La constancia del instante
Lo que Chantal Maillard propone en Matar a Plat¨®n es una escritura abierta a la conciencia de un suceso que demanda ser descrito y revelado no desde una raz¨®n l¨®gica, sino desde aquella que se deja conmover por el fluir del mundo y de la historia cotidiana: "?Es poes¨ªa el verso que describe / fr¨ªamente aquello que acontece? / Pero ?qu¨¦ es lo que acontece?". ?sta es la pregunta central de un libro que est¨¢ precisamente ah¨ª, pues su objeto es un acontecimiento, un accidente mortal, una muerte inesperada. Una idea puede ser definida, pero el instante del acontecimiento no se puede enmascarar con abstracciones: "Un acontecimiento es un olor que espera / que alguien lo respire, / una herida que aguarda encarnarse, / el agua de un torrente / inundando los poros, / una mirada que cruza el aire / y encuentra a alguien que le hace se?as / y en la se?a, en ella, se reconoce". En su ¨¢mbito de posibilidades, es m¨¢s lo que sucede que lo que es o lo que dura. El mundo est¨¢ constituido por el conjunto de todo lo que sucede m¨¢s que de todo lo que es, de la totalidad de esos acontecimientos. Nada sucede sino en el presente; el tiempo y la duraci¨®n est¨¢n hechos de acontecimientos; suceder y durar, en el presente, son lo mismo. Y lo real s¨®lo existe en ese presente: "La realidad est¨¢ aqu¨ª, / desplegada. Lo real acontece / en lo abierto. Infinito. Incomparable".
MATAR A PLAT?N
CHANTAL MAILLARD
TUSQUETS. BARCELONA, 2004
89 P?GINAS. 9 EUROS
Matar a Plat¨®n se compone de dos poemas. El primero es una extensa y compleja red que se despliega desde un centro: la historia de ese instante en que un hombre es aplastado. Son variaciones que, partiendo de ese centro del que se aleja y alrededor del cual gira, narran y describen el acontecimiento. Es la escritura "quien construye el texto / elige el tono, el escenario, / dispone perspectivas, inventa personajes, / propone sus encuentros, les dicta los impulsos". Su realidad es m¨®vil, un derramarse obsesivo, material y naturalista por los hilos de una trama que la invenci¨®n hace singular: "pero la herida no, la herida nos precede, / no inventamos la herida, venimos / a ella y la reconocemos". A este espacio original le acompa?a una versi¨®n subtitulada que es la misma historia de otra manera, que a?ade lo no-dicho. Es un correlato escindido en primera persona, un artificio estructural en el que se refracta, un personarse en el lugar de los hechos. El segundo poema es Escribir, una reflexiva propuesta formal y expresiva, un programa a modo de inventario: la escritura como cura y desahogo, como rebeli¨®n y convocatoria, como sortilegio y tensi¨®n, como plegaria y rito, como consuelo y conjuro; un pensamiento acerca del estatuto de la poes¨ªa misma.
Ante el dolor, la respuesta es "escribir el dolor / para proyectarlo / para actuar sobre ¨¦l con la palabra". Es la compasi¨®n de lo concreto, y se escribe "para no mentir / para dejar de mentir / con palabras abstractas / para poder decir tan s¨®lo lo que cuenta", eso que est¨¢ en las cosas mismas. La escritura como el reino de las posibilidades. Esto es lo que la palabra procura, expresar el instante, decir el acontecimiento, detener su imagen cre¨¢ndola all¨ª donde la realidad late singularmente, "entre el aqu¨ª y el m¨¢s adentro". Este sutil y admirable libro de Chantal Maillard, tan fugaz como el instante mismo, se desplaza n¨ªtido e incierto, pues "la cuesti¨®n es saber deslizarse sin miedo / entre las superficies", darles presencia e intensidad. Un acontecimiento no deja de ser singular, y sin embargo, "en ese instante est¨¢ el universo entero". Es la verdad del grito y del miedo, donde el gesto es lo ¨²nico que hay, "un gesto no se hace: acontece", y entonces se hace eterno, se ensancha en la constancia del instante, y consciente se desborda: "Escribo / para que el agua envenenada / pueda beberse".
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