Financiaci¨®n solidaria para las universidades
Uno de los problemas a¨²n no resueltos, en este final de curso 2003-2004, es el de la financiaci¨®n con el que las universidades p¨²blicas valencianas van a contar en este a?o y los siguientes. En el a?o 2003 finaliz¨® la vigencia del actual modelo de financiaci¨®n plurianual sin que, hasta el momento, las sucesivas urgencias pol¨ªticas hayan permitido un acuerdo para salvar, al menos temporalmente, el intervalo necesario que permita funcionar a las instituciones universitarias hasta que se substancie la prometida Ley de Universidades, que debe incluir una propuesta m¨¢s a largo plazo del escenario financiero con el que las universidades valencianas deber¨¢n encarar el proceso de reforma y modernizaci¨®n requerido para poder converger en el espacio europeo de educaci¨®n superior.
La primera cuesti¨®n que me gustar¨ªa se?alar es que, pese a la importancia que el tema pueda tener como titular de prensa, la cantidad total de recursos con el que las universidades van a contar, en porcentaje del producto interior bruto (PIB) valenciano, no es el ¨²nico elemento a considerar cuando se discute de una distribuci¨®n de fondos p¨²blicos, a la fuerza limitados, entre distintas universidades. Resulta extremadamente prolijo el intentar rese?ar, en pocas l¨ªneas, las diversas habilidades contables que pueden llegar a hacer aparecer substanciosos porcentajes de financiaci¨®n dedicados a la educaci¨®n superior, sobre todo mediante la adici¨®n sucesiva de cifras que cubren en la pr¨¢ctica otras necesidades, o creando necesidades de financiaci¨®n nuevas, por ejemplo el pago de intereses, que hubieran podido evitarse aplicando otros instrumentos de financiaci¨®n a las inversiones de las universidades en los ¨²ltimos a?os.
No obstante, ahora que las autoridades universitarias parecen decididas a conceder a las universidades y a su financiaci¨®n la importancia que deber¨ªan tener como elemento clave para el futuro econ¨®mico, cultural y social de nuestra Comunidad, es preciso se?alar que la cifra de financiaci¨®n que las universidades requieren para situarlas con unos niveles de dotaci¨®n de recursos que las aproximen a la media europea supone, se mida como se mida, realizar un importante esfuerzo financiero desde la situaci¨®n actual, y que la magnitud del esfuerzo es simplemente una cuesti¨®n de pol¨ªtica universitaria: si la Generalitat Valenciana quiere que las universidades valencianas jueguen en primera divisi¨®n deber¨¢n arbitrar los recursos para ello y pedir cuentas despu¨¦s de los resultados que ¨¦stas obtengan.
Pero la suficiencia financiera no basta. Es posible alcanzar niveles de financiaci¨®n equiparables a los europeos sin que los desequilibrios internos que la financiaci¨®n muestra en la actualidad se hayan resuelto satisfactoriamente.
A mi entender, existen cuatro elementos que hay que considerar conjuntamente para alcanzar un marco de funcionamiento adecuado de la financiaci¨®n universitaria. El primero de ellos, como ya he se?alado, es un marco financiero creciente y transparente que asegure la convergencia europea. El segundo se refiere a los desequilibrios detectados como consecuencia de la aplicaci¨®n del modelo de financiaci¨®n agotado en 2003. Estos desequilibrios se deben, en gran medida, a la rigidez del modelo acordado en 1998 y que se ha manifestado incapaz de resolver, en forma de financiaci¨®n complementaria, algunas singularidades de las universidades, en particular de la Universitat de Val¨¨ncia, lo que ha provocado a medio plazo una situaci¨®n financiera insostenible. No es posible aplicar m¨®dulos de financiaci¨®n iguales a situaciones desiguales en t¨¦rminos de costes de las plantillas consolidadas de las instituciones, a titulaciones que se ofertan para asegurar la diversidad y dar cobertura a demandas sociales minoritarias, pero que no responden a lo que se denomina demanda de "mercado", aunque los titulados en ellas sean tan necesarios para nuestra calidad de vida como ingenieros o economistas, o, finalmente, a gastos de mantenimiento de un patrimonio hist¨®rico y cultural cuya financiaci¨®n sale de los mismos fondos.
La tercera cuesti¨®n necesaria al sistema de financiaci¨®n es la inclusi¨®n de un nuevo plan de inversiones. Es poco realista pensar que las necesidades de inversi¨®n de las universidades, como las de cualquier servicio p¨²blico, se agotan en un momento del tiempo por que ya est¨¢n finalizadas todas las infraestructuras. Las universidades necesitan renovarse y ampliarse y este proceso no tiene fin, salvo que estemos dispuestos a soportar un deterioro progresivo, tanto en t¨¦rminos absolutos como en relaci¨®n con otros sistemas educativos superiores que van a persistir en el proceso de renovaci¨®n y mejora. Cuesti¨®n distinta es que los procesos de renovaci¨®n ya no tengan el car¨¢cter amplio que exig¨ªa la situaci¨®n de postraci¨®n de las universidades hace unos a?os, pero sin duda la calidad del sistema exige que, tras el segundo plan de inversiones, venga el tercero y despu¨¦s el cuarto.
Finalmente, pero no de menor importancia, el acuerdo de financiaci¨®n debe ser solidario. He preferido en el t¨ªtulo la expresi¨®n una "financiaci¨®n solidaria" en lugar de una "financiaci¨®n justa", porque creo que la solidaridad refleja mejor lo que pienso respecto a c¨®mo debe articularse la propuesta de financiaci¨®n: una propuesta en la que, cada una de las partes que la formula, se pone en el lugar del otro e intenta llegar a acuerdos basados no s¨®lo en cu¨¢l es su situaci¨®n final en el nuevo sistema, sino en c¨®mo se han resuelto, de manera satisfactoria, aquellos elementos que permitan calificar a la propuesta como una propuesta justa. En este juego cooperativo, tanto las universidades como los responsables auton¨®micos tienen mucho que ganar, tambi¨¦n para sus intereses inmediatos pero, sobre todo, para el conjunto de la sociedad que los sustenta.
Enrique Villarreal es miembro de la Universitat de Val¨¨ncia.
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