El arte es la pela
Los menores de Estados Unidos no podr¨¢n ver la ¨²ltima pel¨ªcula de Michael Moore, en la que arremete contra la guerra de Bush, aunque esos mismos menores tendr¨¢n licencia para matar impunemente, y hasta torturar, caso de ser reclutados y enviados a Bagdad. Una paradoja. Contradictorio es tambi¨¦n el que los productores de la militante Fahrenheit 9/11 est¨¦n pidiendo m¨¢s dinero a los distribuidores europeos que pagaron la pel¨ªcula antes de ser realizada, si quieren estrenarla ya. Si no pagan m¨¢s, tendr¨¢n que esperar: est¨¢n pillados. Es un alarde de poder¨ªo del nuevo lince de Hollywood, Harvey Weinstein, due?o ahora de la famosa pel¨ªcula. Qui¨¦n sabe, puede que hasta el propio Michael Moore est¨¦ detr¨¢s de la jugada. Cuesti¨®n de pelas. Ambos saben valorar la expectaci¨®n que se ha levantado, especialmente tras el gran premio del festival de Cannes. Weinstein sabe mucho de eso: ahora mismo reparte su tiempo entre el esc¨¢ndalo Moore, los Kill Bill de Tarantino, la resaca de los Oscar de El se?or de los anillos, el pr¨®ximo filme de Martin Scorsese, y hasta la ya anunciada novena entrega de Halloween, a cargo de John Carpenter. Es el todopoderoso productor de moda.
Tambi¨¦n es la pela cuesti¨®n primordial para el piadoso Mel Gibson, que est¨¢ reclamando m¨¢s dinero por el ¨¦xito internacional de su pasi¨®n, que ha recaudado 375 millones de d¨®lares. Seg¨²n un anuncio de esta semana, La Pasi¨®n ha sido la pel¨ªcula mas pirateada: 30.000 descargas s¨®lo durante el pasado abril. Les compensa.
Hay razones, pues, para asombrarse a¨²n m¨¢s con el cineasta catal¨¢n Carlos Benpar, que ha invertido dos a?os de su vida en realizar un magn¨ªfico documental de hora y media, Cineastas contra magnates, sobre las atrocidades que se cometen con el cine de anta?o. Fue el propio Benpar quien a principios de 1988 denunci¨® a TVE ante los tribunales por haber emitido sin el scope original Hombre del Oeste, un meticuloso western de Anthony Mann. Se organiz¨® entonces, efectivamente, un buen barullo, como deber¨ªa seguir ocurriendo cada vez que no se respeta la integridad de una obra. El caso es que Benpar consigui¨® que Hombre del Oeste se emitiera de nuevo, con toda la hermosa amplitud de sus planos, tal como el director los hab¨ªa concebido.
A Liv Ullman, John Huston, Milos Forman, Luis Garc¨ªa Berlanga, Arthur Penn, Stanley Donen, Marco Bellochio, Burt Lancaster, Richard Fleisher, Sydney Pollack y a tantos otros que declaran en este documental, no les importa que las pantallas de los televisores se queden a medio llenar ni est¨¢n por que haya que poner en color las pel¨ªculas que fueron en blanco y negro para que los consumidores de cine en el sof¨¢ se queden contentos. Lo que les importa es defender la obra del autor, y en esa guerra siguen algunos de ellos. Quien compre una pel¨ªcula no puede hacer con ella lo que quiera, como tampoco el poseedor de un picasso tiene derecho a alterar sus colores s¨®lo porque lo haya pagado. Lo dice Woody Allen.
Tal como est¨¢n los temas del d¨ªa, esta batalla de Benpar y de cuantos luchan por y la integridad del cine resulta rom¨¢ntica y encomiable. Y extrapolable. Pero ¨¦sa es otra historia...
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