C¨¦sar Aira retrata con humor y fantas¨ªa la crisis argentina
El escritor publica dos relatos con los vanguardistas cartoneros de Buenos Aires
En Flores, un barrio de Buenos Aires, se vende un 160% m¨¢s de pizzas a domicilio que en cualquier otra parte de la ciudad. J¨®venes motoristas se encargan por la noche del reparto y, con ellos, Aldo y Rosita, una veterana pareja, que lo hace andando y siempre del bracete. As¨ª empieza Las noches de Flores (Mondadori), de C¨¦sar Aira (Coronel Pringles, Argentina, 1949). Son tiempos dif¨ªciles. La crisis econ¨®mica genera delincuencia. El secuestro de un chico es la imagen del horror, pero en las noches de Aldo y Rosita hay buen rollo. Todo parece id¨ªlico hasta que Aira da la vuelta a la historia de tal modo que quita el hipo.
"Hacia la mitad de la novela sufr¨ª una crisis. Estaba escribiendo una historia costumbrista, pastoril. As¨ª que di la vuelta. Transform¨¦ a los buenos en malos", explic¨® ayer Aira en Barcelona. "A veces no s¨¦ c¨®mo voy a llenar las p¨¢ginas y por eso estoy muy atento con todo lo que sucede a mi alrededor y lo voy metiendo en la f¨¢bula. Al final es como una apuesta, a ver si consigo anudar todos los hilos que quedan sueltos. Artesan¨ªa e ingenio para responder a las trampas que me pongo". Las noches de Flores es un maravilloso delirio de humor e iron¨ªa, que no oculta una dura realidad en la que irrumpe la fantas¨ªa de C¨¦sar Aira. Hay polic¨ªas que no creen en la ley, monjas que no creen en Dios, escritores que no son escritores. Uno de ellos, por ejemplo, es "guionista de castings" (sic). "Me pareci¨® lo m¨¢ximo de la nada". En apenas 140 p¨¢ginas, Aira habla desde la econom¨ªa hasta el arte. "Es una novela chiquita. Lo digo quiz¨¢ como autodefensa, para no jugarme todo a una carta. Hago mi apuesta a trav¨¦s de todas mis apuestas. Nunca escribir¨¦ un libro grande que me represente totalmente".
C¨¦sar Aira ha publicado en Argentina dos relatos editados por Elo¨ªsa Cartonera, una editorial de combate. "Compran el cart¨®n a los cartoneros. Cortan las tapas y las ilustran. El texto se hace por ordenador y luego se fotocopia. Cada libro es diferente y se vende a cuatro pesos" [poco m¨¢s de un euro]. Los guardianes de lo pol¨ªticamente correcto lo han criticado. "Dicen que es un souvenir de la miseria, pero a m¨ª me parece una experiencia art¨ªstica de vanguardia".
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