En tierra de ciegos
C¨¦sar Jim¨¦nez tir¨® de solemnidad antes de arrodillarse en los medios para, en tan cristiana postura, torear por alto y por la derecha, hasta agotar los c¨ªrculos. La faena fue de derechas, pinturera, coloc¨¢ndose en las afueras para conseguir pases cortos y lineales. Cuando quiso acudir a la zurda, el toro casi hab¨ªa pasado a mejor vida, a lo que ayud¨® Jim¨¦nez correteando por molinetes que llegaron a molestar al p¨²blico, puede que de provincias, pero con estudios. El sartenazo chalequero final tuvo m¨¦rito por bajo y perruno.
El senado se mostr¨® benevolente con los lances a pies juntos y manos bajas que abaniquearon la salida del quinto, pitado levemente. C¨¦sar Jim¨¦nez le dio mucha distancia en el cite, toda la que pudo en la reuni¨®n y el m¨¢ximo al marcarle la salida. Pasando de largo este detalle, su trabajo tuvo cierta relamida prestancia y un grado de espectacularidad propiciada por el vuelo constante de la tela. "Dale limosna, mujer, que no hay nada en el mundo como la pena de ser ciego en Granada". Ojo al parche.
Rojas / Rivera, Jim¨¦nez, Manzanares
Toros de Gabriel Rojas, mansos y flojos, excepto 3? y 5?. El 2?, sobrero. Rivera Ord¨®?ez: silencio y silencio. C¨¦sar Jim¨¦nez: silencio y oreja. Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: silencio y silencio. Plaza de Granada. 7 de junio. 1? de feria. Un tercio de entrada.
Rivera quiso dar espect¨¢culo y, apuesto, se coloc¨® ortodoxamente dando el medio pecho; lo malo es que lo hizo para dar mejor el medio pase, hacia fuera y con la mano barriendo el cielo. Toreo al natural, natural que no es toreo. Entre tanto, el enemigo, vacilante, mide el suelo.
El cuarto luci¨® su tauromaquia para acompa?ar reses moribundas, eso s¨ª, con precauci¨®n. El p¨²blico, mientras, a lo suyo, que si llov¨ªa, que si el paraguas, que si los restos finales de la merienda, esos a los que se convida al vecino, y de vez en cuando, se acordaban, pitaban o aplaud¨ªan o cualquier cosa.
El tercero padeci¨® un puyazo que le quit¨® las ganas de vivir. Las palmas de tango fueron el ¨²nico elemento aut¨¦ntico en un simulacro del que no negamos el riesgo, pero s¨ª la verg¨¹enza torera. A la otra la andan buscando. El sexto, un ba¨²l de esperanzas podridas. A oscuras.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.