Yo, el sacamantecas
El proceso contra Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo de Allariz, ha dado lugar a numerosos estudios y obras de arte. Sobre aquel conocido tel¨®n de fondo descansa la novela de Conde que en el pr¨®logo explicativo deja meridianamente claro que "nada de lo que se cuenta aqu¨ª es mentira". Podemos, pues, preguntarnos: ?por qu¨¦ se trata entonces de una novela, o sea, una obra de ficci¨®n? El mismo autor contesta a la pregunta: "Lo ¨²nico incierto es que Manuel Blanco Romasanta pensara como aqu¨ª se le hace pensar, que sintiera como aqu¨ª se le hace sentir". Y es que la narraci¨®n consiste en la memoria que sobre sus andanzas criminales escribe el mismo Romasanta, un discurso literario complejo, anal¨ªtico, con un vocabulario abundante, algunos elegantes rasgos de estilo y referencias culturales y una estructura narrativa no lineal.
ROMASANTA. MEMORIAS INCIERTAS DEL HOMBRE LOBO
Alfredo Conde
Destino. Barcelona, 2004
187 p¨¢ginas. 17 euros
Conde crea un protagonista que, al contrario del que nos ha sido presentado tradicionalmente, un ser primitivo dominado por la superstici¨®n, como en la novela de Carlos Mart¨ªnez-Barbeito El bosque de Ancines y en la pel¨ªcula a que dio lugar El bosque del lobo, de Pedro Olea, es educado, posee cierta afici¨®n a leer y es inteligente y racional. As¨ª es capaz de manejar su vida con solvencia a pesar de los cr¨ªmenes cometidos y con objeto de salir bien parado del juicio inventa deliberadamente que se transforma en lobo y permanece en tal estado a veces durante d¨ªas y d¨ªas. El texto transmite en primera persona las sensaciones de un personaje narcisista, ebrio de emociones prohibidas, fr¨ªo y manipulador, totalmente ajeno a los sufrimientos del pr¨®jimo, es decir, la figura de un asesino m¨²ltiple de los que ahora podemos tener noticia en los peri¨®dicos. Asimismo, nuestro hombre revela una inusual capacidad para la manipulaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n y de la opini¨®n p¨²blica lo que vuelve a situar la obra en el territorio de la actualidad m¨¢s que en el de la historia.
Inevitablemente, surge la comparaci¨®n con Cela y su Pascual Duarte. Pero si la disposici¨®n narrativa es similar (aunque Romasanta carece del engranaje estructural de la novela de Cela) los prop¨®sitos son muy distintos. Hay una paradoja: mientras en Cela el lenguaje y el contenido del libro son duramente violentos pero el personaje se vuelve humano porque purga con humildad sus errores y maldades, aqu¨ª, en cambio, un texto pulcro y con escasa violencia expl¨ªcita origina un personaje distante y autosuficiente, menos cercano, m¨¢s monstruoso.
La obra participa activamente de la corriente actual de novelas basadas en hechos hist¨®ricos y plantea crudamente la cuesti¨®n de la verdad y la ficci¨®n. No s¨¦ si ofrecer este libro a Arcadi Espada como ejemplo de aquello que le hemos o¨ªdo alguna vez, cuando ficci¨®n y realidad se mezclan, la primera ocupa todo el territorio.
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