Luis Pinilla: maestro
Hay quien piensa, y dice, que cuando uno se muere todos nos olvidamos de sus miserias humanas y s¨®lo recordamos sus virtudes, como si un halo m¨¢gico borrase de repente el lado oscuro del difunto. No es verdad. En este mundo hay muy buena gente, pero tambi¨¦n personas nada recomendables, por lo que cuando o¨ªmos o leemos alabanzas de alguien recientemente desaparecido no debemos equivocarnos: es porque era merecedor de ellas. Y en el caso de Luis Pinilla Soliveres no hay adjetivos para expresar lo que ha sido y significado para muchos de nosotros. Quien haya tenido el privilegio de hablar con ¨¦l, aunque haya sido una vez y por pocos minutos, sabr¨¢ entender lo que estoy diciendo.
En el t¨ªtulo de esta breve cr¨®nica lo he calificado como maestro porque creo que es la palabra que mejor lo define. Toda su vida la pas¨®, cuando ejerci¨® como tal (psic¨®logo y pedagogo) y cuando no, ense?ando, explicando a los dem¨¢s lo que era mejor. Y lo hizo en los m¨¢s altos foros y en los m¨¢s humildes, con mandatarios internacionales y con el drogadicto m¨¢s necesitado; en la milicia, en la Universidad y en las aulas improvisadas de cualquier asociaci¨®n vecinal o de cualquier otro tipo. Si yo tuviese que destacar su huella en este mundo me atrever¨ªa a decir que ha sembrado Espa?a de personas decididas a ser mejores y a intentar que lo seamos los dem¨¢s, siendo en la milicia (con Forja y otras iniciativas) donde esa huella era m¨¢s necesaria en los a?os en los que ¨¦l se atrevi¨® a hacerlo.
Hijo de un "h¨¦roe" del bando sublevado en la Guerra Civil, el defensor del acuartelamiento de Simancas (Gij¨®n), lleg¨® a combatir en los estertores de dicha contienda en ese lado, incorpor¨¢ndose al Ej¨¦rcito regular para permanecer en ¨¦l hasta su pase voluntario a la reserva como general de divisi¨®n, ejerciendo desde ese momento de manera exclusiva su segunda vocaci¨®n, la religiosa, como seglar. Vivi¨® siempre en la pobreza voluntaria para que otros pudiesen, con sus aportaciones econ¨®micas, vivir mejor. Escribir hoy que se ha ido uno de los mejores no es halago funerario.
Javier Fern¨¢ndez L¨®pez. Teniente coronel. Delegado del Gobierno en Arag¨®n.
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