Loca memoria
He le¨ªdo sobre la memoria hiperactiva de un hombre llamado Juan. El hombre est¨¢ enfermo por el exceso de recuerdos que le llegan: simult¨¢neos, asociados entre s¨ª y con tanto barullo que le acercan a la locura. Por ejemplo, dice Mil¨¢n y est¨¢ la leontina plata de Leonardo Sciascia y el reloj Cuervo y Sobrino del padre y la respiraci¨®n final de ¨¦ste y los ojos del adi¨®s que imploran se?alando una soledad que no se puede calmar, mientras Juan, el de la memoria excesiva, ya est¨¢ en Londres y un cirujano le interroga: ?usted es indio? "Estoy enfermo de memoria, y me han tra¨ªdo a curarme a la playa en la que nacen todos mis recuerdos". La playa del horizonte se titula el libro que leo. Es el nombre al lugar donde el protagonista calma la ansiedad del viaje, donde vive, donde escribe. Tambi¨¦n se?ala la mujer que ama. "Eras la superficie del mar, o la arena de la playa, o el verano o esta playa, eras la playa del horizonte".
LA PLAYA DEL HORIZONTE
Juan Cruz Ruiz
Destino. Barcelona, 2004
236 p¨¢ginas. 18 euros
Juan Cruz (Puerto de la Cruz, 1948) ha escrito una larga carta con el fin de ordenar el ca¨®tico memorial de un personaje que es ¨¦l, pero tambi¨¦n quien ¨¦l inventa. Solo o con otros. "Echado aqu¨ª lo mezclo todo, no s¨¦ si es verdad o mentira lo que cuento, si es autobiograf¨ªa o enga?o pero lo cuento, la confusi¨®n me ayuda a contarlo, veo, mientras hablo, una playa larga en la que estoy corriendo como un perro loco, pero s¨¦ que ese que est¨¢ corriendo no soy yo exactamente, ni es Onetti, c¨®mo va a ser Onetti". ?Onetti? Onetti es uno entre los otros, todos aquellos que pasean por sus sue?os y sus recuerdos. Los otros: Juan Benet y su letra escribiendo Gris Marengo en un posavasos, mientras la voz dice: "algo me falla" cuando ya la enfermedad le pose¨ªa. Carlos Barral atravesando la plaza de Oriente, junto a ¨¦l la risa. Y est¨¢ la mano del padre sobre la cabeza de ese ni?o de pelo negro como Ceb¨² que es el protagonista antes y tambi¨¦n ahora mismo cuando escribe, el ni?o que se mezcla con el primer verano de la adolescencia, que fue el primer a?o de la casa donde "reposo o escribo o dicto este sue?o", y el adulto que trasnocha y se emborracha. Adem¨¢s, est¨¢ ella. Ese amor al que repite: "Tu boca. Toco tu boca".
De miedo est¨¢ hecho este libro valiente, esta novela a modo de carta que biograf¨ªa a quien la escribe, ese Juan personaje y autor, hiperactivo y ensimismado. Juan estando en tantos sitios a la vez, como si no pudiera perderse nada, perdi¨¦ndose a veces el presente. Y el silbido. Tambi¨¦n est¨¢ el silbido del asma. Juan, el hombre que se ha escrito, confiesa que sus llamadas son "para saber que estoy vivo en mi memoria, pero tambi¨¦n en la memoria de los otros. Los necesito, ¨¦sta es la declaraci¨®n m¨¢s aproximada a una petici¨®n de auxilio".
As¨ª que era eso, o tambi¨¦n era eso. Miedo a no ser uno nunca m¨¢s. Juan protagonista y Juan autor, generaci¨®n que ya conoce que a la melancol¨ªa de los atardeceres de otros tiempos le siguen los ataques de p¨¢nico. Miedo a perder el entusiasmo por el futuro. "Esto no es una novela sino el retrato de un hombre escribiendo despu¨¦s de la luz, en oscuridad y solo". Tal vez una larga carta para decir: qu¨¦date conmigo, memoria. Al inicio y al final la playa y la l¨ªnea al frente cortando en dos los azules. "El horizonte es como el c¨ªrculo en que se cierra mi camino desde aquella adolescencia hasta esta habitaci¨®n desde la que veo el mar, otra vez". He le¨ªdo sobre la memoria hiperactiva de un hombre llamado Juan. He le¨ªdo La playa del horizonte y me ha parecido un libro estupendo.
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