?Podemos seguir perdiendo el tiempo?
Los autores analizan los problemas de la I+D y proponen los cambios necesarios para rentabilizar al m¨¢ximo el incremento
El impulso de nuestro sistema de I+D hasta unos niveles equiparables a los de nuestros vecinos europeos es sentido como un objetivo ineludible por la sociedad progresista e incorporado al programa electoral del PSOE como uno de sus puntos clave en el esfuerzo modernizador del pa¨ªs. La necesidad de tener una econom¨ªa sustentada en el conocimiento para no depender de factores coyunturales, bien sea la implantaci¨®n multinacional, una v¨ªa ya agotada, o en sectores con alto contenido especulativo, como el de la construcci¨®n, hace que el incremento del sistema espa?ol de I+D sea una prioridad.
El incremento de un 25% anual en la financiaci¨®n de la I+D comprometido en el programa electoral del PSOE debe producir un cambio cualitativo, pero para que sea fruct¨ªfero debe ser invertido evitando disfunciones y con la m¨¢xima eficiencia posible. Y, para no repetir errores, deben ser consideradas las causas del fracaso del Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa del PP.
Los principales problemas son tres. En primer lugar, una financiaci¨®n muy por debajo de la que corresponde al potencial econ¨®mico de nuestro pa¨ªs, tanto p¨²blica como privada. Este d¨¦ficit afecta a la competitividad de nuestros grupos de investigaci¨®n y al n¨²mero de investigadores respecto a la poblaci¨®n activa, muy por debajo de la media de la UE. Frente a esta situaci¨®n, los aumentos en la inversi¨®n deber¨ªan contribuir a mejorar la financiaci¨®n de los grupos m¨¢s productivos, al incremento del personal investigador -con todas las garant¨ªas en cuanto a su selecci¨®n y equipamiento- y al fomento de la inversi¨®n en I+D por parte de las empresas.
Para poder absorber los incrementos de fondos es imprescindible crear nuevos centros con cient¨ªficos de nueva incorporaci¨®n, junto con otros m¨¢s experimentados. Para ello, es necesaria una reestructuraci¨®n en la forma de financiaci¨®n mediante la creaci¨®n de la Agencia Nacional de Financiaci¨®n de la I+D que agrupe la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n y Prospectiva, y los restos de la antigua Secretar¨ªa General del Plan Nacional de I+D, cuya gesti¨®n es manifiestamente mejorable despu¨¦s de tantos a?os sin directrices de pol¨ªtica cient¨ªfica claras.
En segundo lugar, los mecanismos de funcionamiento y gesti¨®n del sector p¨²blico de I+D son inadecuados e insuficientes, y de manera especial los de los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n (OPI). Es positivo el hecho de que gran parte de los OPI se hayan reagrupado de nuevo en el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, lo que permitir¨¢ una mejor relaci¨®n funcional con las universidades, y es esperable que la I+D reciba una atenci¨®n pol¨ªtica preferente, teniendo en cuenta que m¨¢s del 90% de los funcionarios de este ministerio se dedican a estas tareas.
No obstante, hay que abordar con urgencia aspectos como la coordinaci¨®n de los OPI -que ha de hacerse necesariamente alrededor del m¨¢s grande de ellos, el CSIC-, lo que implicar¨¢, adem¨¢s de una coordinaci¨®n cient¨ªfica, una equiparaci¨®n funcionarial. Sin esta equiparaci¨®n resultar¨¢ casi imposible la movilidad entre instituciones, fundamental para la creaci¨®n de equipos capaces de llevar a cabo proyectos conjuntos, primer paso para crear una gran instituci¨®n de I+D. Todo esto requiere una flexibilidad administrativa inexistente. De hecho, si no se ejerce una acci¨®n en¨¦rgica en este sentido, al menos el CSIC dejar¨¢ de ser funcional para la ciencia competitiva en un plazo m¨¢ximo de dos a?os.
El encorsetamiento de la administraci¨®n de los proyectos de I+D es una realidad asfixiante para los investigadores. El cumplimiento de la ley no puede estar re?ido con la flexibilidad en la gesti¨®n, y hay gestores con experiencia capaces de llevar a cabo esta "revoluci¨®n" imprescindible. La incorporaci¨®n de personal investigador contratado con garant¨ªas de calidad equivalentes a las de los funcionarios s¨®lo ser¨¢ posible con nuevos mecanismos de gesti¨®n.
En tercer lugar, nuestro sector productivo est¨¢ constituido por empresas peque?as y medianas con una capacidad investigadora muy baja y escasa confianza en el sector p¨²blico de I+D, lo que se refleja en la balanza de pagos tecnol¨®gica m¨¢s desfavorable de la UE. Por su parte, el sector p¨²blico de I+D actualmente existente podr¨ªa tener una mayor repercusi¨®n en la capacidad innovadora y productividad del sector empresarial, tanto por su magnitud en valores absolutos como por su calidad y productividad cient¨ªfica. Sin embargo, la transferencia de conocimientos desde el sistema p¨²blico a las empresas no est¨¢ suficientemente incentivada ni existen las pol¨ªticas adecuadas para su fomento. Se requieren programas de aproximaci¨®n eficaces y el apoyo econ¨®mico a la investigaci¨®n cooperativa entre la universidad y los OPI, especialmente con las pymes con escasa capacidad investigadora. Sin olvidar otras medidas como el est¨ªmulo de iniciativas empresariales por parte de j¨®venes investigadores, con excelente formaci¨®n pero con pocas posibilidades de hallar plazas en los centros p¨²blicos.
Tambi¨¦n se precisa una mejor utilizaci¨®n de las plataformas internacionales (OCDE, ESF, etc¨¦tera). No s¨®lo como caja de resonancia de los incrementos de inversi¨®n, sino para aumentar la presencia de nuestros investigadores en esos foros a trav¨¦s de comisiones de asesoramiento que comparten miembros con las de la UE y tienen incidencia en los retornos de fondos europeos.
Resulta esencial el acierto al escoger a las personas que vayan a llevar a cabo las complejas tareas planteadas. No basta la capacidad cient¨ªfica ni la buena voluntad de cada uno. Es necesario un plan de choque que pueda sacarnos de nuestro atraso, y una acci¨®n coordinada de los distintos componentes del sistema. Los responsables deben estar identificados con la importancia pol¨ªtica del trabajo y tener conocimiento real del sistema. Es de esperar la aparici¨®n de los llamados "t¨¦cnicos independientes" siempre dispuestos a saltar de una Administraci¨®n a otra para conservar un puesto intermedio o mejorarlo. Pero la tarea exige una dedicaci¨®n que s¨®lo es posible desde el convencimiento ideol¨®gico. No hacerlo as¨ª supondr¨¢ un nuevo fracaso y la prolongaci¨®n de una situaci¨®n que ha dejado al sistema de I+D al borde del colapso.
Vicente Larraga es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y Milagros Candela es profesora titular de Gen¨¦tica de la UCM
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