La huella espa?ola en Kitaj
Kitaj. Retrato de un hispanista, re¨²ne una veintena de obras del pintor angloamericano R. B. Kitaj, nacido en Cleveland, Ohio, en 1932, pero que empez¨® a frecuentar Europa a lo largo de la d¨¦cada de 1950, recalando definitivamente en Londres a comienzos de la siguiente d¨¦cada, lo que le convirti¨® en uno m¨¢s de los brillantes artistas brit¨¢nicos que surgieron entonces como singulares portavoces locales del pop-art. Antes, en cualquier caso, de seguir tratando sobre Kitaj, hay que se?alar que la presente muestra, que est¨¢ monogr¨¢ficamente dedicada a los temas espa?oles de este artista, que frecuent¨® nuestro pa¨ªs durante casi treinta a?os, entre aproximadamente 1950 y 1980, tiene como comisario al reputado especialista brit¨¢nico Marco Livingstone, que ha seleccionado un conjunto de cuadros significativos al respecto, procedentes de diversos museos europeos, entre los cuales est¨¢n tambi¨¦n los espa?oles Thyssen-Bornemisza, el Reina Sof¨ªa y el propio de Bellas Artes de Bilbao, que no en balde adquiri¨®, en 2002, el cuadro La hispanista (Nissa Torrents) (1977-1978).
KITAJ. RETRATO DE UN HISPANISTA
Museo de Bellas Artes de Bilbao
Plaza del museo, 2. Bilbao
Del 31 de mayo al 2 de agosto
En relaci¨®n con los estrechos y complejos v¨ªnculos de Kitaj con Espa?a, se puede afirmar que su obra es relativamente bien conocida por el p¨²blico aficionado de nuestro pa¨ªs, que, hace unos a?os, ya pudo contemplar una retrospectiva suya en el MNCARS, de Madrid, por citar la cita m¨¢s se?alada entre otras muchas, en las que, con uno u otro motivo, se ha exhibido su pintura. No obstante, se echaba en falta el abordaje monogr¨¢fico de la misma desde esta perspectiva espa?ola, porque Kitaj no s¨®lo pas¨®, en efecto, largas temporadas en Espa?a, sobre todo, en el litoral catal¨¢n, interes¨¢ndose en nuestra historia y en nuestra cultura, sino que le sirvi¨® de abundante inspiraci¨®n art¨ªstica, como ahora se puede apreciar en la obra exhibida en Bilbao.
Artista de honda inquietud intelectual y, a pesar de la singladura aventurera de su juventud, de formaci¨®n muy sofisticada, la pintura de Kitaj est¨¢ entreverada de referencias culturales muy complejas, lo que, unido a un talante muy rom¨¢ntico, explica el sentido y la riqueza de su fondeamiento espa?ol. Por otra parte, aunque ¨¦l quiz¨¢ no sea muy consciente de ello, su obra pict¨®rica, al margen de estas referencias espa?olas, cal¨® admirativamente entre los pintores de nuestro pa¨ªs de la d¨¦cada de 1970, en especial, los que formaron parte de ese heter¨®clito grupo conocido por la Nueva Figuraci¨®n madrile?a, inicialmente fascinados por los pintores del pop brit¨¢nico, como ¨¦l mismo o David Hockney.
Es cierto, como advierte
Marco Livingstone en el texto del cat¨¢logo de la actual exposici¨®n bilba¨ªna, que Kitaj, que complet¨® su formaci¨®n art¨ªstica en el Royal College of Art, de Londres, donde coincidi¨® con algunos de los futuros representantes del pop brit¨¢nico, en absoluto se considera miembro de esta corriente, pero, en cierta manera, influy¨® en ellos en el sentido de potenciar su orientaci¨®n pictoricista y la complejidad anal¨ªtica de sus planteamientos. En este sentido, la narratividad visual que emplea Kitaj y sus trazas pict¨®ricas de reminiscencia germ¨¢nica, entre Berl¨ªn y Viena, le emplazan mejor dentro de la a¨²n m¨¢s gen¨¦rica corriente de la llamada Escuela de Londres, en la l¨ªnea de Bacon, Freud, Auerbach, Kossoff, etc¨¦tera, pero, en el fondo, su singular trayectoria vital y art¨ªstica no tiene f¨¢cil adscripci¨®n en ning¨²n movimiento o grupo concretos, lo cual no ha dejado de acarrearle dificultades de todo tipo.
La mayor parte de los cuadros espa?oles de Kitaj datan de los a?os sesenta y setenta, que se corresponden con una de sus etapas creativas m¨¢s brillantes y fecundas, todo lo cual no s¨®lo acredita el alto valor art¨ªstico de la presente muestra, sino que, a trav¨¦s del tratamiento tem¨¢tico, revela de forma ¨®ptima la rica urdimbre intelectual que articula su pintura y, sobre todo, su incomparable latido po¨¦tico, ambos gestados frente a una impresionante variedad de motivos, que tienen que ver con los asuntos art¨ªsticos m¨¢s diversos, con los problemas hist¨®ricos contempor¨¢neos m¨¢s acuciantes y, en general, con una concepci¨®n ¨¦tica de la pintura muy exigente y, por tanto, en absoluto viciada por ning¨²n ideologismo reductor.
Por ¨²ltimo, aunque no haga una menci¨®n expresa al respecto, hay que se?alar que, en la muestra de Bilbao, est¨¢n todos los cuadros espa?oles verdaderamente importantes.
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