Intolerable

Ser¨¢ que la autoridad no tiene quien le lea, de verdad, la cartilla. Ser¨¢ que la fiesta de los toros no le importa absolutamente nada. Ser¨¢ que este p¨²blico festivo lo aguanta todo, hasta la dura piedra de los tendidos durante dos horas de sufrido aburrimiento.
La suerte de la autoridad es que ya no hay afici¨®n. Si la hubiera, habr¨ªa ido despu¨¦s del festejo al juzgado de guardia a denunciar una estafa como una casa. Si a¨²n tuviera vida (la afici¨®n), los se?ores que ejercen actualmente la autoridad estar¨ªan dedicados a otros menesteres porque no se permitir¨ªan sus desmanes, sus manejos y su firme decisi¨®n de acabar con este espect¨¢culo en el menor tiempo posible.
Intolerable, indignante, bochorno impropio de la que dice ser la primera plaza del mundo. Sobran los calificativos para enjuiciar lo visto y ocurrido ayer en Las Ventas. Es dif¨ªcil entender c¨®mo la autoridad, que se supone competente, admiti¨® una corrida tan mal presentada (tres toros cumpl¨ªan los cuatro a?os en el mes de junio y ayer fue el primer d¨ªa del mes), unos novillos que no se aceptar¨ªan ni en una plaza de tercera. Incomprensible a todas luces que esos novillos salieran al ruedo de Las Ventas en la Feria de San Isidro. Pero ¨¦sa es la evidencia del estado actual de la fiesta.
Atanasio / Luguillano, Valverde, Garc¨ªa
Toros de Herederos de Atanasio Fern¨¢ndez, impresentables y anovillados, mansos, inv¨¢lidos y descastados; el 4? fue devuelto y sustituido por uno de Carlos N¨²?ez, mal presentado y mansurr¨®n. David Luguillano: estocada baja (silencio); tres pinchazos y media tendida (bronca). Javier Valverde: pinchazo, pinchazo ensartado y estocada tendida (silencio); pinchazo y estocada (silencio). Iv¨¢n Garc¨ªa: estocada ca¨ªda (ovaci¨®n); tres pinchazos -aviso-, media baja y dos descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 1 de junio, 18? corrida de feria. Casi lleno.
Pero no qued¨® ah¨ª la cosa. La ganader¨ªa de Atanasio Fern¨¢ndez pas¨® a la historia. Es decir, pas¨® su grandeza, su prestigio y su ejemplo de presentaci¨®n y casta. Hoy, est¨¢ podrida, enferma o borracha. Hoy es uno de los referentes de la decadencia, del toro sin trap¨ªo, sin fuerza y sin bravura. Fue denigrante el espect¨¢culo de los toros rodando por la arena en una claudicaci¨®n total en todos los tercios. Fue penoso comprobar c¨®mo aquellos animalitos se tambaleaban y desplomaban despu¨¦s de olisquear el ambiente.
Y la autoridad no s¨®lo enga?¨® gravemente dando por buena esta corrida, sino que admiti¨® el fraude reiterado al no devolver a los corrales a todos y cada uno de los ejemplares de Atanasio. As¨ª, el presidente de ayer no debe volver al palco por manifiesta ineptitud o por dejaci¨®n de funciones. No vale mirar al infinito como si la guerra no fuera con ¨¦l. No vale decidir siempre a favor de la empresa. No es l¨ªcito presidir una corrida si no se est¨¢ preparado para ello.
Bastante hicieron los toreros con matar la corrida. Unos mejor que otros, ¨¦sa es la verdad. A Luguillano le toc¨® el primer gran inv¨¢lido de la tarde y un sobrero al que no quiso ni verlo y nadie supo el motivo. No era toro de carril, pero el vallisoletano lo ali?¨® por la cara, muy despegado y a la defensiva entre la merecida bronca del respetable. Valverde no tuvo toros, y cuando no hay toros se hace presente la nada. Dio pases, s¨ª, pero entre su vulgaridad y la invalidez de sus oponentes, el resultado fue un horror. Y el m¨¢s voluntarioso fue Iv¨¢n Garc¨ªa, que quiso sacar todo el jugo a su ¨²nica comparecencia en la feria, puso voluntad, ¨¢nimo y muchas ganas de triunfo, pero la grada no le dio importancia a su labor y perdi¨® una oportunidad por culpa de otros. Dos horas y cinco minutos dur¨® el bochorno decadente e intolerable de la corrida de ayer. Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa. ?sa es la gran suerte de la autoridad.

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