?Goza, Cal¨ªgula!
Uno. Cal¨ªgula fue concebido por Camus como un h¨¦roe existencialista, el emblema del homme revolt¨¦, a caballo (desbocado) entre la locura amarga de Hamlet y el escupitajo a los dioses de Don Juan. Hoy, en plena recontraposmodernidad, no cuesta verle como un espejo oscuro de todos nosotros: un nihilista salvaje, la (im)pura encarnaci¨®n del "mandato de goce" acu?ado por Lacan. Cal¨ªgula se pierde en el bosque tras la muerte de Drusila, su hermana, su amante, y descubre, vaya por Zeus, que la vida no es "ni buena, ni noble, ni sagrada", como dec¨ªa Lorca, y que adem¨¢s es "em¨ªfera", como dir¨ªa Ver¨®nica Forqu¨¦. Cal¨ªgula vuelve a palacio con una misi¨®n superficial y un mandato profundo. La misi¨®n tiene un bello rostro: acabar con la inautenticidad del mundo. El mandato de goce tiene la forma de la luna inalcanzable y le grita un imperativo categ¨®rico: "T¨² debes porque puedes". Pulsi¨®n maldita, que lleva enroscado su final: s¨®lo con la muerte podr¨¢ calmarse. El mandato va a convertirle en un monstruo deseante, atravesado por el anhelo insaciable de una libertad absoluta, sin restricciones. ?Qui¨¦n no ha querido, alguna noche cargada por el diablo, saltar todas las barreras para, instalado en el orden, servir un banquete de destrucci¨®n sin l¨ªmites? Folleto de instrucciones: se precisa acabar con cualquier v¨ªnculo, cualquier forma de amor, porque "el amor es lo contrario de la vida". No woman, no cry. La voz de la Misi¨®n Imposible a¨²lla: "Su tarea, si usted decide aceptarla, ser¨¢ la de actuar contra el orden de las cosas. Duplicar el caos del universo. Igualar la ciega crueldad de los dioses, y comprobar hasta qu¨¦ punto puede el hombre soportar la ignominia".
El monstruo deseante vestir¨¢ la levita del ma?tre ¨¤ penser, dispuesto a dar lecciones de abismo a los condenados, es decir, a todo bicho viviente. Un personaje perfecto para la Historia Universal de la Infamia: el dictador que eleva su tiran¨ªa a la en¨¦sima potencia para generar revuelta y, en ¨²ltima instancia, morir por ella. "Pa que me s'entienda": el Coronel Kurtz de Apocalypse Now, con su reino irracional y dionisiaco y el abejorro del horror zumbando siempre en el laberinto de su oreja, es un Cal¨ªgula sobrevivido. Hasta que le llega su San Mart¨ªn, como a cualquier cerdo.
Cal¨ªgula sigue siendo una grand¨ªsima funci¨®n. Una partida de pimp¨®n -argumento, contraargumento- con balas fulminantes; una lecci¨®n pr¨¢ctica de poes¨ªa asesina y prosa para sobrevivir. ?Qu¨¦ bien siguen sonando la letra y la m¨²sica de ese eterno combate, con cu¨¢nta claridad y cu¨¢nto fulgor! A mi izquierda, Cal¨ªgula (rudo fajador) versus Escipi¨®n (ni?o l¨ªrico). Gran escena: cuando el emperador completa, como son¨¢mbulo, el hermoso poema de su disc¨ªpulo, para luego borrarlo -"Sangre, le falta sangre"- porque ya no puede volver a ese paisaje id¨ªlico. Escipi¨®n: "?No hay nada semejante en tu vida, algo que te ayude a seguir adelante, algo dulce, un refugio silencioso?". Cal¨ªgula: "S¨ª. El desprecio". A mi derecha, Cal¨ªgula versus Quereas, patricio racionalista, voz de la contenci¨®n. Cal¨ªgula: "?Por qu¨¦ quieres matarme?". Quereas: "Porque en ti no hay nada digno de ser amado. Porque tengo ganas de vivir y ser feliz, y eso no puede lograrse empujando el absurdo hasta sus ¨²ltimas consecuencias".
Dos. Yo siempre hab¨ªa pensado que Cal¨ªgula deb¨ªa interpretarse en estado de incandescencia. G¨¦rard Philippe acu?¨® el modelo, el rol ideal para un jeune premier. O para el mattatore. Tradici¨®n del Cal¨ªgula febril en Espa?a: Flamboyant (Rodero), Potro de Vallecas (Imanol Arias), Esquizo-locaza (Luis Merlo). Ramon Madaula, en el nuevo montaje del TNC de Barcelona, dirigido por Ramon Sim¨®, demuestra que ese alcohol se puede servir muy fr¨ªo, siseando lento en el alambique del dandi desesperado que pagar¨¢ de golpe todos los plazos de su muerte a cr¨¦dito. Madaula est¨¢ como nunca, con la nonchalance melanc¨®lica de un Jacques Dutronc. Hace tiempo que va estando como nunca: Escenas de una ejecuci¨®n, Closer y ahora Cal¨ªgula. Es un placer verle, por ejemplo, travestirse de Venus, con la peluca rubia y el lam¨¦ y la boquilla de Marlene, sin aprovechar el impulso adquirido, distanci¨¢ndose maravillosamente de su propia representaci¨®n, para hacer resonar el mism¨ªsimo pensamiento del emperador: "Si se tragan esto se lo tragar¨¢n todo". Para que Madaula funcione, claro est¨¢, ha de tener altos oponentes. Y ah¨ª est¨¢ Andreu Benito como Quereas, que parece seguir llevando sobre los hombros la capa de obstinada dignidad del Krogstad de Casa de mu?ecas, en el mismo Nacional, en la misma sala, har¨¢ un par de meses, como si no le hubiera bajado la temperatura desde entonces. Y Ferran Carvajal, el Julio C¨¦sar de Rigola, ahora un Escipi¨®n a lomos de la perplejidad y el odio. Y Carme El¨ªas, un destello de rojo cortesano entre el blanco aterrado de los patricios, jugando como una ni?a el juego letal de su emperadorcito. Y, atenci¨®n, un actor hasta ahora "de reparto" que sube a primera con un gran juego de piernas y una autoridad notable: Jordi Mart¨ªnez interpretando a Helic¨®n, el liberto fiel, con una sorprendente gama de matices, entre el clown perverso y el guardaespaldas mafioso.
Ramon Sim¨® ha esquivado, con much¨ªsima cintura, todas las tentaciones de un montaje "moderno": la prosopopeya verbal, el retortij¨®n emocional, el conceptazo de todo a cien. Es un montaje elegante, claro y limpio, con el ritmo preciso, primando la palabra y, cosa rar¨ªsima, la respiraci¨®n del texto. La escenograf¨ªa de Bibiana Puigdef¨¢bregas le va como un guante: el patio de una villa romana, y un ¨¢rbol retorcido que brota del pavimento, rompiendo los adoquines. Una imagen casi tan buena como la de la v¨ªbora reptando por el mosaico de Yo Claudio. Al fondo, faltar¨ªa m¨¢s, el espejo oscuro, que nadie va a romper de un silletazo, para que siga reflej¨¢ndonos a todos cuando vuelvan a encenderse las luces de sala. Se impone gira, se?ores.
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