Parodia de los prop¨®sitos
PRINCIPIANTES, de Miguel Albero (Madrid, 1967), exhibe una curiosa lista de personajes adiestrados en los comienzos, seres que, por escasa voluntad u otra fatalidad, no pasan de ah¨ª, "y ese ¨ªmpetu inicial se convierte en la causa ¨²nica del fracaso". Agotados en el puro prop¨®sito, desconocidos y sin proyecci¨®n p¨²blica, esta galer¨ªa de inv¨¢lidos de la conclusi¨®n se clasifican en distintas categor¨ªas: por raz¨®n, consunci¨®n, omisi¨®n, convicci¨®n, obligaci¨®n y devoci¨®n. Dejo al lector que descubra por su cuenta esta prolijidad en el no ser, que hace de estas divertidas p¨¢ginas un soberbio ejercicio de sof¨ªstica. Pues, antes que nada, este libro ostenta un indudable talento humor¨ªstico, fuertemente autoir¨®nico, que se complace en el escepticismo y la rechifa, sin caer en la chabacaner¨ªa. El narrador es un anciano, recluido en una residencia, que por amistad se ofrece de cronista de la investigaci¨®n de otro residente. El libro se organiza a modo de sucesi¨®n de casos ejemplares, donde la ausencia de destino determina no s¨®lo la caracter¨ªstica principal de sus personajes, sino la ¨ªndole misma del libro. Novela que recela de las convenciones del g¨¦nero, colecci¨®n de cuentos que son m¨¢s bien proyectos de historias, ensayo a favor de los perdedores, pretexto de ¨¢cidas divagaciones sobre la tentaci¨®n de la cultura, la parodia alcanza incluso al propio libro, pero sin invalidarlo; al contrario, refuerza su planteamiento de obra primeriza, elevando su estatuto a juego intelectual. Principiantes tambi¨¦n exhibe -en este libro todo es exhibici¨®n de magn¨ªficas facultades creativas- una prosa precisa y radiante, due?a de la conciencia de su mecanismo, que se burla de los t¨®picos en los que incurre. Con aparente apego a la broma, tiene una seriedad dram¨¢tica, pr¨®xima a los cl¨¢sicos: "Siempre resulta m¨¢s elegante acabar en ruina que devenir puro escombro".
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