las relaciones entre ambos pa¨ªses desde 1959. Si es cierto que M¨¦xico no apoy¨® la expulsi¨®n de Cuba de la OEA ni se sum¨® al embargo norteamericano, La Habana tambi¨¦n tuvo mucho cuidado, en los a?os en que apoyaba los movimientos guerrilleros de la regi¨®n, de no promover en M¨¦xico la insurgencia ni la desestabilizaci¨®n. Incluso, al producirse el alzamiento de Chiapas durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari, el Gobierno de Castro actu¨® con extrema delicadeza.
Sin duda, fue con la llegada de Fox al Gobierno, y con la designaci¨®n de Jorge Casta?eda como canciller, cuando las tensiones entre ambos pa¨ªses se agravaron hasta l¨ªmites inimaginables. En febrero de 2002, unas declaraciones en Miami de Casta?eda -ex militante izquierdista y ex amigo de la revoluci¨®n castrista- terminaron con la invasi¨®n por parte de una veintena de cubanos de la Embajada de M¨¦xico en La Habana en busca de asilo.
En marzo de ese mismo a?o, durante la Conferencia sobre Financiaci¨®n al Desarrollo de Monterrey, Castro abandon¨® M¨¦xico de forma imprevista y posteriormente difundi¨® unas conversaciones telef¨®nicas con Fox en las que ¨¦ste le ped¨ªa que se retirase antes de tiempo para evitar un encuentro con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
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