?l ama a su 'baby'
Ni una, ni dos, ni tres: cuatro son las citas de Roberto Bola?o que Jaime Bayly antepone a su novela. Es su manera exagerada de corresponder las gentilezas, asimismo exageradas, que Bola?o le dedic¨® con motivo de la presentaci¨®n en Barcelona de Yo amo a mi mami, en 1999. Por aquel entonces, justo es decirlo, aquellas gentilezas pod¨ªan ser dichas sin sonrojo. Jaime Bayly era todav¨ªa Jaime Bayly, por decirlo buenamente.
-?Y c¨®mo se dir¨ªa malamente?
-Pues que por aquel entonces Jaime Bayly todav¨ªa no era Jaime Bayly. O no del todo.
Como sea, por aquel entonces cab¨ªa destacar positivamente, como hac¨ªa Bola?o, la manera en que Bayly se lanzaba a escribir "a tumba abierta", es decir, "dejando para despu¨¦s o para ya mismo, para el mismo acto de escribir, el planteamiento formal de la novela".
EL HURAC?N LLEVA TU NOMBRE
Jaime Bayly
Planeta, Barcelona, 2004
462 p¨¢ginas. 20 euros
Hablaba Bola?o de los intentos que Bayly hac¨ªa por encontrar "una forma que se adecue a su potencia narrativa, a su flujo verbal inagotable", y se admiraba de su capacidad "para salir de cualquier atolladero", guiado por su instinto de narrador y su fuerza como dialoguista.
Esa fuerza, sin embargo, es la que poco a poco lo ha ido abandonando, mientras su instinto de narrador ha quedado al parecer definitivamente atrofiado. De modo que ese "flujo verbal inagotable" se desparrama ahora sin control ninguno sobre la p¨¢gina en blanco. Y si ya avisaba Bola?o de que Bayly era, por encima de todo, un "devorador de p¨¢ginas en blanco", en la actualidad, con glotoner¨ªa creciente, y perdida ya toda compostura, devora p¨¢ginas y m¨¢s p¨¢ginas con un mon¨®logo infinitamente necio y tedioso, cuya ¨²nica tensi¨®n la aportan los melindres con que el narrador deshoja la margarita de su sexualidad: "?Por qu¨¦ tiene que ser tan dif¨ªcil ser bisexual, un puto y un caballero a la vez? ?Es tan complicado entender que uno puede sentir gratificaci¨®n poseyendo a una mujer y en otras ocasiones encontrar regocijo ensartando o siendo ensartado por un var¨®n brioso?".
Por incre¨ªble que parezca, el libro entero discurre sobre estos t¨¦rminos. Y lo que es peor: lo hace en estos t¨¦rminos. S¨ª: caballero, gratificaci¨®n, regocijo, ensartar, var¨®n brioso... Y todo para llegar una y otra vez a confesiones del siguiente calibre, proferidas por el narrador en su permanente zozobra: "Se puede ser maric¨®n y un hombre digno, pero yo no soy suficientemente hombre para ser maric¨®n".
Las cien primeras p¨¢ginas
de la novela, toda narrada en primera persona y en presente, refieren el modo en que su protagonista, Gabriel, se enamora de la bella y abnegada Sof¨ªa, "la mujer que sali¨® de las sombras de una discoteca para recordarme que a¨²n puedo ser un hombre". Pero ese amor no consigue apartarlo de su irresistible atracci¨®n por los "varones briosos" (muy en particular por el dotad¨ªsimo aunque arisco Sebasti¨¢n), lo cual es motivo para Gabriel de continuos tormentos y escr¨²pulos. Cuando la cosa parece que ya no se aguanta, h¨¦te aqu¨ª que la bella Sof¨ªa queda embarazada. La novela ya corre por su mitad, y a los tormentos y escr¨²pulos sobre su sexualidad se superponen ahora, en la atribulada conciencia del narrador, los que le provocan la expectativa de una paternidad indeseada y sus exigentes reclamaciones a Sof¨ªa de que aborte. Por si fuera poco, Gabriel, quien con motivo del golpe de Estado de Fujimori -y sin que se acierte muy bien a saber por qu¨¦, dados los antecedentes-, se ha exiliado a Miami, renunciando a "la vida fatua y licenciosa de una estrellita local de la televisi¨®n" peruana, est¨¢ resuelto a escribir, contra viento y marea, una escandalosa novela sobre s¨ª mismo y su culposa homosexualidad, lo cual lo enfrenta a Sof¨ªa y a su entorno familiar.
Pero no hay por qu¨¦ alarmarse, todo acaba de la mejor manera: los chicos con los chicos y los chicos con las chicas. En cuanto al desenlace de tanta congoja, ofrece una pista sutil la dedicatoria del libro: "A Camila, mi hija, que me ense?¨® a amar".
Como siempre, Bayly coquetea astutamente con los trasfondos autobiogr¨¢ficos de su personaje. Como siempre, sus moner¨ªas pijas conllevan una indulgente denuncia de la plutocracia lime?a, pero no disimulan el agobio y la aprensi¨®n que le produce esa ciudad de "cholos", llena de polvo y de cochambre. Por otra parte, hace ya mucho que Bayly, glamouroso y medi¨¢tico, encarna como nadie un modelo de estatus gay convenientemente pasteurizado, liofilizado y homogeneizado. Con aburrimiento y cinismo crecientes, sus novelas tienden a ilustrar, antes que a explorar, una pose y una sentimentalidad abiertamente kitsch, que en sus momentos m¨¢s atrevidos confunde exhibicionismo con transgresi¨®n. Elocuente a este respecto es el cap¨ªtulo en que Gabriel anuncia a Sof¨ªa que quiere depilarse las nalgas (pues "unas nalgas peludas espantan la pasi¨®n y disuaden al m¨¢s valeroso de los amantes"). O el pasaje en que se embelesa al cruzarse con el pr¨ªncipe Felipe, que hace footing seguido por sus guardaespaldas.
"Yo no s¨¦ si soy marica o macho", se dice Gabriel, "puedo ser ambas cosas, marica cuando veo pasar trotando al pr¨ªncipe de Borb¨®n y macho cuando quiero hacerle el amor a mi novia".
Pues qu¨¦ bien.
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