Inspiraci¨®n de Curro D¨ªaz
A punto estuvo Curro D¨ªaz de formar un alboroto en la plaza de Las Ventas. Natural de Linares, matador de toros desde 1997 y con tan s¨®lo 20 corridas en su ya larga carrera, vivi¨® un aut¨¦ntico arrebato de inspiraci¨®n al comenzar su faena de muleta que conmocion¨® a los tendidos. Brind¨® al p¨²blico con pausada solemnidad y se dirigi¨® hacia el toro con paso corto. Le present¨® la muleta y dibuj¨® hasta cuatro pases por bajo largos, templad¨ªsimos y hondos entre estruendosos ol¨¦s; continu¨® con un vistoso cambio de manos y cerr¨® la tanda con un largu¨ªsimo pase de pecho.
La plaza qued¨® hipnotizada y conmovida ante aquella ins¨®lita demostraci¨®n del arte de torear, ante aquel espect¨¢culo maravilloso que pocas veces se hace presente en un ruedo.
Cuadri / El Califa, Miura, D¨ªaz
Toros de Celestino Cuadri -el 4?, devuelto-, bien presentados, mansos, blandos y nobles; bravo y deslucido el 5? e inv¨¢lido el 6?. El sobrero, de Hermanos Lozano, manso y violento. El Califa: dos pinchazos y un descabello (silencio); tres pinchazos, media baja -aviso-, cinco descabellos (silencio). D¨¢vila Miura: estocada muy trasera (pitos); seis pinchazos -aviso- (bronca). Curro D¨ªaz: media muy baja (vuelta); casi entera baja (silencio). Plaza de Las Ventas, 31 de mayo, 17? corrida de feria. Lleno.
Si el torero hubiera continuado por ese camino, hoy ser¨ªa menos D¨ªaz y m¨¢s Curro. Pero no debe ser f¨¢cil cincelar una obra de arte cuando s¨®lo se ha tenido acceso a unos pocos bocetos. Y no es que la faena se viniera abajo, sino que no mantuvo el alto nivel inicial. La primera tanda por la derecha result¨® acelerada; m¨¢s torera y templada la segunda. Con la izquierda sobresali¨® s¨®lo en un pase de la firma, y consigui¨® despu¨¦s un natural y un pase de pecho. Todo lo realiz¨® con gusto y torer¨ªa, pero falt¨® la faena maciza, falt¨® la serenidad suficiente para pensar en la cara del toro y aprovechar sus bondades. Adem¨¢s, mat¨® feamente y la so?ada apoteosis qued¨® en una vuelta al ruedo.
Las oportunidades se presentan una vez en la vida y el panorama cambi¨® por completo en el sexto toro. Hizo una aceptable pelea en varas, recort¨® en banderillas y lleg¨® a la muleta sin el fuelle necesario para embestir una sola vez. Se derrumb¨® en la arena y comenz¨® el bochornoso espect¨¢culo de la cuadrilla tir¨¢ndole del rabo y de los pitones para intentar levantarlo. Cuando iba a ser apuntillado el animal se levant¨® y s¨®lo aguant¨® que D¨ªaz le clavara en los bajos una estocada casi entera. Quedar¨¢ en el recuerdo el arrebato de inspiraci¨®n de un torero desconocido, y tambi¨¦n la profunda decepci¨®n del triunfo no alcanzado.
Sin duda, D¨¢vila Miura querr¨¢ olvidar con rapidez su nefasta tarde. Ni tuvo suerte ni estuvo inspirado. Su segundo no ten¨ªa un pase, descompuesta la embestida tras una brava pelea en varas y un desordenado tercio de banderillas. Dio un mitin con la espada, con unas precauciones impropias de un matador. Antes, hab¨ªa sufrido en sus carnes la injusta cr¨ªtica de un sector de la plaza cuando toreaba de muleta a su primero. A veces, la exigencia se confunde con la impertinencia y, ciertamente, a D¨¢vila le reventaron la faena. Tore¨® bien al noble toro por ambos lados, pero una minor¨ªa no ces¨® de pitarle en un injusto desprecio a su labor torera.
Y El Califa estuvo, pero como si no se le esperara. Muy triste, aburrido y sin recursos ante un lote poco propicio. Muy descastado fue su primero, al que tore¨® de la manera m¨¢s insulsa que imaginarse pueda, y ¨¢spero y bronco fue el cuarto, al que mat¨® de manera impropia.
Babelia
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