La cohabitaci¨®n de la diversidad
Dominique Wolton es director de investigaci¨®n en el Centre National de Recherche Scientifique de Par¨ªs. Sus libros acostumbran a ser claros, apasionados y pol¨¦micos. Al trabajo de investigaci¨®n le a?ade una toma de posici¨®n di¨¢fana muy lejos de la cl¨¢sica pomada acad¨¦mica que busca s¨®lo el cort¨¦s aplauso de toda el aula.
En Elogio del gran p¨²blico y Internet ?y despu¨¦s? (ambos en Gedisa) defiende la televisi¨®n generalista como uno de los pocos factores de sociabilizaci¨®n que quedan en la sociedad contempor¨¢nea. Para Wolton, la televisi¨®n, con todas sus limitaciones, da acceso a lo que dice el otro. Por el contrario, en Internet no se busca esta alteridad, se busca la comuni¨®n de intereses o ideas. Internet, sostiene, es una revoluci¨®n t¨¦cnica, pero no cultural. Una tesis en abierto desacuerdo con las que sostienen notables te¨®ricos de la sociedad en red como, por ejemplo, Manuel Catells.
"La mundializaci¨®n de la informaci¨®n vuelve el mundo peque?ito pero peligroso"
Mundo peque?ito
Ahora publica en Espa?a La otra mundializaci¨®n (Gedisa), subtitulado: Los desaf¨ªos de la cohabitaci¨®n cultural. Ah¨ª vuelve a hallarse una de sus ideas nucleares, la primac¨ªa de la pol¨ªtica. Contra una izquierda que ve emparejada con Bill Gates, una izquierda que niega el Estado, Wolton lo reivindica porque es el que organiza y transmite la democracia.
Wolton viajaba esta semana a Barcelona para participar en el F¨®rum. En su libro, desencadena la reflexi¨®n a partir de una frase contundente. "La mundializaci¨®n de la informaci¨®n vuelve el mundo peque?ito pero muy peligroso". Nos hace muy visibles pero tambi¨¦n nos hace ver que somos diferentes y hay que aprender a cohabitar con la diferencia. "No hay que confundir transmisi¨®n con comunicaci¨®n", dice telef¨®nicamente. "En el primer caso no se tienen en cuenta las maneras distintas que los muy distintos receptores tienen de recibir el mensaje. Hay que tener en cuenta la reacci¨®n del receptor. Para saber comunicar hay que estar m¨¢s interesados en el receptor que no acepta, y cada vez menos, de forma natural el mensaje que recibe, negocia con ¨¦l". Y Wolton regresa a su mensaje primordial. "La capacidad t¨¦cnica no resuelve el di¨¢logo entre las culturas. Confundimos industria cultural globalizada y cultura mundial. La informaci¨®n no es un problema t¨¦cnico o econ¨®mico, es pol¨ªtico. Lo primero que hay que aprender es a admitir la existencia de un otro diferente, y tolerar esta diferencia. A partir de ah¨ª se puede intentar abrir el di¨¢logo".
Para entablar este di¨¢logo, prosigue Wolton, no hay que pedir a nadie que renuncie a su identidad. "A pesar de lo que hemos vivido en el siglo XX no soy hostil a la identidad cultural. Es una condici¨®n para la comunicaci¨®n. Es m¨¢s, reconocer la diversidad es una condici¨®n para la paz mundial". Ahora bien, prosigue, una cosa es la identidad cultural-refugio y otra la que llama "relacional". La primera es una identidad agresiva, que se afirma contra el peligro de la p¨¦rdida de referentes. La otra, aunque busque preservar la identidad, pone en juego la cooperaci¨®n.
Laicismo
El terreno del di¨¢logo es la pol¨ªtica democr¨¢tica y Wolton destaca una condici¨®n: el laicismo. "Hay que separar pol¨ªtica y religi¨®n. No es f¨¢cil y no hay un solo modelo. Cuando lo propongo no estoy hablando de exportar el modelo franc¨¦s, pero instalar el laicismo es una de las condiciones para la diversidad cultural. Tenemos necesidad de la pol¨ªtica y de la religi¨®n, pero cada uno en su lugar".
Hace una excursi¨®n terminol¨®gica por tres t¨¦rminos que se usan indistintamente pero que, para el autor, ocultan conceptos dispares. La "mundializaci¨®n" remite a las t¨¦cnicas de comunicaci¨®n que han creado la sensaci¨®n de una aldea global. La "globalizaci¨®n" es un t¨¦rmino m¨¢s cercano a la econom¨ªa y al sue?o capitalista de 6.500 millones de consumidores. La palabra preferida para Wolton es "universalismo" que apunta a la comunidad que simboliza la ONU. Detr¨¢s de las dos primeras est¨¢ la supresi¨®n de fronteras. El universalismo las preserva pues, como dice en el libro, "la idea de comunidad internacional supone el respeto de las identidades ling¨¹¨ªsticas y culturales". Unas identidades que Wolton no jerarquiza en funci¨®n de su peso demogr¨¢fico. "La identidad cultural colectiva", prosigue en la charla, "no es un problema de n¨²meros. Es un tema de lenguas, patrimonio, memoria... y todas son igual de importantes".
Su libro concluye con un an¨¢lisis m¨¢s centrado en la vieja Europa, donde ve oportunidades para que fructifique el di¨¢logo cultural. "Las derrotas coloniales que ha sufrido nos han hecho comprender que las culturas no se pueden dominar, vencer. Es una lecci¨®n que debe aprender Estados Unidos. Lo que sucedi¨® en Vietnam y va a suceder en Irak puede servir para que entienda que la primera potencia no puede nada contra la potencia cultural y tendr¨¢ que organizar la cohabitaci¨®n pac¨ªfica". Para Wolton, la cohabitaci¨®n cultural es clave. Se trata de pensar un universalismo pol¨ªtico, como apunta la Carta de la ONU, basado en el respeto de civilizaciones, de religiones... de la diferencia. "Creer en la existencia de una cultura mundial ¨²nica es est¨²pido y peligroso".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.