Babel en el Benlliure
En el instituto de la calle Alboraya, en Valencia, hay alumnos de 24 pa¨ªses, y representan un tercio en primero de ESO
La salida de clase del instituto Benlliure es como la de cualquier otro centro; un aut¨¦ntico jaleo. El del Benlliure, sin embargo, resulta original porque en ¨¦l participan Diego, Johnny, y Marco Antonio, que llegaron hace tres a?os a Valencia y se sienten valencianos sin haber perdido por ello el deje de Ecuador; y Arthur, colombiano, de 16 a?os, que reflexiona sobre su condici¨®n de inmigrante rodeado por cuatro adolescentes aut¨®ctonas; o Carolina, nacida en Guinea Ecuatorial. Entre los padres, que siguen el ajetreo a una distancia prudencial, hay un matrimonio chino, y de esperar lo suficiente, podr¨ªa verse a una ni?a paquistan¨ª que cada d¨ªa, al salir de clase, se toca con su hiyab.
La evoluci¨®n se sigue en las orlas; junto a los Andreu empiezan a verse Zheng
"Los chavales son los m¨¢s acostumbrados porque conviven entre s¨ª desde primaria"
El instituto, situado a espaldas de los Jardines de Viveros, es un ejemplo del r¨¢pido cambio que est¨¢ viviendo el sistema educativo: En ¨¦l estudian j¨®venes de 24 pa¨ªses, y aunque de momento s¨®lo 103 de los 1.050 alumnos son extranjeros, la revoluci¨®n se gesta en la base: un tercio de los escolares de Primero de ESO (12 y 13 a?os) provienen de otros Estados.
El proceso puede seguirse en el principal pasillo del centro, donde cuelgan las orlas de las ocho ¨²ltimas promociones, incluida la presente, cuyo curso finaliza el lunes. Si en la 96/97 hab¨ªa un dominio absoluto de los Andreu, G¨®mez y Llopis, en las ¨²ltimas se abren paso apellidos m¨¢s ex¨®ticos, como Leschinsky o Zhang. "Esto no es nada", dice un profesor, "espera a que lleguen los peque?os y ver¨¢s".
?C¨®mo es la convivencia con tanta diversidad nacional? Seg¨²n Josep Cuenca, jefe de estudios, dominada por la normalidad: "Los chavales est¨¢n m¨¢s acostumbrados que nosotros, porque la mayor¨ªa han tenido compa?eros de otros pa¨ªses en Primaria, que fue donde primero se not¨® el aumento de la inmigraci¨®n". Los estudiantes valencianos lo explican a su manera: "Es como con los espa?oles: unos te caen bien y otros no".
Personalidad aparte, la facilidad para integrarse depende de varios factores, el primero de ellos el idioma. "Es habitual que lleguen a clase, a veces a mitad de curso, chicos que nunca han pronunciado una palabra en castellano, y eso es un obst¨¢culo brutal: Sin el idioma no pueden relacionarse y es imposible que sigan el ritmo acad¨¦mico".
A esas edades, no obstante, "y poni¨¦ndole voluntad, asimilan la lengua con mucha rapidez". Cuenca pone el ejemplo de una chica china que lleg¨® hace un a?o. Pas¨® varias semanas en estricto silencio antes de empezar a soltarse, y ahora sigue las clases "sin refuerzo y con un rendimiento muy alto".
La habilidad ling¨¹¨ªstica de los escolares no se limita al castellano. Cuenca, que tambi¨¦n da clases de Tecnolog¨ªa, asegura que numerosos alumnos extranjeros "escriben mejor en valenciano y ponen menos problemas para utilizarlo en clase que los de aqu¨ª". Y aunque hablar les cuesta m¨¢s, a?ade, no faltan quienes -como un saharaui- lo hacen con soltura.
El n¨²mero de inmigrantes que haya de una misma nacionalidad tambi¨¦n influye; cuanto mayor es, m¨¢s posibilidades hay de que formen "grupos" o guetos. Un riesgo que afecta especialmente a los ecuatorianos, primera minor¨ªa formada por 39 personas, y, por sorprendente que parezca, a las chicas. El motivo es que la verdadera mezcla de los alumnos no se produce en las aulas, ni con charlas, sino a trav¨¦s del juego. El m¨¢s popular, el f¨²tbol, contin¨²a siendo predominantemente masculino. De ah¨ª que, "al menos dentro del instituto, las inmigrantes hagan m¨¢s colla entre ellas que los chicos", indica Cuenca.
Sin querer simplificar y subrayando la particularidad de cada caso, el jefe de estudios reconoce que el rendimiento acad¨¦mico se ve influido en parte por la procedencia. Mientras los argentinos -"que quiz¨¢ vienen de un sistema educativo m¨¢s desarrollado"- suelen "difuminarse" y obtienen notas similares a las de los valencianos, los procedentes de otros pa¨ªses, como Ecuador, llegan a menudo con un nivel de formaci¨®n m¨ªnimo. "Cuesta creer que algunos hayan estado escolarizados alguna vez". Los llegados de China, por su parte, una vez superadas las barreras idiom¨¢ticas, "son como m¨¢quinas; tienen resultados muy buenos".
Estas "observaciones", que no tienen car¨¢cter de estudio, est¨¢n mediatizadas en primer lugar por el n¨²mero de nacionales de cada pa¨ªs -que s¨®lo superan la decena en el caso de ecuatorianos y argentinos (14)-. Y de otro lado juega el factor socioecon¨®mico, que la condici¨®n de inmigrante tiende a solapar.
"No es lo mismo", se?ala Cuenca, "pertenecer a una clase media emigrada, como probablemente ocurre en el caso de los argentinos", que provenir de familias m¨¢s desfavorecidas -"como puedan ser los ecuatorianos"-, que en muchos casos llegan a Espa?a "sin recursos econ¨®micos y sin papeles".
La extracci¨®n social de los padres influye "del mismo modo que lo ha hecho siempre entre los estudiantes valencianos". Y su peso se deja sentir m¨¢s all¨¢ del trabajo que coyunturalmente desarrollen los padres. "Aqu¨ª ha venido a hablar con nosotros, por ejemplo, una profesora de universidad colombiana que ahora se gana la vida fregando pisos, y esa base cultural se tiene que notar".
Existe un sistema de refuerzo para los alumnos extranjeros, pero Cuenca echa a faltar "un plan integral" de la Administraci¨®n que aborde los desaf¨ªos que plantea la inmigraci¨®n. Considera tambi¨¦n que para que la integraci¨®n sea posible, la proporci¨®n de estudiantes for¨¢neos no debe ser excesiva: "quiz¨¢, una tercera parte se aproxime al l¨ªmite".
Los inmigrantes aprenden muchas cosas en su nuevo pa¨ªs. ?Y los valencianos, qu¨¦ aprenden de sus compa?eros? Los chicos de primero de ESO no hablan, por descontado, de las llanuras ecuatorianas del Pac¨ªfico, de pueblos colgados de los Andes, ni de la Tierra del Fuego. Lo que realmente les importa es que ahora conocen y utilizan palabras como "chamaco"; que han aprendido a vosear con un limpio estilo porte?o; y, por encima de todo, que han recibido un impagable regalo en forma de insultos por explorar, entre los que reina indiscutiblemente el de "mamavergas", seguido por otros, de ¨¦xito considerable pero significado m¨¢s impreciso, como "matalongo".
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