Roma vive el mayor despliegue de seguridad de su historia ante la controvertida visita de Bush
El Gobierno italiano teme que las manifestaciones de protesta degeneren en violencia
Todos los temores y toda la presi¨®n confluyen hoy en Roma. La ciudad se ha envuelto en el dispositivo de seguridad m¨¢s denso de su historia para recibir a George W. Bush, pero nadie se atreve a garantizar que la jornada sea pac¨ªfica. El Gobierno teme que grupos anarquistas se infiltren en las manifestaciones de protesta y empleen t¨¢cticas de guerrilla urbana para crear el caos. Habr¨¢ 10.000 polic¨ªas en la calle y agentes especiales estadounidenses en todos los recorridos de Bush. "Me preocupa que se produzcan actos de violencia absurda", declar¨® el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi.
Tanto Berlusconi como el propio presidente de Estados Unidos, que calific¨® de "saludables" las "expresiones de desacuerdo" durante una entrevista a la RAI, se mostraban respetuosos con las manifestaciones. Lo que generaba angustia en el Gobierno era otra cosa. El Ministerio del Interior sospechaba que los anarquistas violentos, especializados ¨²ltimamente en el env¨ªo de cartas bomba, intentar¨ªan levantar barricadas de fuego en el centro de Roma para cerrar el paso a la comitiva estadounidense (que no pensaba utilizar helic¨®pteros, considerados demasiado vulnerables) y para crispar las manifestaciones a favor y en contra de Bush.
El alcalde de Roma, Walter Veltroni, de los Dem¨®cratas de Izquierda, confirm¨® que los temores de la polic¨ªa eran fundados y calific¨® el d¨ªa de "muy delicado". "La inquietud es alt¨ªsima, todos debemos unirnos en el rechazo a la violencia y trabajar para que no se generen situaciones de p¨¢nico", dijo.
La delegaci¨®n encabezada por George W. Bush y su esposa, Laura, adopt¨® todas las precauciones posibles, empezando desde el mismo momento de la llegada. Estaba previsto que el avi¨®n presidencial, el Air Force One, aterrizara en un aeropuerto romano no especificado en torno a la medianoche pasada, y que un avi¨®n muy similar tomara tierra simult¨¢neamente en otro aeropuerto de la ciudad como maniobra de despiste frente a potenciales amenazas.
No exist¨ªa programa para la visita, que deb¨ªa durar hasta mediod¨ªa del s¨¢bado, y se advirti¨® a la prensa de que habr¨ªa "cambios continuos", pero lo m¨¢s probable era que el presidente de Estados Unidos comenzara por rendir homenaje en las Fosas Ardeatinas a los ciudadanos asesinados en 1944 por las tropas nazis en retirada. Luego deb¨ªa acudir al palacio Chigi, residencia oficial del primer ministro; al palacio del Quirinal, residencia del presidente de la Rep¨²blica, y al Vaticano, para ser recibido por el papa Juan Pablo II. Se supon¨ªa que cenar¨ªa en el palacio Grazioli, residencia privada de Silvio Berlusconi, y que pernoctar¨ªa en la residencia del embajador estadounidense.
Rehenes italianos
La presi¨®n ambiental en Roma se vio elevada el mi¨¦rcoles, cuando el grupo iraqu¨ª que manten¨ªa secuestrados a tres ciudadanos italianos volvi¨® a exigir "manifestaciones contra la pol¨ªtica exterior de Bush y Berlusconi", en un comunicado remitido a la cadena de televisi¨®n Al Yazira. Con el comunicado envi¨® un v¨ªdeo que parec¨ªa demostrar que los tres rehenes supervivientes (uno de los secuestrados fue asesinado hace semanas) se encontraban vivos y con buena salud.
"Rechazamos el chantaje de los terroristas isl¨¢micos, que intentan condicionar nuestra oposici¨®n democr¨¢tica a la guerra y a la pol¨ªtica de la Administraci¨®n estadounidense", declararon los portavoces del llamado Correntone, el ala m¨¢s radical de los Dem¨®cratas de Izquierda, que iba a sumarse a las protestas callejeras contra Bush.
El centro-izquierda italiano se ve¨ªa obligado a hacer equilibrios. Por un lado, participaba en el homenaje a los 25.000 soldados norteamericanos muertos en la campa?a de Italia y a los que liberaron Roma, el 4 de junio de 1944.
Por otro, quer¨ªan que se notara su desacuerdo con Bush, del que Fausto Bertinotti, l¨ªder de Refundaci¨®n Comunista, dijo que no merec¨ªa "ninguna bienvenida". Los dirigentes pol¨ªticos progresistas patrocinaban pol¨ªticamente las manifestaciones de rechazo, pero se desvinculaban personalmente de ellas e invocaban una y otra vez la necesidad de comportarse de forma pac¨ªfica y c¨ªvica. Tanto derecha como izquierda tem¨ªan situaciones de caos y confiaban en que el terrorismo isl¨¢mico no eligiera para actuar una fecha tan cr¨ªtica como la de hoy. Pero tem¨ªan, por encima de todo, una repetici¨®n de los sucesos de G¨¦nova durante la cumbre del G-8 en julio de 2001: la pesadilla consist¨ªa en que alguien muriera durante una algarada.
Los Desobedientes, un grupo radical vinculado a los Antiglobalizaci¨®n, parec¨ªan planear, seg¨²n la polic¨ªa, un sabotaje en las dos l¨ªneas de metro; de llevarlo a cabo, paralizar¨ªan la ciudad, ya que el tr¨¢fico de superficie hab¨ªa sido casi totalmente suprimido para dejar v¨ªa libre a los desplazamientos de Bush y a las manifestaciones.
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