T¨²nel del tiempo
Ha llovido mucho desde los tiempos en los que Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo moderniz¨® la televisi¨®n espa?ola aplicando con naturalidad y descaro lo que se hac¨ªa en otros pa¨ªses. Entonces contaba con guionistas como Manu Leguineche, Juli¨¢n Garc¨ªa Candau o Jes¨²s Torbado, y, siglos m¨¢s tarde y con la misma facilidad de palabra, regresa a Televisi¨®n Espa?ola para dirigir y presentar Carta de ajuste. Es un ba?o de nostalgia compartida que desarrolla la secci¨®n que hizo ??igo en El show de Flo, recuperando tambi¨¦n su Usted qu¨¦ sabe hacer, cat¨¢logo de patolog¨ªas celtib¨¦ricas. En el plat¨® le acompa?an Minerva Piquero y Don Mauro, que interpreta a un humorista desquiciado.
El resultado es una recopilaci¨®n de grandes ¨¦xitos televisivos comentados por sus protagonistas, algo que no dista demasiado de lo que Jos¨¦ Manuel Parada ha hecho con el cine desarrollista espa?ol. En grandes dosis, la nostalgia crea un clima propicio a la complacencia y al culto a la personalidad, que se alarga en exceso, sin turbulencias y con, adem¨¢s de muchos anuncios, desiguales aderezos visuales y actuaciones (Lenny Kravitz, Los Mustang y la temible La Terremoto de Alcorc¨®n).
Hay un retrozapeo llamado Yesterzapping en el que, por en¨¦sima vez, volvemos a ver a Fernando Arrabal borracho, Tejero disparando al techo del Congreso de los Diputados, el peinado de Rafaela Carr¨¢ y cortes del No-Do, ca¨®tico resumen de nuestro pasado reciente.
Cualquier barbaridad pierde toxicidad con el ben¨¦volo paso del tiempo. ?sta es la idea: recordar en familia en un clima de vamos a llevarnos bien. El primer invitado fue el Gran Wyoming, un buen s¨ªntoma que fue completado con la presencia de Lina Morgan y, m¨¢s tarde, rematado con un di¨¢logo-homenaje a Mercedes Mil¨¢. El mensaje est¨¢ claro: un programa para todos, sin listas negras ni prejuicios hist¨®rico-ideol¨®gicos, amparado por la hospitalaria cordialidad de ??igo. Si exist¨ªa el cinef¨®rum, Carta de ajuste se convierte en un telef¨®rum en el que se acaba hablando casi exclusivamente de televisi¨®n. Pero todo se queda en acumulaci¨®n. Como esos museos que, teniendo un material de gran valor (la publicidad con actores, por ejemplo, que fue lo mejor de la noche y que quiz¨¢ habr¨ªa podido ser comentado por los extraordinarios publicistas espa?oles actuales), no lucen como es debido.
El hecho de recordar no aporta m¨¢s que cierto cosquilleo an¨ªmico, dulce por lo que tiene de etapa superada y agrio porque uno intuye que, con esos precedentes, es normal que estemos como estamos. Lo m¨¢s curioso es que, a ratos, las im¨¢genes de la televisi¨®n que hac¨ªa entonces ??igo resultan m¨¢s modernas e interesantes que las actuales.
[Carta de ajuste logr¨® la noche del estreno, el lunes pasado, una media de 1.304.000 espectadores y una cuota de pantalla del 18,5%].
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