La reorientaci¨®n del sistema sanitario
Nuestro sistema sanitario reconoce a la salud p¨²blica la capacidad de analizar los problemas de salud y sus determinantes en el ¨¢mbito global de la comunidad, lo cual resulta imprescindible para elaborar pol¨ªticas de salud y de servicios sanitarios. De ah¨ª la contribuci¨®n de la salud p¨²blica a los planes de salud en las comunidades que los han desarrollado. Una contribuci¨®n que se completa con las intervenciones de car¨¢cter colectivo en los ¨¢mbitos de la protecci¨®n y la promoci¨®n de la salud que, en general, llevan a cabo los servicios territoriales de las comunidades aut¨®nomas y, en parte, las administraciones locales que comparten la competencia de protecci¨®n de la salud de forma concurrente con los gobiernos aut¨®nomos.
La salud p¨²blica tiene la responsabilidad de reorientar las prioridades y objetivos de las instituciones de salud
Las intervenciones de promoci¨®n de la salud y de prevenci¨®n de enfermedades proporcionadas a las personas individualmente son responsabilidad del componente asistencial del sistema sanitario, b¨¢sicamente de la atenci¨®n primaria de salud, el estamento asistencial que incorpora, aunque sea formalmente, una orientaci¨®n poblacional. No en vano los m¨¦dicos de la atenci¨®n primaria son especialistas en medicina familiar y comunitaria.
Sin embargo, la perspectiva dominante de la pr¨¢ctica asistencial de la atenci¨®n primaria es cl¨ªnica, lo cual es necesario para abordar adecuadamente las enfermedades org¨¢nicas pero insuficiente para enfrentarse a muchos factores de riesgo que tienen que ver con los comportamientos de las personas y cuyos determinantes principales son sociales, econ¨®micos y culturales.
As¨ª, por ejemplo, la promoci¨®n de una alimentaci¨®n saludable, que tiene que ver con la mejora de la salud y tambi¨¦n con la prevenci¨®n de las enfermedades asociadas a factores de riesgo como la obesidad, la diabetes, algunos c¨¢nceres y las enfermedades cardiovasculares, no se puede conseguir de forma eficiente sin la participaci¨®n de otros sectores sociales, adem¨¢s de los sanitarios.
La organizaci¨®n del trabajo, la composici¨®n de la familia y el acceso a los alimentos adecuados son los factores que determinan en mayor grado los comportamientos alimentarios de la poblaci¨®n, de forma que la mera informaci¨®n sobre la composici¨®n de los alimentos o el consejo sobre las dietas m¨¢s adecuadas es insuficiente para que se lleguen a adoptar en la pr¨¢ctica.
En este contexto no es de extra?ar que el sector alimentario se adapte a la situaci¨®n y saque partido ofreciendo productos que son f¨¢ciles de preparar y consumir, con independencia de las consecuencias sobre la salud de los consumidores. Sin embargo, dado que el valor cultural de la salud tiene posibilidades comerciales, muchas empresas lo incorporan en sus planteamientos publicitarios con un rigor variable.
En cualquier caso, achacar a las empresas productoras y comercializadoras de alimentos la responsabilidad principal de una alimentaci¨®n inadecuada no responde a la realidad, y por ello tampoco es una base realista sobre la que construir una estrategia efectiva de promoci¨®n de una alimentaci¨®n m¨¢s saludable.
Es pues la sociedad en su conjunto la que debe movilizarse para promover una alimentaci¨®n saludable que contribuya a la reducci¨®n de los problemas de salud y que, adem¨¢s, suponga un incremento de la salud como algo que en s¨ª mismo ayuda a que la vida valga m¨¢s la pena. Un aspecto a menudo relegado por la primac¨ªa que damos a la prevenci¨®n de las enfermedades.
Pero el papel del sistema sanitario en la comunidad es decisivo porque ¨¦ste es, en parte, el que acaba atendiendo los problemas de salud derivados de una alimentaci¨®n insana y tambi¨¦n porque puede contribuir a la promoci¨®n y a la protecci¨®n de la salud en este ¨¢mbito, aunque su aportaci¨®n potencial m¨¢s eficiente no depende, al menos en la actualidad, de las intervenciones asistenciales o cl¨ªnicas sino de las intervenciones colectivas de la salud p¨²blica.
La salud p¨²blica forma parte del sistema sanitario pero ocupa una posici¨®n intermedia con el conjunto de la sociedad, lo que le permite, m¨¢s que al componente asistencial, fomentar y colaborar en la adopci¨®n de actividades de car¨¢cter social, econ¨®mico, legislativo y en definitiva cultural, que son las m¨¢s pertinentes para promocionar comportamientos saludables, ya que tienen en cuenta las modificaciones estructurales que facilitan las conductas de salud.
La responsabilidad de la salud p¨²blica frente a la sociedad es muy notable, pero tambi¨¦n lo es en el seno del sistema sanitario. Entre otras cosas porque conseguir influencia social sin influenciar a la sanidad resulta imposible. Una influencia que debe permitir reorientar las prioridades y objetivos de las instituciones de salud y coordinar las intervenciones de todos los componentes en la misma direcci¨®n.
Naturalmente esta potencialidad de la salud p¨²blica no se limita a la alimentaci¨®n. Muchas otras cuestiones requieren ser abordadas. Ve¨ªamos hace poco el problema de los accidentes de tr¨¢fico, y podr¨ªamos considerar tambi¨¦n la violencia dom¨¦stica, la de g¨¦nero o la que afecta a las personas mayores. Un problema cuya dimensi¨®n sanitaria es m¨¢s bien un reflejo, lamentable y espectacular, de una disfunci¨®n cultural y social mucho m¨¢s profunda que no puede tratarse exclusivamente ni de forma preferente desde el sistema sanitario.
Andreu Segura es profesor de Salud P¨²blica de la Universidad de Barcelona.
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