No pares, sigue, sigue...
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el cine de comedia de Hollywood ha fijado y transmitido dos arquetipos de la juventud norteamericana, a cual m¨¢s cafre: por una parte se encuentran esos estudiantes preuniversitarios, mayormente blancos de clase alta, que montan fiestas donde perder la virginidad, y por otra, esos j¨®venes nihilistas y aburridos de la ¨¦poca grunge, sin objetivos en la vida, que se dedican a agitar su adrenalina saltando desde los ¨¢rboles, comiendo insectos o destrozando coches. Se trata de pel¨ªculas como Wayne's World (apostillada en Espa?a como Qu¨¦ desparrame), Dos tontos muy tontos, de los hermanos Farrelly, o Jackass, documental del absurdo, y de ese mundo bebe, aparentemente, la novela de Dave Eggers. Ahora sabr¨¦is lo que es correr cuenta la historia de dos amigos que deciden dar la vuelta al mundo en una semana. Will, el narrador, acaba de ganar 80.000 d¨®lares ca¨ªdos del cielo, al posar para un anuncio desenroscando una bombilla, y quiere desprenderse de ese dinero viajando con su amigo Hand y reparti¨¦ndolo entre los pobres que se crucen con ellos durante el recorrido. Adem¨¢s, el viaje les ayudar¨¢ a salir del bloqueo f¨ªsico y mental en que ambos se encuentran desde hace meses, tras la muerte de su amigo Jack en un accidente de tr¨¢fico con un cami¨®n.
AHORA SABR?IS LO QUE ES CORRER
Dave Eggers
Traducci¨®n de Victoria
Alonso Blanco
Mondadori. Barcelona, 2004
406 p¨¢ginas. 19,50 euros
En su excelente primer libro, Una historia asombrosa, conmovedora y genial (Planeta, 2001), Dave Eggers narraba unos hechos reales: la muerte de sus padres por c¨¢ncer, cuando ¨¦l ten¨ªa 21 a?os, y c¨®mo tuvo que ocuparse de su hermano de 8. A pesar del tono confesional, el escritor demostraba en esa obra una cierta afici¨®n por el experimento narrativo -nada gratuito-, as¨ª como una gran facilidad para conectar con el p¨²blico joven y crear a su alrededor un efecto de simpat¨ªa y culto. Esos j¨®venes hastiados de las pel¨ªculas adquir¨ªan una dimensi¨®n moral gracias a las ra¨ªces literarias que los alimentaban: el Huckleberry Finn de Mark Twain, el Holden Caulfield de Salinger..., modelos ya conocidos.
Ahora sabr¨¦is lo que es co
rrer puede verse como la continuaci¨®n l¨®gica de ese mismo impulso narrativo. Por culpa de los visados y los husos horarios, la vuelta al mundo proyectada se convierte finalmente en un viaje de ocho d¨ªas que parte de Chicago, pasa por Senegal, Marruecos y Estonia y termina en M¨¦xico. Mientras vamos siguiendo el trayecto lento pero constante de los dos j¨®venes -como si les faltara tiempo, o como si quedarse quieto fuese penalizado-, conocemos tambi¨¦n, a trav¨¦s de peque?os flash-backs, los hechos que llevaron a la muerte de su amigo Jack. El ajetreo de los dos chicos se traduce en un sinf¨ªn de aeropuertos, hoteles, bares, persecuciones y amigos ocasionales que les sit¨²a en un estado de estupefacci¨®n constante. No hay ni un instante de pausa. La noche para dormir se reduce a un cambio de cap¨ªtulo. Ante cada nuevo paisaje, Will afirma que le gustar¨ªa quedarse a vivir all¨ª. Poco a poco comprueban que no es f¨¢cil regalar tanto dinero al tunt¨²n, y los mejores episodios se suceden cuando se afanan en la operaci¨®n: en Marruecos paran un taxi y pagan al taxista el sueldo de un a?o por recorrer tres calles; en Estonia esconden una suma bajo tierra y dejan el mapa del tesoro en un columpio cercano...
Ahora sabr¨¦is lo que es correr es una novela conceptual, si es que eso existe. La historia arranca ya en la cubierta del libro y no se detiene. Los dibujos, notas, p¨¢ginas en blanco y fotos puntean de vez en cuando la narraci¨®n. Con el viaje de estos dos aprendices de fil¨¢ntropo, Eggers parece querer discutir la arrogancia de los turistas norteamericanos, la ostentaci¨®n de los d¨®lares y "el dinero como medio de comunicaci¨®n". A veces, la narraci¨®n se demora demasiado en detalles in¨²tiles, pesados, y las 400 p¨¢ginas de la novela se hacen eternas -igual que esos tiempos muertos que Umberto Eco reconoc¨ªa en las pel¨ªculas pornogr¨¢ficas: minutos y minutos conduciendo por una carretera sin aportar nada a la historia-, pero aun as¨ª se me antojan esenciales para lo que el libro se propone: subrayar el sinsentido del viaje por el viaje, cuando no lo mueve la b¨²squeda de uno mismo. Sirva como ejemplo un fragmento de la novela. Perdido en alg¨²n rinc¨®n de Estonia, el narrador escribe: "La carretera era un erial. Un mon¨®tono erial. Parec¨ªa Nebraska. Un manto blanco cubr¨ªa la tierra y los ¨¢rboles no estaban muy crecidos. Estonia pod¨ªa parecer Nebraska, y Nebraska, Kansas. Kansas, Marruecos, y Marruecos, Arles. Y as¨ª sucesivamente".
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