Concierto de intereses
Es para ver y no creer. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha sacado el genio que disimulaba y le ha plantado cara a Madrid sacudiendo el repertorio de reivindicaciones auton¨®micas, nuevas unas y antiguas otras, pero todas silenciadas mientras La Moncloa estuvo en manos de sus cofrades. Como ya no lo est¨¢, es el momento de ajustar cuentas al nuevo Gobierno, casi sin darle tregua para tomar el relevo. Con ello, adem¨¢s, nuestro molt honorable conjura el riesgo apremiante de que se le tenga por pusil¨¢nime m¨¢s que por prudente, como ya se temen no pocos de sus leales y la mayor parte de sus adversarios. Por otra parte, o por la misma, algo sonado hab¨ªa que hacer para salvar el varapalo electoral al PP que se presiente en los pr¨®ximos comicios europeos.
Y ah¨ª est¨¢ el petitorio presentado en las instancias centrales. La reforma del Estatuto, tanto tiempo bloqueada, tiene visos de tomar cuerpo en su versi¨®n m¨¢s generosa; a mayor abundamiento, se nos puede otorgar la condici¨®n de nacionalidad hist¨®rica, algo que probablemente colma y desborda las expectativas de la derecha, pero que no deja de ser un flor¨®n vistoso y hasta rentable; y el modelo financiero tambi¨¦n se revisar¨¢ para afrontar los d¨¦ficit en los cap¨ªtulos sanitario y docente como consecuencia del aluvi¨®n tur¨ªstico y migratorio. ?Ser¨¢ por dinero? No faltar¨¢ para eso ni para el AVE, el corredor mediterr¨¢neo y la Copa del Am¨¦rica. Y hasta es posible que tampoco se deniegue para tapar algunos agujeros de los ¨²ltimos presupuestos resueltos mediante contabilidad creativa. O sea que, menos trasvases -y eso est¨¢ por ver- el presidente Camps ha conseguido el copo con un par de visitas a las cruj¨ªas madrile?as.
Despu¨¦s ser¨¢ lo que ser¨¢ en cuant¨ªa, alcance y plazos, por no aludir al agotamiento que delata la coyuntura econ¨®mica general y que puede darle largas a no pocos acuerdos y proyectos. Pero por lo pronto ah¨ª tenemos al jefe del Consell laureado por los triunfos que se puede apuntar justamente, con el a?adido de que para ello no ha tenido que renunciar al Plan Hidrol¨®gico, salmodia y piedra angular de su discurso pol¨ªtico. Sin el menor atisbo de iron¨ªa podemos afirmar que por vez primera ha ejercido el cargo, o tal nos parece, con el acento, independencia y eficacia exigibles. Ya iba siendo hora.
Pero como en la timba del poder nadie regala nada, el ministro de Administraciones P¨²blicas, el valenciano Jordi Sevilla, tambi¨¦n se ha colgado sus medallas al convertirse en interlocutor y benefactor de esta autonom¨ªa. Como titular de esa doble cualidad que le depara el ministerio, nuestro paisano prolonga su sombra sobre el socialismo y la opini¨®n p¨²blica aut¨®ctona, mejorando su ¨ªndice de conocimiento y, aleatoriamente, su candidatura al liderazgo del PSPV, donde ya ha delatado sus querencias y cuenta con alguna feligres¨ªa que lo considera una alternativa m¨¢s v¨¢lida para recuperar la Generalitat.
Nada que objetar a que ambos dirigentes concierten t¨¢cita o expresamente sus intereses, pues ambos salen favorecidos, si aquellos revierten en provecho del pa¨ªs. Los ¨²nicos que habr¨¢n de sentirse desasosegados son aquellos de sus respectivos partidos a quienes puede fastidiar la consolidaci¨®n de los citados gobernantes y la nueva relaci¨®n de fuerzas.
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