Un agujero en el aire
Madrid crece deprisa. Y no s¨®lo crece, sino que muda su estructura de peque?a capital para alcanzar una aglomeraci¨®n metropolitana en cuyo mapa se pierde ese consabido Madrid de siempre. Hace a?os que se decidi¨® urbanizar hasta sus l¨ªmites el municipio, colmando su suelo con nuevos barrios. Una d¨¦cada despu¨¦s, estas actuaciones, conocidas en la jerga incierta del urbanismo como PAUS, empiezan a hacerse realidad. De pronto, las obras interminables de nuevas autov¨ªas, el enjambre de gr¨²as y el mosaico de terraplenes se cuajan de edificios. La realidad se aparece por fin, y se impone contundente y agridulce. El dudoso trazado de los nuevos barrios ha resultado como se tem¨ªa, desangelado, y su edificaci¨®n se anuncia mon¨®tona y masiva, repitiendo el t¨®pico instaurado en los ochenta de manzanas cerradas con edificios de poco fondo, patios con piscina y p¨¢del, soportales vac¨ªos y calles con pocos comercios y poca vida. Hay mucho espacio, pero poca ciudad. Los nuevos barrios pod¨ªan llamarse urbanizaciones, lo que en boca popular significa conjuntos sin alma en medio de ning¨²n sitio. Un paseo por estos andurriales del futuro reci¨¦n llegado enfr¨ªa cualquier pasi¨®n por la arquitectura: en el urbanismo al uso no hay pasi¨®n compartida por hacer ciudad extensa y coherente, por una arquitectura mejor, por una propuesta de futuro. Hay, en cambio, un urbanismo de recetas antiguas y de fuerte rentabilidad, tejido con avenidas curvas alrededor de centros comerciales, un urbanismo que induce una fuerte nostalgia de otro tiempo, no tan lejano, en que estaba vigente el mito moderno de un oficio com¨²n, apasionado por construir una sociedad mejor y por buscar la forma propia de los nuevos tiempos, un alojamiento para gente nueva. No hay pasi¨®n compartida en este principio de siglo, despu¨¦s de tantos desencantos, pero s¨ª hay ocasiones en que una arquitectura consciente y virtuosa viene a presentar y a interpretar la realidad de los tiempos que corren. La Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) de Madrid nos brinda una de esas ocasiones con sus bloques incrustados en los nuevos barrios, que constituyen una excepci¨®n a la regla mon¨®tona del mercado y del monocultivo del metro cuadrado. Los concursos restringidos de proyectos de la EMV admiten un grado de libertad al que corresponden los arquitectos seleccionados con un inter¨¦s y una capacidad propositiva admirables, libertad que se acent¨²a en los proyectos encargados a reconocidos arquitectos extranjeros, a veces ya viejas glorias como los latinoamericanos Legorreta, Salmona o Mendes da Rocha, y otros j¨®venes destacados como los suecos Ahiqvist y Almqvist. Los encargos muestran una generosidad de miras poco habitual en la cosa p¨²blica, tanto m¨¢s cuanto de algunos de ellos no se conoce especial dedicaci¨®n a la vivienda social, como es el caso de los norteamericanos de Morphosis o del holand¨¦s Wiel Arets. Los proyectos de la EMV llevan la posibilidad e incluso la invitaci¨®n a la cr¨ªtica del modelo de manzana y de barrio de los PAUS que se materializa en cientos de hect¨¢reas de Madrid. Se admite cierta licencia para alterar las ordenanzas y los t¨®picos urban¨ªsticos, como deseando que aparezcan nuevos referentes, ya sea de modelos repetibles o de arquitectura de autor, pero siempre dentro de lo que cabe, que no es mucho.
Los arquitectos extranjeros se nos presentan intentando sugerir novedad con sus proyectos
?Qu¨¦ se pide entonces a los ar-
quitectos de prestigio internacional cuando se les encomiendan proyectos de bloques de viviendas sociales en los nuevos barrios de Madrid, esos del trazado trasnochado a lo Canberra 1900 y el monocultivo del metro cuadrado? Probablemente se pide a unos expertos, destacados por los medios como h¨¢biles creadores de forma, que insuflen aire de actualidad en una construcci¨®n masiva y poco significativa. Se quiere forma: para los arquitectos actuales, la forma es la meta y el logro de su trabajo. A diferencia de los arquitectos de la modernidad, que trabajaban para y desde la necesidad, los de la posmodernidad ya no creen que su forma haya de ser una proposici¨®n universal, repetible, tranquilizadora. La suya quiere, por el contrario, ser publicitaria, sorpresiva y original, pero con una originalidad entendida en t¨¦rminos de moda. Al mito de lo profundo y social le ha sucedido el de lo superficial y medi¨¢tico.
