?Qu¨¦ pena de fiesta!
Avisos para navegantes. El primero, para la empresa: la plaza no se llen¨® a pesar de que en el cartel figuraban dos triunfadores. ?sa es la consecuencia del trabajo fino de los antitaurinos. Tanto se enga?a a la gente, que ¨¦sta deserta. El segundo, para el ganadero titular y matador de toros C¨¦sar Rinc¨®n. De los toros presentados s¨®lo le aprobaron dos. Si no se tienen toros para Madrid, la dignidad aconseja a un buen ganadero que ni se anuncie en los carteles. Pero la vanidad rompe el saco y los dos ejemplares fueron una aut¨¦ntica verg¨¹enza por su invalidez y falta de casta. Tambi¨¦n fracasaron Mois¨¦s Fraile y los due?os de los tres sobreros. Y aviso para la autoridad. ?Por qu¨¦ se permite el fraude diario de toros inv¨¢lidos y se mantienen en el ruedo? ?Qu¨¦ forma es ¨¦sta de defender la pureza de la fiesta y los derechos de los espectadores?
El Torre¨®n / Uceda, Cort¨¦s, Marcos
Dos toros de El Torre¨®n -cuatro fueron rechazados en el reconocimiento-, 1? y 3?, -este ¨²ltimo devuelto-; y cuatro de Mois¨¦s Fraile -el 6?, devuelto-. Todos bien presentados y absolutamente inv¨¢lidos. Primer sobrero de Los Recitales, inv¨¢lido; segundo sobrero del Conde de la Maza, devuelto, y tercer sobrero de Ram¨®n Flores, manso y descastado. Uceda Leal: pinchazo y estocada contraria (silencio); estocada ca¨ªda (silencio). Ant¨®n Cort¨¦s: bajonazo (ovaci¨®n); pinchazo hondo y dos descabellos (divisi¨®n). Leandro Marcos, que confirmaba la alternativa: cuatro pinchazos -aviso-; pinchazo y casi entera baja (silencio); cinco pinchazos y el toro se echa (silencio). Plaza de las Ventas, 18 de mayo. 8? corrida de la feria. Casi lleno.
?Qu¨¦ pena de fiesta, se?oras y se?ores! Ayer, en Las Ventas, se vivi¨® uno m¨¢s, pero uno de los m¨¢s bochornosos espect¨¢culos de los ¨²ltimos a?os. Toros bien presentados, pero podridos, moribundos, que ped¨ªan a gritos una muerte r¨¢pida para evitar mayor sufrimiento; toros agotados desde su salida al ruedo, toros hundidos en la m¨¢s absoluta miseria de la podredumbre.
Lo m¨¢s grave es que dicen que ¨¦sta es la primera plaza del mundo. Pues si es as¨ª, esto no lo remedia ni Pedro Romero que resucitara. Porque ser¨¢ la primera plaza, pero no la mejor afici¨®n, si es que existe en alguna parte de este planeta; ni la mejor empresa, ni los mejores ganaderos, ni la mejor autoridad... Lo de ayer fue el m¨¢ximo exponente de la ordinariez taurina.
Resulta inconcebible, por ejemplo, contemplar c¨®mo la mayor¨ªa del p¨²blico asiste impert¨¦rrita, y parece que divertida, a un espect¨¢culo tan lamentable. Es imperdonable que la plaza jaleara con ol¨¦s la buena intenci¨®n de Cort¨¦s ante un inv¨¢lido total como si la faena tuviera m¨¦rito alguno. Lamentabil¨ªsimo. La fiesta, por los suelos. Porque no hubo toros -por llamarle de alguna forma incorrecta- ni hubo fiesta ni verg¨¹enza...
El primero no pod¨ªa con su alma, pero las quejas no hicieron mella en el presidente. Sali¨® del caballo completamente borracho, o es que ya lo estaba, vaya usted a saber, y lleg¨® a la muleta agotado. Marcos se preocup¨® mucho de componer la figura y poco de torear. Tiene clase, pero no lo demostr¨® porque no se cruz¨® y desaprovech¨® los cuatro o cinco muletazos que ten¨ªa el toro. A la hora de matar, puso rumbo a Valladolid, que es su ciudad, y dio un mitin. El sexto era un novillo que se frenaba en los enga?os y embest¨ªa de manera incierta. No es Marcos torero de batallas y se afligi¨® pronto. Mont¨® la espada y se desvi¨® tanto que hizo el rid¨ªculo.
El segundo mordi¨® el polvo tras el caballo, en banderillas y en la muleta. Un pleno. Estaba de pie, pero muerto. El ¨²nico que no se enter¨® fue Uceda Leal, que le dio pases y m¨¢s pases y ni uno de la m¨¢s m¨ªnima calidad. No eran pases, evidentemente, sino trapazos infames. Pero ¨¦l no se dio cuenta de nada, y sigui¨® y sigui¨® con un deplorable sentido de la medida. M¨¢s enfermo estaba el cuarto, y abrevi¨®. En el tercero, Cort¨¦s derroch¨® voluntad, pero no hab¨ªa nada que hacer. Adem¨¢s, fue volteado de forma espeluznante tras cobrar un bajonazo. Sali¨® para matar el sobrero, inv¨¢lido tambi¨¦n, ante el que s¨®lo pudo demostrar decisi¨®n.
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