El cultivo de la educaci¨®n en la ciudad
Ustedes se enterar¨¢n por los diferentes formatos de la convocatoria: el d¨ªa 5 de junio, coincidiendo con la celebraci¨®n anual del D¨ªa Mundial del Medio Ambiente, la ciudadan¨ªa y la escuela se dar¨¢n la mano para andar un d¨ªa por entre la huerta, analizar sus destrozos y sus olvidos, y para pensar un modelo de ciudad solidario con la tierra, respetuoso con el trabajo del agricultor, necesitado de una huerta sana y ecol¨®gica. A esta convocatoria le han llamado 1? Diada Escolar per L'Horta, y la convocan el Movimiento de Renovaci¨®n Pedag¨®gica Escola d'Estiu del PV y el Movimiento c¨ªvico-social Per l'Horta. Una oportuna y feliz coincidencia entre un movimiento social que sabe que la defensa de la huerta es tambi¨¦n un gran proyecto educativo para la ciudad, y un movimiento pedag¨®gico que sabe que toda escuela que permanece de espaldas a la vida reproduce una educaci¨®n cadav¨¦rica.
En efecto, nos construimos como sujetos en nuestra relaci¨®n con las ciudades. Somos carne que se educa en la piedra -por decirlo con el t¨ªtulo del hermoso libro de Richard Sennett-. Aprendemos viviendo la experiencia de la ciudad. En mi caso, que nac¨ª en la ciudad de Valencia, no puedo entender mi socializaci¨®n ciudadana sin la permanente presencia de la exuberante huerta de hortalizas que rodeaba la ciudad por todas las partes donde no estaba el mar. Los juegos, la comida, la exploraci¨®n espacial, la mirada, el horizonte, los proyectos, el deseo, los itinerarios, la deriva, todo ten¨ªa que ver con esos bordeamientos fronterizos marcados por acequias, alquer¨ªas y barracas. Ser¨ªa tan est¨²pido ignorar las huellas ecol¨®gicas que van quedando impregnadas en el alma de cada ciudadano, como absurdo es ahora pretender borrar con una mancha de cemento la memoria hist¨®rica de la ciudad. Pero nos hacemos en nuestra relaci¨®n con las ciudades. As¨ª que hoy, que asistimos a un espeluznante proceso creciente de abandono, expolio y destrucci¨®n de la huerta, nos hacemos tambi¨¦n desde nuestra experiencia con ese interesado proceso destructivo que impulsan o permiten las pol¨ªticas urban¨ªsticas partidarias. Por eso es tan importante la presencia en las calles del movimiento social Per L'Horta. Es la conciencia cr¨ªtica de la ciudad, una invitaci¨®n al movimiento ciudadano para la autodefensa frente a la devastaci¨®n agr¨ªcola y ecol¨®gica.
?Y qu¨¦ puede hacer la escuela? A menudo las instituciones educativas han ignorado la experiencia social en sus programas educativos. Cualquiera sabe ya que eso es una barbaridad desde el punto de vista del buen aprendizaje, pero as¨ª sigue siendo en la mayor parte de los programas y de las pr¨¢cticas escolares. Si nunca hubo cultura pura, y ya no queda naturaleza pura, la escuela, sin embargo, sigue fragmentando los saberes disciplinares y separ¨¢ndolos de la vida. Si nunca debimos pensarnos en un proyecto separado y contrario al de la Tierra, la escuela nos sigue hablando como si fu¨¦ramos seres aislados de nuestro destino en la Tierra, y reproduce el discurso miope y suicida de que estamos en este mundo para conquistar la Naturaleza, dominar sus fuerzas y ponerlas a nuestro servicio. Aprendemos ciencia -bueno, es un decir- sin ning¨²n sentido estrat¨¦gico o pr¨¢xico, es decir, pens¨¢ndola desde alg¨²n criterio de utilidad social y de compromiso ¨¦tico. ?C¨®mo es posible que, en las comarcas de L'Horta, las escuelas, institutos y universidades no se conviertan en observatorios ciudadanos para el estudio, el an¨¢lisis, y el aporte de alternativas en relaci¨®n con las salvajes agresiones a la huerta? ?C¨®mo es posible que el saber pr¨¢xico, experiencial y vivo, que deben impulsar estas instituciones, no crezca desde la comprensi¨®n y la defensa de una hermosa y larga tradici¨®n convivencial entre la ciudad y la huerta?
Es verdad que existen heroicos ejemplos de otra pedagog¨ªa posible. Resisten todav¨ªa en las escuelas de los diferentes pueblos de l'Horta maestras y maestros que impulsan una educaci¨®n contracorriente. Algunos de ellos se mantienen agrupados en los Movimientos de Renovaci¨®n Pedag¨®gica. A estos educadores no se les olvid¨® la huerta. Y educan por ella, desde ella. Realizan itinerarios did¨¢cticos de investigaci¨®n, inventarios de las observaciones, publican informes y monograf¨ªas, pintan murales, realizan audiovisuales, componen canciones mientras recuperan otras de la tradici¨®n oral, producen alimentos ecol¨®gicos en sus propios huertos escolares, imaginan otra ciudad, sue?an con ir por la vida en bicicleta, y critican la sordera de los pol¨ªticos profesionales de mirada estrecha. El d¨ªa 5 de junio, en el IES de Campanar, vamos a tener oportunidad de encontrarnos con estas experiencias educativas ciudadanas, compartir proyectos solidarios e intercambiar propuestas. Para mi, la iniciativa de una Diada Escolar per L'Horta es, sobre todo, la posibilidad de una doble apertura: la de la escuela hacia la ciudad, pero tambi¨¦n la de una ciudad que busca en el cultivo de la educaci¨®n su mejor y m¨¢s fruct¨ªfera sustentabilidad.
Jaume Mart¨ªnez Bonaf¨¦ es profesor de la Universitat de Val¨¨ncia.
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