Los arquitectos extranjeros, que no nos son tan extra?os despu¨¦s de estos a?os en los que las arquitecturas de firma florecen aqu¨ª y all¨¢, se nos presentan intentando sugerir novedad con sus proyectos, obligados a mantener alto el list¨®n de su prestigio en sus propuestas y lidiando al alim¨®n con sus colaboradores madrile?os el pesado toro de la vivienda p¨²blica. Su trabajo se mueve entre la tentaci¨®n de las respuestas radicales, como la manzana de casbah y bloque de pasillos del californiano Thom Mayne, y la aceptaci¨®n de los inevitables grilletes de la ordenanza del brit¨¢nico Chipperfield, que parece confiar en una reestilizaci¨®n de los consabidos bloques. Porque podr¨ªa decirse que el factor com¨²n de las propuestas de los extranjeros, pero tambi¨¦n de los madrile?os, para esta generosa EMV es un cierto estilo, y como tal podr¨ªan apuntarse sus se?as de identidad: es una forma, una pl¨¢stica que no se deriva del tipo impuesto por la vivienda social, ni de la econom¨ªa de su estructura, ni de su geometr¨ªa recta y repetida, sino por el tratamiento de los planos de su fachada, ligeramente alabeados, con una composici¨®n minimalista y aleatoria de los huecos y los macizos, y con un trabajo exquisito de las texturas y los colores de su superficie.
De los edificios en construcci¨®n en los nuevos barrios, todav¨ªa se encuentran en ejecuci¨®n pocos de los proyectos salidos de estos encargos tan especiales a parejas de extranjero famoso y madrile?o. Pero es f¨¢cil encontrar el que mejor encarna las caracter¨ªsticas del encargo en cuesti¨®n y la oportunidad que est¨¢ en juego: el bloque del grupo holand¨¦s MVRDV con la espa?ola Blanca Lle¨®, que sobresale literalmente por encima del perfil de los nuevos barrios del norte y sobresale metaf¨®ricamente sobre el raso horizonte arquitect¨®nico de los PAUS madrile?os. El proyecto parece dar en su contexto como un golpe de mano. Frente al mont¨®n de prismas de ladrillo de Sanchinarro y contra todo lo esperable, levanta una estrecha y elegante l¨¢mina, de superficie trabajada como un c¨®digo gr¨¢fico y abierta por un enorme hueco, que transforma la escala del bloque y su imaginer¨ªa dom¨¦stica en el gran objeto del barrio. Una colosal estela con ombligo levantada hacia el horizonte.
El proyecto no es ajeno a la dilatada experiencia de los holandeses en materia de vivienda, una experiencia a la que no estar¨ªa de m¨¢s atender en cuanto a sus soluciones de, por ejemplo, vivienda individual o para j¨®venes. En este caso de Sanchinarro, el proyecto trabaja una amplia oferta de distintos tipos de vivienda, siempre variaciones del escaso repertorio permitido, que utilizan para componer el bloque como un agregado de cuerpos de contenido homog¨¦neo y de distinta textura de fachada. A diferencia de sus predecesores, que construyeron bloques altos y delgados como ¨¦ste, con t¨¦cnicas de astillero naval y con toda suerte de innovaciones en los a?os veinte y treinta del siglo pasado, estos holandeses no quieren mostrar el alarde estructural del puente met¨¢lico que vuela sobre el agujero: apenas si se descubren, encubiertos en su fachada minimalista, los grandes tirantes diagonales que la sustentan. Algunos cortes en la piel, juntas entre texturas, revelan una entra?a de color vivo, sin aludir a huesos ni a venas. Con una calculada iron¨ªa, el alarde formal se quiere justificar en clave vecinal: el gran hueco del edificio proporcionar¨¢ una terraza com¨²n a los vecinos. Sin embargo, es evidente que una terraza en la ¨²ltima planta ser¨ªa a¨²n m¨¢s deseable, pero ser¨ªa menos novedosa y m¨¢s d¨¦j¨¤ vu. La l¨¢mina perforada por un agujero de cinco pisos, en cambio, ofrece una cantidad de forma muy superior y una cualidad pl¨¢stica envidiable, que transmite una pasi¨®n algo exhibicionista por el propio cuerpo. Es un proyecto m¨¢s dif¨ªcil y m¨¢s costoso, pero se publicita mucho mejor. Y lo medi¨¢tico es una categor¨ªa imprescindible de la actualidad.
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